domingo, 3 de noviembre de 2024

Boca ganó a lo Boca una nueva edición del Superclásico en La Bombonera. Con gol de Darío Benedetto, el Xeneize se impuso con justicia por 1 a 0 ante River Plate por la Liga Profesional y se acercó a dos puntos de Atlético Tucumán, puntero del campeonato. En el contexto de un partido disputado y con pocas chances en los arcos, el dueño de casa ganó por decisión y actitud, logrando disminuir a su adversario, que no logró desplegar su juego. Además, resultó contundente: llegó tres veces y firmó una conquista, la que definió el pleito.

El local salió decidido a hacer suyo el clásico. Con sacrificada presión de los dos delanteros más Ramírez en la salida y mucha actitud, se posicionó por largos tramos en campo contrario, una situación a la que el Millonario no está acostumbrado. No obstante, a partir del 5-3-2 que pergeñó Gallardo, buscando descansar en la amplitud del campo con el pasaje de los laterales, la visita consiguió algunas vías de escape al asedio. Y con los dos delanteros (Suárez y Solari) por momentos mano a mano con los centrales de Boca, quedó un par de veces a centímetros del quiebre.

La primera oportunidad clara del encuentro fue para la Banda: a los 6 minutos, Quintero ejecutó un córner desde la derecha y Mammana anticipó en el primer palo, forzando un atajadón de Rossi sobre la línea del arco. El Xeneize inquietó con los balones cruzados, la pelota quieta, la gambeta de Langoni o con un astuto Ramírez. En general, fue quien dictó los lineamientos del duelo, ante un River incómodo, más allá de la amenaza de sus atacantes.

En su plan, el Muñeco casi que prescindió de la batalla del mediocampo. Y no halló cómo hilar pases desde el fondo. Más allá de que River no fue avasallado, se vio obligado a jugar bajo los parámetros de Boca. Así se esfumó el primer tiempo, con pocas emociones, pero que seguramente habrá dejado pensando al DT visitante, que no pareció acertar con la pizarra.

Por cuestiones físicas y tácticas, Gallardo movió la estantería. Mandó al campo de juego a Aliendro, Barco y Borja por Herrera, Quintero – lesionado- y Solari. Los primeros 15 minutos del complemento fueron ordinarios, casi sin aproximaciones, en un concierto de roces. A los 18, el dueño de casa sacudió la abulia con un remate de aire de Pol Fernández que Armani arrojó al córner a un guante.

Y de ese tiro de esquina, a los 19, Benedetto se elevó entre Mammana y Pinola (detrás, Enzo Pérez perdió a Rojo, quien se había sumado al tren) y su cabezazo se encontró con la red y le otorgó el tan ansiado desahogo. Dos gestos marcaron su festejo: uno, indicando que “sigan hablando”, después de lo sucedido con su pelea con Zambrano y tras la eliminación de la Copa Libertadores; el otro, indicando que posee altos niveles de testosterona.

El grito rival acentuó la desorientación de River, que dispuso más de la pelota, con libertad hasta mitad de cancha o hasta tres cuartos, pero sin profundidad, por lo que se repitió en pases laterales o imprecisiones y terminó en centros poco fértiles. De contra, Boca pudo volver a golpear, como en el taco de Benedetto para habilitar a Pol Fernández, que remató alto.

El epílogo, con siete minutos de descuento, sólo ofreció la expulsión (acertada) de Marcos Rojo. Y el centro postrero de Palavecino que Rossi atenazó sin problemas. En consecuencia, se desató la alocada celebración en La Bombonera, por un triunfo que valió mucho más que tres puntos.

Es que Boca estiró la ventaja en el historial: en 204 oportunidades en la Era Profesional: hubo 75 triunfos xeneizes, 66 millonarios y 63 empates. Desde que Juan Román Riquelme es dirigente boquense, se jugaron siete superclásicos: 2 triunfos de Boca, 1 de River, 2 empates y otras 2 igualdades pero que terminaron con victoria xeneize en penales.

Y, sobre todo, el elenco de Ibarra hiló su cuarta victoria consecutiva, que lo colocó en la lucha por el título, para dejar atrás la irregularidad. Y saborear las mieles en el partido más esperado del año por los simpatizantes de los dos clubes.

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