Me contaron la siguiente anécdota de los amigos Luis Bergueras y Luis La Regina. Desde los albores del siglo pasado ambos inmigrantes se encontraban en campos de la zona de Camarones.
Don Luis Bergeras (francés) pobló lo que llamó “La aguada del gato” y Don Luis La Regina (italiano) en el mismo tiempo ocupaba lo que fue “Compañía Pastoril”, después “La Rosa”.
Acostumbraban viajar juntos para la compra de los vicios en el poblado más cercano. Esto ocurrió aproximadamente por el año 1929.
Viajaban a Camarones, también se acostumbraba decir “El Puerto”, utilizaban un auto de la época, sin capota seguramente un Ford T.
Camarones tuvo por años una gran loma a su entrada, que con tiempo lluvioso se ponía intransitable, esto se modificó al hacer la ruta pavimentada en el año 1964.
Una vez hechas las compras los dos amigos volvían a sus pagos, llevando en la parte trasera una bordalesa de vino, bolsas, paquetes, en fin todo lo necesario.
Salieron de Camarones, y en la bajada de la empinada loma, ya llegando a su fin tuvieron un vuelco, donde todo se desbarató, quedando los amigos inconscientes. A todo esto la bordelesa se estropeó y salía despacio el líquido. Don Luis Bergeras al recuperarse a medias, sentía húmedo y pensando lo peor, se lamentaba diciendo: “La sangre de Luiggi, la sangre de Luiggi”. Lo que corría y se perdía, era el vino de la bordalesa.
Fragmento libro “Recuerdos de Camarones y su gente” de Isabel y Víctor Heinken