La hazaña aérea de Irigoyen
Mucha trascendencia tuvo la hazaña protagonizada por el piloto Sr. Domingo Irigoyen en la lucha que por cerca de tres horas mantuvo con su LATE 25-643 contra un ciclón que se abatió sobre el cielo de C. Rivadavia, hecho que ocurrió el 28 de septiembre de 1930, cuando al remontar vuelo para continuar viaje a Río Gallegos, se encontró con un frente de fuerte viento que prácticamente no lo dejaba avanzar, comentándose que las tres horas que estuvo en el aire, se mantuvo más de una hora sobre la calle Rivadavia, sin poder avanzar un solo metro. Con esfuerzo, serenidad y experiencia, el piloto evitó una verdadera catástrofe, al lograr finalmente tomar rumbo hacia Pico Salamanca, desde donde viró hacia el Campo de Aterrizaje y cuando ello se logró, habían transcurrido tres horas de esforzado vuelo sin lograr ausentarse de la zona.
Al aterrizar el avión sufrió averías de consideración, como ser rotura del tren de aterrizaje, la punta del ala izquierda, la hélice y el radiador, pero todo ello carecía de importancia, ante la hazaña de haber salvado al pasaje, el que estuvo en inminente peligro de muerte.
La pericia de Cambaceres y su aterrizaje en la playa
En su viaje al sud y a unos 100 km antes de llegar a C. Rivadavia, se encontraron con un banco de niebla que a poco estuvo de ocasionar una tragedia, del que se salvaron gracias a la pericia del piloto Sr. Cambaceres, pese a que el avión sufrió serios desperfectos, quien al encontrarse envuelto en la intensa bruma que dificultaba la visión, se dirigió hacia el mar, descendiendo hasta muy escasa altura para luego seguir por la costa hasta llegar a Comodoro Rivadavia, pero al no poder ubicar el Campo de Aterrizaje, resolvió hacerlo en la playa del km 99, donde logró parar la máquina con toda felicidad. Pero allí los amenazaba un nuevo peligro, ya que la marea estaba creciendo, pero por suerte las condiciones atmosféricas mejoraron un poco, por lo que el piloto decidió reanudar el vuelo con el fin de llegar al Campo de Aterrizaje, pero en el momento en que el avión se deslizaba sobre la playa, la rueda derecha del tren de aterrizaje entró en un pozo, produciéndose una brusca coleada de la máquina, que se precipitó al agua en plena velocidad; alcanzado por una ola, el aeroplano estuvo a punto de capotar, pero la carga que había en la parte trasera de la cabina, evitó que el accidente tuviera mayores consecuencias para sus ocupantes. De esta incómoda situación fueron auxiliados por soldados del Destacamento Nº 99, quienes lograron sacar el avión del mar, transportándolo a un galpón existente en las cercanías.
Párrafos de Matthew Henry Jones