jueves, 10 de octubre de 2024

Los estudiantes del colegio Perito Moreno que están en la primera fila cursan el último año de la sección Normal. Faltan casi cuatro meses para que finalice 1959.

Durante la noche escribieron cada letra con pintura y lágrimas: “Andrés González”. El recuerdo de la tragedia será imborrable para todos.

Andrés “era una persona muy buena y con una profunda vocación docente”, recodará Juan Calo que junto a él eran los únicos varones de un curso de 32 futuros maestros.

Los muchachos, además de compañeros son amigos, “durante el verano anterior, en las gamelas que la empresa Dorignac tenía abandonadas en la calle Namuncurá casi Necochea, dimos clases de verano que organizó el Padre Corti”.

En el mismo lugar, cuando la noche da los primeros pasos sobre la tarde del 22 de agosto de 1952, un policía lo mata sin ninguna justificación.

Al día siguiente, sus compañeros de curso, todos los estudiantes del colegio y algunos vecinos van por la calle San Martín detrás de la pancarta con su nombre. La marcha es de Silencio…. el  mejor sonido que encuentran para expresar el dolor y exigir un poco de justicia.

Extraído del libro “Crónicas del Centenario”, editado por Diario Crónica en 2001

Compartir.

Los comentarios están cerrados