La Voz del Chubut trae la segunda parte de la historia de “La Rubia del Cementerio” que apareció en Comodoro Rivadavia en agosto de 1973.
Al conscripto se le heló la sangre cuando acarició la mano gélida de la chica que se bajó del auto y se perdió entra las lápidas. El joven, que tenía pesadillas y no podía dormir a la noche, se animó a hablar con el diario Crónica para tratar de calmar la ansiedad.
La historia que se animó a contar parecía un delirio. Días más tarde, apareció la segunda víctima de esta presencia mórbida que persuadía a los hombres.
Un comerciante sugestionado confesó que se dejó llevar por el encanto de la chica y cuando la dejó en el cementerio, lo invitó a caminar entre las lápidas.
No había dudas que la muerta merodeaba las calles del Barrio Oeste. Las madres se encerraban en sus casas temiendo la aparición del fantasma. Los niños jugaban en la vereda hasta que el sol empezaba a esconderse.
LA CIENCIA NO PUEDE EXPLICAR
El caso llegó al director del Hospital Regional, Daniel Cordero, quien explicó que la ciencia no podía resucitar a los muertos, pero sí existían otros fenómenos psíquicos sobre los cuales las ciencias ocultas podían arrojar algo de luz.
“Desde el punto de vista de la medicina estos hechos no tienen ninguna explicación, ya que para la ciencia que nosotros estudiamos, cuando una persona deja de existir es imposible que retorne a la vida. Hasta hoy al ciencia médica no ha podido hacer resucitar a ningún muerto (sic)”, declaró Cordero a Crónica.
El médico, ante el desconcierto y el temor generalizados, no descartó que pudiera tratarse de un fenómeno de FANTASMAGOGÉNESIS. Energía que no llega a materializarse y tiene una consistencia ectoplasmática, transparente y espectral.
LA FORMA DEL FANTASMA
Enrique “Melody” Barrenchea, el cronista detrás de esta historia (todo un ghostwriter), hizo una expedición al Cementerio y descubrió una tumba que se correspondía con la información que daba este espectro.
“Nosotros primero y luego la Policía, fuimos hasta allí y localizamos la lápida en la cual se leía: FULANA DE TAL…NACIÓ… MURIÓ EN 1943 (tenía 25 años) y allí terminaba el rastreo y comenzaba la incógnita”, apuntaba.
Para esa altura circulaban toda clase versiones sobre la forma en que se presentaban las apariciones: una mujer con un velo negro; una muerta en extrañas circunstancias; una chica de blanco que encandilaba a los hombres.
La entidad había sido vista en otras épocas menos espasmódicas. En 1973 la aparición de OVNIS Ya se había presentado antes en los salones donde discurría la vida social de Comodoro Rivadavia.
“Se trataría de alguien que, estando muerta, ya habría aparecido en el año 1965 en bailes realizados en el barrio Tiro Federal. Sobre esto se agregan sucesos pro demás extraños, aunque la versión, si bien cuenta con varias personas que han manifestado lo mismo, no ha podido ser confirmada totalmente”, publicaba Crónica.
PRUEBAS IRREFUTABLES
Nadie podía dudar que la historia había surgido efecto en Comodoro Rivadavia. El fantasma de la “Rubia de Cementerio” estaba en boca de todos.
Los escépticos decían que era un invento de los diarios y los supersticiosos –más precavidos- preferían dormir con la luz encendida, ocultar la llave y no abrirle la puerta a nadie.
El caso cobró otra entidad cuando la presencia siguió a un comerciante de quien nadie se atrevería a dudar de su palabra. Y, como si esto no bastara, un testigo lo había visto irse con un fantasma en la camioneta.
Así lo hizo saber Crónica que preservó la fuente para proteger la identidad del elegido.
“¿Qué hace usted aquí, qué busca?”.
“Yo solo quiero que me lleve”.
El joven, pudoroso, se negó a levantar a una desconocida.
“Por favor señor, solo le pido eso, yo sé que no se me va a negar”, insistió.
La chica subió a la camioneta y le pidió que la llevara hasta el Cementerio del Km. 5. El joven (algo sospechaba) se negó a llevarla: llegaron hasta su casa en la calle San Martín al 300. Cuando le tendió la mano a la mujer para despedirla sintió mucho frío.
“Cuando le estreché la mano sentí un frío tremendo que me corrió por todo el cuerpo y allí noté que ella tenía una palidez mortal, eso me impresionó mucho y me quedé pensando quién sería la extraña mujer, si tendría alguna relación con las apariciones de que todos hablan”, relató a Crónica.
Declaró a la Policía que esa noche había salido al Centro Asturiano con la barra de amigos. Uno de ellos atestiguó que les llamó la atención esa mujer por su belleza inexplicable.
Cuando llegamos al Club vimos que el estaba junto a la chata hablando con una bella muchacha… Antes de que llegáramos nuestro amigo hizo subir a la mujer en el vehículo, lo puso en marcha y partió”, relató.
No cabía dudas que esa chica de otro mundo existía en este plano de la realidad. “Todos los que estábamos allí vimos a la ocasional compañera de nuestro amigo y coincidimos en afirmar que era rubia, muy pero muy bonita, y estaba bien vestida”, relató.
“CAYÓ LA RUBIA”
El jueves 9 de agosto de 1973, Crónica tituló en su portada “¡CAYÓ LA RUBIA DEL DEL CEMENTERIO!”.
Rosa Rodríguez, de 25 años, había llegado hacía un par de meses de Sarmiento, no tenía trabajo y vivía en la pensión de la calle Juan B. Justo.
La noticia descolocó a todos los mortales. La apariciones no se correspondían con esa mujer fantasma. El taxista que la llevó declaró los sucedido.
“¿Me llevás al cinco?”
“¿Dónde? ¿Acaso sos la aparecida?”
“¡Claro que soy la Rubia!”
El conductor, que entró en pánico, dejó a la chica en la pensión y avisó a la Policía. La revelación desconcertó aún más a los investigadores.
La “Rubia del Cementerio”, seguramente, era una mujer que sufría algún trastorno psiquiátrico.
Rosa Rodríguez permaneció encerrada en el calabozo unos días y por lo visto no atravesó la paredes. La Policía allanó la pensión donde vivía pero no encontraron más que una pila de ropa.
“Pero si esa chica no era capaz de nada, más bien aparentaba ser tímida….¡era tan calladita!”, comentaron unas señoras que la conocían.
“¡EN LIBERTAD!” , tituló Crónica al día siguiente. La mujer desdichada salió ganando: le dieron ropa y un plato de comida caliente.
La Policía, en cambio, había dado otro paso en falso. El caso volvía a foja cero.
Rodríguez le había jugado una broma al taxista; era evidente que no tenía nada que ver con “La Rubia del Cementerio”.
“Resulta indudable que Rosa Rodríguez, una muchacha que está muy lejos de tener las características que se le atribuyen a la mujer aparecida, es alguien que cometió una broma en un acto de inconciencia que le pudo haber pesado mucho más”, deducía Crónica.
Nunca se iba a saber la verdad de las apariciones.
La explicación que dieron en aquel momento -a falta de otra mejor-, era esta chica era un “cuerpo astral”.
“El cuerpo astral provoca un cambio de energía que puede ser captado por la persona viva que se halle a su lado, la que puede llegar a imaginar que la toca, en fin, puede llegar a crear todos los sentidos comunes en el hombre”, explicaba el psíquico Norberto Biagini a Crónica.
El caso sin resolver se convirtió en mito de los comodorenses. Lo más probable es que todo hubiera sido producto de la imaginación. Aunque hay quienes aseguran que la “Rubia” aún sigue merodeando por ahí.
Después de todo, ¿Quién no ha visto un fantasma?