Los años 60 culminan para los comodorenses frente al comienzo de la década. Ya no hay euforia por las innumerables ofertas de trabajo de la fiebre petrolera. Ni tampoco consumismo por las franquicias aduaneras del Paralelo 42, en cuya memoria persisten los rudos automóviles grandes, pero nada hay de los comerciantes que llegaron para aprovechar aquella primavera. Ahora es todo desencanto, en el marco de una crisis político institucional pasa en la Argentina, a tono con lo que pasa en la Argentina.
En Comodoro ni siquiera está claro cuánto durará en el cargo el Intendente de turno, que por lo general llega desde otras latitudes a cumplir el deber que “la hora impone a los militares argentinos”. Ante urgencias familiares o particulares, el gobernante presenta su renuncia y otro llega en su reemplazo.
No obstante el avance visible en materia de comunicaciones o transporte, queda la sensación de que las grandes soluciones no terminan con los problemas de siempre: prueba de ello es no sólo la frustración que ha significado la obra del acueducto, sino también otras como el hospital Regional, que a poco de comenzar a funcionar ya sufre problemas de organización que le impedirán despegar hasta organización
Muchos representantes sectoriales tratan de hacer oír su voz ante las autoridades militares. Se conforma, en 1969, una “Junta de acción comunitaria”, con el propósito de varias necesidades de los 20 barrios que por entonces tiene la ciudad, ante el Intendente o el Gobernador. Sin embargo, las respuestas seguirán siendo lentas y también este intento de organización se perderá en el olvido.
En todo caso, el esfuerzo y la ayuda mutua continúan siendo una salida para las urgencias de vivienda y servicios. Así se ve reflejado en la conformación de nuevos barrios u obras de alcance comunitario.
Otros hechos dan la pauta de que la ciudad continúa creciendo, aun con los problemas descriptos: la inauguración del edificio del Banco de la Provincia del Chubut, el 23 de febrero de 1969, significa el arraigo definitivo de la institución que comenzado a funcionar desde 1961 en la ciudad.
Tampoco puede decirse que haya una absoluta paralización laboral, porque algunas empresas de servicios petroleros, llegadas durante los contratos, se han quedado para continuar trabajando en la actividad. Además, el gobierno de Illia ha buscado que Y.P.F. recupere el protagonismo en la perforación.
Extraído del libro “Crónicas del Centenario”, editado por Diario Crónica en 2001