Fue una convocatoria masiva. Como esperaban los organizadores, la respuesta de la convocatoria fue contundente: las imágenes aéreas mostraban una multitud sobre la Avenida de Mayo, desde Congreso hasta la Plaza de Mayo, donde se ubicó el escenario principal de la movilización. Pero también había miles de personas sobre la Diagonal Norte y sobre la Diagonal Sur. Para los organizadores, fueron unas 800.000 personas, mientras que el cálculo del gobierno de la ciudad, a cargo del operativo de seguridad, fueron más de 150.000.
La diferencia entre un número y otro, se explica porque no es sencillo llegar al cálculo de cuántas personas caben en esas cuadras colmadas, tal como se vio en las imágenes aéreas. LA NACIÓN envió a su equipo de infografía para estimar la cifra. La conclusión fue que hubo alrededor de 430.000 personas entre las 17.30 y las 18.30.
Las razones para movilizarse fueron muchas, lo mismo que las consignas que llevaron a la marcha docentes, estudiantes, egresados, representantes de gremios, padres, madres, hijos de estudiantes de las 54 universidades nacionales que se sumaron al reclamo contra el Gobierno. Claro que no todos estuvieron de acuerdo, cuando en el comienzo del acto, algunos de los discursos tomaron un cariz político partidario. El punto en el que todos estaban de acuerdo era el rechazo al recorte de fondos a la universidad pública.
Estimación de asistentes
430.000
Cálculo aproximado según la concentración de gente entre las 17.30 y las 18.30.
Desde temprano, los trenes y los subtes se convirtieron en un adelanto de lo que iba a ser la movilización, completamente masiva en las calles del centro porteño. Lo mismo ocurrió en Córdoba, Rosario, Santiago del Estero, Mendoza y en otras ciudades en las que el movimiento estudiantil dijo presente.
Pasadas las 14, cerca del Congreso, el punto de encuentro y de partida de la marcha, las calles estaban totalmente copadas. Estaban los que vinieron con sus hijos y los llevaban a upa. Estaban los que saludaban a sus excompañeros. Estaban los que vinieron con sus ambos, o con guardapolvos firmados del día que se recibieron. Estaban los que vinieron con camisetas de la Argentina, o los que llevaban libros en la mano, porque una de las propuestas era levantar un ejemplar para dejar una postal contundente.
Para casi las 16, la marcha federal universitaria en la ciudad ya era masiva y el Congreso y sus alrededores estaban repletos de manifestantes. Se cruzaban en las intersecciones diferentes columnas: la del Conicet, la de la Universidad de las Artes, la de una biblioteca de José C. Paz, la del centro de estudios de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam). A medida que se acercaban al Congreso se multiplicaban las banderas.
La convocatoria era amplia. La columna que avanzó por Riobamba estaba copada de jóvenes que venían de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini, una institución que depende de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Cortaban la avenida Córdoba varios policías en moto que amenazaban con arrancar. Decidieron armar un cordón humano para que todos terminaran de cruzar.
En tanto, la columna de la UBA que concentró desde el mediodía en Plaza Houssay, empezó a marchar pasadas las 14.30. Al grito de “la UBA no se vende, la UBA se defiende”, un mensaje que estaba escrito en la bandera que cargaban los que la encabezaban la manifestación, comenzaron a caminar por la avenida Córdoba que estaba totalmente cortada. Minutos más tarde, se sumó Ricardo Gelpi y Emiliano Yacobitti, rector y vicerrector de la casa de altos estudios, respectivamente. Rodearon la columna con sogas y organizaron el avance los encargados de gremios con handies.
Reclamos
“No seremos la generación que dejó morir a la universidad pública”. Esa era la frase plasmada en el cartel que llevaba Victoria Chiachio. Ella y sus amigas tenían bandanas azules con la leyenda: “Yo defiendo a la universidad pública”. Están en último año de la carrera de Medicina en la UBA. “A fin de año, nos recibiríamos”, contó. Caminaban en la columna en la que iban los alumnos, docentes, no docentes y directivos de esa casa de altos estudios que avanzaba por la avenida Callao rumbo a la Plaza del Congreso, para desde allí marchar hacia Plaza de Mayo, donde, en un acto, alrededor de las 18, se leyó un documento en defensa de la educación pública.
“Es raro estar acá. Es la primera vez que marcho. Nunca pensás que puede llegar a cerrar la facultad o que puede haber un problema”, detalló Chiachio. Una de sus amigas sumó que su hermana cursa el Ciclo Básico Común (CBC) y, en vez de cuatro ayudantes, este año hay dos. “Es lindo salir a marchar, pero es feo porque tu facultad corre peligro. Y tenés que defender tu derecho”, cerró.
Carla Caruso marchaba con su hija de 16 años que va al Pellegrini. Ella estudió en la Facultad de Ciencias Exactas y es docente en la Facultad de Medicina e investigadora del Conicet, y se especializa en enfermedades neurodegenerativas.
“Yo quiero mucho a la UBA. Muchas veces te preguntan por qué no te vas a las privadas. Y yo me quedo porque quiero devolverle a la UBA lo que me dio”, dijo. Y agregó: “A pesar de que tiene montones de cosas que se pueden mejorar es muy buena. Mejorarla sí, cerrarla no”.
Más cerca del Congreso se empezaban a escuchar los cantos partidarios: “Y ya lo ve y ya lo ve, el que no salta votó a Milei”
En tanto, se vieron postales de trenes saturados por pasajeros que concurrían a la marcha, como los del ramal Tigre de la línea Mitre, que reportó demoras.
Fuente: La Nación