La Voz del Chubut reconstruye el complejo y oscuro entramado del caso de abuso sexual y trata de personas en El Hoyo. La coartada de Enrique Silva, el único detenido, en la previa del partido de Brasil-Uruguay por la Copa América, el sábado 6 de julio en que empezó todo. El jugo de manzana que le dieron a la víctima. Las mujeres encerradas en el galpón. “La Madrina”, ¿quién es la enigmática mujer que trajo a la chica a la finca?
Enrique Silva, acusado de abusar de una chica de 18 años de Lago Puelo, recluido en su encierro domiciliario, empieza a pergeniar la estrategia de su defensa. Las declaraciones públicas que hizo luego de que se desatara el escándalo terminaron por hundirlo.
El hombre de 76 años, con estrechos vínculos con el poder local y la Justicia, salió a defenderse luego de que le allanaran la finca y otras propiedades, entre estas el estudio jurídico de su hijo Emanuel, exfuncionario de la gestión de Mirco Szudruk.
Primera parte de la nota:
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El fiscal de la causa, Carlos Díaz Mayer, usó los dichos contra los policías que lo allanaron en su contra: pidió que lo encierren en prisión porque con podía “condicionar” no solo a la víctima, sino también a otras cuatro mujeres que también habrían pasado por la finca del terror.
El Hilo de Ariadna es la víctima, “CR”, una chica que llegó a la finca de los Silva acompañada de una supuesta tía, “P”, a quien llaman “la madrina”, y estuvo apuntada por el fiscal Díaz Mayer desde el día uno como presunto integrante de un triángulo siniestro.
Los investigadores, después de haber recorrido la finca, se quedaron con la sensación de que ni siquiera ellos imaginan lo que podría haber pasado dentro de esas habitaciones. Lo que la víctima vio y oyó, puede llegar a desentrañar un entramado de poder que incluye a gente VIP que organiza fiestas con drogas, alcohol y sedantes.
Esa noche terrorífica no contaban con que “CR” encontraría la salida, casi a punto de desvanecerse, pero lúcida como para acordarse de todo lo que pasaba allí dentro.
El testimonio que dio “CR” a la Justicia es explosivo: esa noche, en la finca, vio a cuatro mujeres en un galpón que le imploraban “auxilio” y que “llame a la Policía”.
Luego le convidan ” jugo de manzana”, alguien detrás la observa, de pronto todo se vuelve oscuro y borroso hasta que alguien la rescata, y se despierta en el Hospital con fuertes dolores.
La chica declaró en la Justicia que aún recuerda las palabras del hombre que le dio de probar el jugo que tenía alguna sustancia y abusó de ella: “No me va a pasar nada porque tengo impunidad”.
Cuando los policías entraron a la finca, encontraron armas, gel íntimo, estimulante sexual, toallitas, pero ningún rastro de las chicas que pedían que las rescataran.
La Justicia Federal ya empieza a mirar de reojo el curso de los acontecimientos a la espera de que aparezcan más víctimas.
Este caso aberrante podría conducir a un universo mucho más grande que involucra a al menos diez chicas de Lago Puelo, Epuyén, El Maitén y el Bolsón y otros pueblos donde hoy todos callan.
“MADRINA Y AHIJADA”
La denuncia que hoy hace temblar los hilos del poder en El Hoyo, empezó cuando una mujer, conocida de toda la vida del Enrique Silva, le pidió si no podía prestarle la finca donde vivir y él le abrió las puertas.
Silva no pensaba que esta mujer, una tal “P”, iba a caer acompañada de “CR”, una chica de Lago Puelo a quien la presentó como su “ahijada”.
Silva nunca negó que conoció a esta joven que llegó desamparada de la mano de su “madrina”, urgida por la necesidad de tener un trabajo y lugar donde vivir.
Una de las claves es el rol que jugaba “la madrina” en esta trama de fiestas clandestinas y drogas en un reservado al que es muy difícil llegar.
¿Tenía la “madrina”, vieja conocida de Silva, vínculos con otras mujeres que frecuentaban la finca donde ella vivía con su ahijada desde hacía unas semanas?
Es un secreto a voces, dicen los pobladores, que más chicas habrían visitado la finca pero hasta ahora nadie habla.
El fiscal Díaz Mayer declaró que necesitan que las mujeres que son víctimas se acerquen a la fiscalía a denunciar.
LA COARTADA DE SILVA
El sábado 6 de julio a la noche, jugaban Brasil y Uruguay por los cuartos de final de la Copa América. En su casa de Las Golondrinas, Enrique Silva había preparado la picada desde temprano para ver el partido con su hijo Emanuel.
Era un ritual que padre e hijo venían replicando desde que la Scaloneta pasaba sin despeinarse y daban por hecho que estaría en la final.
No se sabe qué pasó en la finca. En la versión que dio Silva a los medios de prensa, aquel sábado la “madrina” y y “ahijada”, habrían ido a una reunión en la casa de una tía.
El hombre negó por completo que hubiera participado en una fiesta en la finca, contrariando el testimonio de la denunciante.
Silva, indignado tras los allanamientos, aseguró que después del partido Brasil y Uruguay, se acostó a dormir con su esposa en la casa de Las Golondrinas. Cuando se levantó el domingo, cerca del mediodía, se desayunó con la noticia.
En la versión que él mismo reconstruye, según le contó la “madrina”, la víctima, “CR”, se habría escapado cuando regresaban de la reunión de la casa de la tía donde habrían tomado alcohol.
Si la versión que le dio la “madrina” es verdad, ambas estarían regresando de la reunión familiar cuando a ella se “le cae un teléfono en la oscuridad”, y la chica “se va y aparece perdida”, algo que no le cierra a nadie.
En el fondo, Silva cree que las personas que encontraron a la víctima, aquel domingo a la madrugada, le “llenaron la cabeza” para que lo nombrara a él como el supuesto “abusador”, porque tanto ellos como sus familiares le tienen bronca.
Esta versión resulta endeble a la luz del testimonio de la víctima, que fue registrado con un teléfono en el preciso momento en que la encontraron perdida el domingo 7 de julio en que empezó todo.