El titular de la propiedad La Cristalina, Diego Frutos, denunció la tarde del miércoles que sufrió la usurpación de ese predio, ubicado en Villa Mascardi, a manos de un grupo de personas encapuchadas.
“Me la volvieron a usurpar hoy a la mañana”, le dijo Frutos a RÍO NEGRO. Recordó que la primera vez se la habían tomado a principios de agosto del 2020, cuando personas encapuchadas destrozaron e incendiaron parcialmente la cabaña La Cristalina. “La recuperé al mes más o menos”, rememoró y este miércoles volvió a perderla.
Dijo que los encapuchados, que avanzaron este miércoles sobre La Cristalina, salieron de los predios que la comunidad mapuche Lafken Wimkul Mapu tiene usurpados en esa zona.
La fiscal jefa Betiana Cendón confirmó que recibió el miércoles la denuncia de Frutos y que investigarán ese hecho. Cendón tiene además la investigación por la usurpación del predio del Obispado de San Isidro, donde hay 8 integrantes de la comunidad mapuche imputados. Además, tiene a su cargo más de 30 expedientes abiertos por hechos vinculados con vandalismo, amenazas y lesiones en Villa Mascardi. Casi todos cometidos por encapuchados.
Las usurpaciones se reactivaron este martes, cuando encapuchados posiblemente vinculados a la comunidad mapuche, tomaron la propiedad Los Radales. Así lo informaron fuentes de la justicia federal y el propio dueño, Luis Dates.
Esa usurpación se perpetró el martes al caer la noche después de que se retirara un grupo numeroso de gendarmes, que había estado en el predio para custodiar a la jueza federal Silvina Domínguez, que subroga el juzgado de Bariloche, y a los funcionarios judiciales y peritos que trabajaron en esa propiedad.
Ataque a gendarmes
Allí, un grupo de encapuchados atacó la noche del domingo a cinco gendarmes que custodiaban ese lote por orden de la justicia federal. Los agresores amenazaron a los gendarmes que denunciaron haber escuchado detonaciones de armas de fuego. Por eso, optaron por retirarse del lugar para evitar un enfrentamiento y preservar la integridad de todas las personas.
Los agresores incendiaron una casilla rodante donde los gendarmes se resguardaban durante las jornadas de custodia del predio. El 1 de agosto pasado incendiaron la cabaña de Los Radales, que investiga la fiscalía de Bariloche, que controla Cendón. Desde esa fiscalía informaron días atrás que a partir del trabajo de los peritos se había confirmado que el incendio había sido intencional.
Mientras que Domínguez, en conjunto con la fiscal federal interina Cándida Etchepare, investigan el ataque a los gendarmes y la usurpación de Los Radales.
Las expresiones de Aníbal Fernández lo definen todo: “Vamos a armar un operativo conjunto, con las cuatro fuerzas, para Mascardi. Estamos trabajando pacientemente y como corresponde. No vamos a salir corriendo para allá”.
Paciencia -en el argot de Nación- significa letargo, que prolonga impunidad.
Letargo que exhibieron tanto el gobierno como la Justicia.
La Justicia, en cinco años de violencia, no ha logrado una sola definición en las 17 causas acumuladas ni ha identificado responsables.
El gobierno, desde un organismo como el INAI (que manejaba Magdalena Odarda hasta que fue echada), movido por su sesgo ideológico, no solo consintió el terrorismo “mapuche”, sino que hasta cooperó con los agresores y habilitó una escalada de tomas, incendios y ataques. Vivió enfrentándose a la gobernadora Arabela Carreras, tuvo la osadía de pedir a la Justicia que suspenda el desalojo y restitución judicial de un lote ocupado, e indujo a Parques Nacionales a que desista de impulsar la investigación por la usurpación de la que fue víctima y denunciante.
Tantas veces, Arabela Carreras (ella misma víctima de piedras y boleadoras) debió afrontar en soledad el desplante y desinterés de Nación por actuar.
El Gobierno, aun renuente a militarizar la zona al estilo Chile, lanzó en agosto promesas de custodia de Gendarmería que resultaron vanas. Nunca la vimos hasta que nos enteramos de que habían colocado el trailler en Los Radales, cuyos ocupantes -en vez de defender y pedir refuerzos- huyeron apenas escucharon unos tiros y se refugiaron en el puesto fijo, a 7 kilómetros. Luego les quemaron la casilla.
Una humillación, que horas después tuvo -naturalmente- un capítulo adicional, cuando usurparon el predio que los gendarmes acababan de peritar.
“No vamos a salir corriendo” para Mascardi, dijo Aníbal. Pero sí: a los pocos que estaban allí, los sacaron corriendo.
Fuente: Diario de Río Negro