La actividad convoca a miles de turistas. En la nota te contamos como se gestó esa propuesta que, cada año, une la tierra y el mar en una emotiva ceremonia.
El primer Vía Crucis Submarino marcó un hito para el turismo que se realiza en Puerto Madryn. Desde entonces la ceremonia se realiza cada año, en Semana Santa. «Quebrar la estacionalidad», «potenciar el destino»…Ésas son algunas de las frases que sintetizan los desafíos con los que conviven las ciudades patagónicas en las que el mar reina, marcando la llegada de viajeros ligados al turismo de sol y playa.
Puerto Madryn, en Chubut, no es la excepción, aunque haya logrado consolidarse con productos como el avistaje de ballenas y brille con opciones asociadas al disfrute del mundo submarino.
«Es que somos la capital nacional del buceo» remarcó ‘Popey’ Goity, el hermano patagónico y aventurero del actor Gabriel ‘Puma’ Goity, que está radicado desde hace años en esa ciudad costera, que se distingue por sus paisajes que el agua ‘abraza’.
El hombre (que se llama José María pero hace rato es ‘Popey’ a secas) es buzo, prestador de excursiones y encabezó durante años la cartera turística. Él fue quien gestó el «Vía Crucis Submarino», junto con un grupo de colegas del rubro. Un evento que es único en el mundo y cada año atrae multitudes en Semana Santa. Pero…¿Cómo nació esa propuesta?
«Fue en el 2000. Había que traer gente para Semana Santa y hubo que recurrir a la imaginación. Pensamos que un evento que fuera atractivo haría que los medios se interesen. Apuntábamos alto, nos pareció que el Vaticano podría ser un excelente agente de prensa… y nos tiramos para ese lado» contó el buzo, riéndose con ganas.
«Dicho así suena como una locura, pero se cumplió. Tras la primera edición los del Vaticano lo pusieron en sus informes, porque esa ceremonia nunca se había hecho de manera subacuática. Y nos empezaron a llamar de República Checa, Alemania, Italia…fue tan grande la repercusión que tuvo a nivel internacional que localmente empezó a ‘picar’ también. Tanto es así que desde hace 25 años seguimos haciéndolo» se enorgulleció Popey.
Sin embargo no fue fácil darle forma. Cuándo lo propusimos los sacerdotes de Madryn no lo entendieron, y casi nos matan. Tuvimos que ir a Comodoro Rivadavia, para hablar con el obispo» recordó.
Así y todo, la actividad fue resistida. «Nosotros queríamos hacer lo mismo que se hace en tierra, pero abajo del agua. Pero ellos no se lo imaginaban. Hasta que les explicamos que utilizaríamos una burbuja submarina para llevar al sacerdote, sin que tuviera que bucear, y pondríamos las imágenes de cada estación del Vía Crucis bajo el mar.
Vencida la primer resistencia todo se complicó. «Hicimos como un ‘cásting’ de sacerdotes, para ver quien se animaba, y no encontramos a nadie. Hasta que el intendente de entonces nos dijo ‘yo tengo un sobrino joven, que es párroco en Buenos Aires. Él no tiene la aptitud de buzo, pero sí una actitud bárbara’. Así apareció el sacerdote Juan Gabriel Arias. Lo llamamos, le explicamos y enseguida aceptó».
Después hubo que conseguir la aceptación formal de la iglesia. «En ese momento el actual Papa Francisco, Jorge Bergoglio, era el arzobispo bonaerense, es decir, el ‘jefe’ de Juan Gabriel. Cuándo se enteró del proyecto se ‘agarró la cabeza’, pero dijo: -‘dénle para adelante. Mientras sea una ceremonia religiosa y no un show, todo está fenómeno’. Y bajo esa directiva también nos autorizó el obispo de Comodoro» relató el prestador.
A partir de allí hubo que aceitar la dinámica para llevarlo a cabo. «En dos días ‘acuatizamos’ al padre Juan Gabriel. Le adecuamos la burbuja submarina».
Esa estructura era de otro buzo histórico, Ricardo «Pinino» Orri. «Activamos ese elemento porque pensamos que sería fantástico, ya que el sacerdote no tendría que usar equipo de buceo sino que se metería allí, y el agua le quedaría a la altura del pecho. Tendría un traje de buzo y arriba una sotana. Llevaría un hidrófono y le plastificaríamos las lecturas, para que pudiera verlas abajo del agua, mientras nosotros, junto a un grupo de buceo, lo guiaríamos».
Al final todo salió bárbaro. «De esa primera edición, que se hizo de día, participaron más de 50 buzos» apuntó.
Hoy la actividad creció, pero sigue más vigente que nunca, y se tornó «anfibia». Es que ahora comienza en la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús, frente a la Plaza San Martín. Las primeras ocho estaciones están en tierra, en distintos puntos de la ciudad, hasta llegar al Muelle Comandante Luis Piedra Buena. Allí se sumerge una enorme cruz de cuatro metros de alto. Las restantes estaciones son subacuáticas, a lo largo de 500 metros bajo el agua y ocho de profundidad. El sacerdote, como en los inicios, va relatando todo a través de un hidrófono, mientras que buzos profesionales cargan la cruz.
“Es muy emocionante, cuando anochece la gente enciende velas cubiertas con tulipas y el mar se ilumina con la cruz y otras luces que llevan los que participan, desde el agua y la tierra. La postal se completa con las voces de los coros y la gente que acompaña» dijo Cecilia Pavia, la actual secretaria turística de Madryn, al promocionar la edición que se realizó este año.
La última reflexión quedó para Popey. «Pensar que nos dijeron que era una locura. Pero el turismo es eso, animarse a soñar» finalizó, conforme.
Por Vanesa Miyar para Diario Río Negro