Estamos hablando de la década del 40, de otras épocas… sin Tv, ni computadoras, ni play, ni CD, ni DVD, ni celulares, nada de los tantos y tantísimos recursos con los que contamos hoy; por los niños, jóvenes y hasta adultos se las ingeniaban para no aburrirse. Esto nos contaron:
En una época del año comenzaban los carnavales. Los chicos jugaban con agua y serpentinas. Mucho papel picado, desfilaban los caballos, autos con orquestas tocando dentro y vagonetas. Era una fiesta que se hacía todos los sábados de febrero por la tarde, mientras durara la luz natural ya que no había luz eléctrica. Creemos interesante citar aquí una anécdota que nos relatada el Dr. Atilio Viglione en su estancia como médico de esta localidad. “Era un día sábado hermoso por la tarde… yo me puse mi traje blanco hasta zapatos blancos y decidí salir a dar una vuelta por el pueblo… de repente unos muchachos me tomaron en brazos y me tiraron al canal, se estaba festejando el carnaval… primero me enfurecí… pero después… claro era la fiesta del carnaval, nadie se enojaba”.
Los domingos, como ya dijimos, estaban destinados al culto. Pero luego las familias permanecían en las capillas o en una chacra cercana para pasar momentos de alegría juntos, compartiendo comidas, charlas, carreras, juegos, cantos, etc.
Otro capítulo merecían los bailes de entonces, primero en las chacras particulares, no decía, a una que contara con una buena “enramada” y el aviso para pasar el mensaje de boca en boca, luego se pudo contar con el exgalpón del ferrocarril. Los bailes eran familiares. Y a falta de tecnología, primero se bailaba al compás de la vitrola luego ya los aficionados a algún instrumento comenzaban a brindar acordes… “todos tocando de oído nomas”. Pero empezaron a perfilarse las orquestas, una que tuvo su lugar en los encuentros valletanos fue la orquesta de Murúa.
Pero luego llega de Buenos Aires don Domingo Celano, el MAESTRO DEL BANDONEÓN, fue él quien organiza una orquesta compuesta por los mejores músicos de la zona; transformándose en la única orquesta de todo el valle.
Allí la diversión era absoluta, el repertorio amplio y el empeño y responsabilidad de los músicos era impecable. Nos llamó la atención el respeto y el recuerdo intacto que mantiene la gente mayor al dirigirse a este músico, pionero de las orquestas de la zona, “don Domingo Celano”
Párrafos extraídos de “La historia a través de las palabras”, del Instituto Williams Morris