Había tropas de diez, quince, veinte carros cargados de bolsas y cajones, en fila y levantando polvo permanentemente, cruzando campos aún sin alambrar. Salían en fila por la calle 25 de Mayo, hacia abajo, camino al arroyo, para luego buscar la huella que conducía al Nahuelpan. Primero, las cargas, luego los mates, la charla prolongada, los aprontes, la revisión final de ejes y ruedas, bultos y mulas. Encomiendas y cartas que se llevaban a particulares junto con los demás frutos del país; y sobre todo los vicios para el viaje, carne seca, yerba, azúcar y café, legumbres y papas, algo de harina…
Una fotografía vieja nos muestra una tropa de once carros y vagones tirados por mulas saliendo de la calle 25 de Mayo; en ésta sólo se ven dos casas pequeñas y alambrados; los carros iban cargados con harina de Trevelin con destino a Santa Cruz.
Hasta la década del ’30 la mayoría de los caminos eran huellas de esos carros que sinuosamente cruzaban los campos pasando por aguadas, arroyos y zonas de pasto para los animales. La existencia de estas rutas primitivas se vinculó directamente con la presencia de los “boliches de campo”. En Esquel había muchos depósitos de alimentos para animales y herrerías. Muchos caballos, carros, carretas, suris; todos los negocios tenían palenques.
Más tarde, la construcción de caminos fue rompiendo lentamente el aislamiento geográfico y favoreció el desarrollo de la economía, tanto para la salida de los frutos del país como para agilizar el comercio de aquellos productos que la región necesitaba y esperaba desde el norte de la Patagonia. Las nuevas rutas enripiadas sustituían las viejas y sinuosas “huellas” de carros. Las décadas del ’30 y del ’40, ya creada Vialidad Nacional en tiempos del general Justo, trajeron consigo importantes novedades en cuestiones de rutas, con el lógico alborozo de la población.
En la década del ’40, no obstante algunos progresos, salir a la ruta tenía su dosis de aventura; se sabía cuándo era la partida, tras serios preparativos y ajustes, pero no era seguro cuándo se regresaba. El impulso dado por el régimen conservador al sistema vial en la Patagonia se inscribe en dos aspectos económicos. Uno, la relación directa entre la producción de lanas y carnes con el comercio exterior, ya que los nuevos caminos vinculaban fundamentalmente las estancias con los puertos, por donde se exportaban lanas y carnes, base de la producción agropecuaria de la región. El otro, la intervención estatal dentro de un esquema típicamente liberal. Las rutas en construcción iban de la mano con el desarrollo del transporte automotor, en esa etapa, con vehículos importados.
Es casi legendaria la fama de los Hnos. Paredes y su empresa de transporte de pasajeros “La Rápida” en las décadas del 30 y del 40. Esta actividad se debilitó a partir de 1945 cuando había llegado el ferrocarril a Esquel y ya habían mejorado los caminos y el transporte de pasajeros hacia el Sur quedó a cargo de la empresa Giobbi. La empresa empezó a trabajar en 1927 a cargo de los cuatro hermanos Paredes. Se llamó entonces “La Rápida”, y transportaba pasajeros y encomiendas hasta Ing. Jacobacci. Había que vadear ríos y recorrer caminos difíciles. Los automóviles que circulaban eran de varias marcas, importados, pero reforzados en Esquel para aguantar el maltrato de los caminos. Esos “colectivos” empezaron siendo automóviles, los colectivos llegaron en la época del 40. También se hacían viajes por Tecka, Gobernador Costa y José de San Martín hasta Nueva Lubecka. También tenían coches de carrera.
Varios vecinos adquirían camiones para realizar diversos trayectos. Tomás Larrinaga compró algunos camiones marca Internacional y hacía todo el recorrido por las estancias, en distintas direcciones. En los primeros tiempos, el automóvil fue un artículo de lujo, propio de sectores acomodados: comerciantes, estancieros y profesionales. Todo elemento que caracterizara al progreso era novedad. Lena Freeman recuerda que “…el primer avión llegó aquí en 1933 y bajó en donde hoy se encuentra la Sociedad Rural y el Hipódromo. Ese era el campo de papá y tuvieron que pedir permiso para aterrizar allí, sacaron alambrados para hacer la pista más larga.”