jueves, 10 de octubre de 2024

Miguel Ellencoff fue capataz del ferrocarril. Con 21 años, en 1929, viajó en barco a Argentina para escapar de la pobreza y las guerras. Desconocía el idioma local, las costumbres. No tenía familia ni amigos. Comenzó a trabajar en la construcción. Tras una década, buscando nuevos horizontes llegó a Río Negro, donde ingresó al ferrocarril económico. Estuvo en Ingeniero Jacobacci, El Maitén, Leleque, Nahuelpán, finalmente Esquel donde se radicó definitivamente y formó su familia con Rubelinda Flores. Tuvieron cuatro hijos. Falleció en 1990.

Teodoro Moneff nació en Gorne Luka, Bulgaria; llegó a Esquel en 1936; también trabajó en el ferrocarril; luego ingresó a Obras Sanitarias de la Nación. Tuvo su chacra en 9 de Julio y Holdich, Esquel. Falleció en 1968.

Donche Pavlovich apareció en un breve reportaje de enero de 1960 en el diario “Esquel”, con el título “Donche Paulovich: un obrero yugoslavo en la Patagonia”, que resumía su vida. Había llegado a la Argentina en 1924, colocando durmientes y rieles en el ferrocarril de Ing. Jacobacci a Esquel, y anteriormente, trabajado también en Salta, Chaco, Santa Fe y Córdoba. Como ocurrió con otros inmigrantes, su familia quedó en Yugoslavia. En el reportaje, Donche comentaba los trabajos realizados, las duras épocas vividas, tiempos de agitación y luchas obreras. En 1959 adquirió Carta de Ciudadanía; finalmente fue un jubilado más, con bajos ingresos.

Boris Ivanoff llegó de Bulgaria y se asentó con numerosos connacionales en la línea férrea en construcción desde Jacobacci. Formó familia con una mujer criolla y siguió relativamente ligado al tren al afincarse en Esquel, al instalar frente a la estación el Hotel Ferroviario, durante varias décadas con gran movimiento de pasajeros. También atendía el bar del hotel, centro de reunión de gente en tránsito y parroquianos locales, incluso búlgaros.

Boris Netmovitch nació en 1906 en Macedonia. En 1924 escapó con otros compatriotas en la bodega de un barco y llegó a la Argentina. Tras un año viviendo en Buenos Aires, con otros extranjeros de diversos países, ingresó a diversas líneas férreas por las provincias, hasta llegar a la construcción del ramal desde Jacobacci. En 1938 conoció a Estela Andrades Hernández; tuvieron seis hijos y cuando nació la primera fue de chacarero al campo, en Fofo Cahuel, cerca de Cushamen, Chubut. También fue encargado de distintas chacras hasta 1963. En ese mismo año solicitó un campo, por el cual pagó pastaje para ser propietario. Viudo en 1995, tres años después sufrió un ataque de presión que le quitó movilidad; permaneció en silla de ruedas y falleció en el año 2001.

Asimismo, Pedro Givcoff tuvo campo, Zacarías Cenoff instaló en Esquel el Hotel “Zacarías”, ya inexistente, y Nicolás Naumovich fue el dueño del local de comidas “La Balcánica”.

Por su parte, en las pocas ediciones del periódico “El Obrero de Esquel” de 1941 hallados y analizados hasta el momento, se leen numerosos apellidos de origen eslavo, sean checos o polacos y obviamente balcánicos, casi todos ellos ligados al trabajo de construcción del ferrocarril, tal como suelen aparecer en muchos expedientes judiciales de la época, por ejemplo, en los de accidentes de trabajo, también en ámbitos ferroviarios en esos años. Una lista solidaria del Comité Ucraniano de ayuda a la URSS, en tiempos de guerra, bajo el enunciado de solidarios “…con la justa lucha del Pueblo Soviético contra brutal agresión nazista…” en aquel periódico gremial se encuentran a Eugenio Moicechuk, Gregorio Panasiuk, Fedos Caruk, Elías Lurcarik, Timoteo Martiniuk, Teodoro Micoff, T. Marcoff, E. Cenoniak, A. Illieff, Estanislao Husminiuk, Marco Mazuran, Jorge Yelovich y algunos más de similar origen junto a otros trabajadores no eslavos ni balcánicos. En las listas de afiliados al sindicalismo local que se publicitan en esas páginas también se lee a: Juan Majaylovich (tractorista), Pablo Blajevuch, Sterio Tonevich, Lambo Staurovich, Marcos Lendich y Antonio Traichevich (jornaleros), Mateo Franich, Milenco Glavas y Martín Failevich (carpinteros), Nicola Mutnovich (armador), Pando Micivich (de pico y pala), entre varios más.

De manera provisoria, se puede afirmar que existen ciertas líneas generales que caracterizan a este grupo de balcánicos en la ciudad de Esquel:

  • Hacia 1920, aproximadamente, impulsados por temor de nuevas guerras, en una región asolada por matanzas y persecuciones étnicas y religiosas, contiendas internacionales bajo el influjo poderoso de las grandes potencias de Europa, sus alianzas y rivalidades en constante inestabilidad, diferencias impuestas por el ya derrotado y prolongado dominio turco, muchos grupos de yugoslavos, búlgaros, y en menor medida, albaneses, húngaros, rumanos y griegos, se decidieron a emigrar a América y llegaron a Argentina y luego a la Patagonia.
  • La gran mayoría se dedicó a trabajar en las construcciones de líneas ferroviarias, en este caso en el ramal de trocha económica de Ingeniero Jacobacci a Esquel; lo hicieron bajo condiciones laborales muy duras, en especial por el clima, viviendo en carpas. La mayoría de ellos se registró como peón de cuadrilla, cocinero o asistente de cocina. Posteriormente fue común afincarse en la zona del ramal, en especial en El Maitén, y emplearse o ser tomados por el Estado nacional como ferroviarios, lo que les permitió contar con sueldos seguros, buenos ingresos fijos, acceso a la vivienda y el crédito y ahorros personales, al amparo de políticas propias del Estado benefactor.
  • Muchos de ellos se trasladaron a Esquel, casados con mujeres de origen chileno, criollo o mapuche, y formaron nuevas familias de cultura mixta. Con sus ahorros abandonaron el ferrocarril para ingresar a actividades independientes: comercio (comidas o comestibles), servicios (hotelería) y en algunos casos, otro empleo estatal.
  • En sus familias no predominaron las pautas culturales ancestrales de los sujetos masculinos y tampoco hubo imposiciones religiosas propias de sus países de origen. No sobrevivió la lengua natal ni hubo imposiciones sectoriales endogámicas (matrimonios entre hijos de eslavos). Esto ha facilitado la dispersión y la pérdida del apellido eslavo en muchas familias, lo que dificulta su búsqueda.
  • No se registran asociaciones mutualistas por nacionalidad y el grado de integración a la comunidad esquelense fue alto; se dio muy poca o escasa participación política, gremial y social-comunitaria. Subsistían diferencias de origen nacional, especialmente entre búlgaros y yugoslavos, reiterando los sentimientos de animosidad recíproca que se daban en Europa.

 

  • Existió ayuda familiar, estímulo y apoyo económico para emigrar, pero muchos casos se produjeron gracias al apoyo de redes parentales. Este proceso no se repitió una vez instalados en la zona; tampoco regresaron a sus países de origen sin que ello implicase perder el contacto epistolar con las familias de Europa o lo que quedaba de ellas después de las guerras regionales y la segunda mundial.

 

  • Hacia fines del siglo XX todos estos sujetos cuyas familias fueron entrevistadas y otros mencionados por los informantes habían fallecido. Las fuentes orales corresponden a hijos cuyas edades oscilan entre los 50 y 55 años, los cuales nacieron después de la experiencia ferroviaria, por lo que este aspecto de las biografías de protagonistas es el más débil.

 

  • Muchos de estos y otros trabajadores de origen balcánico y de Europa Oriental se afincaron luego en la región, no todos en Esquel y de los mencionados muy pocos registran descendencia familiar en la ciudad, sea porque se mudaron, sus apellidos se perdieron a través de descendencia femenina o simplemente fallecieron. No obstante, este sencillo relevamiento permite entender al menos dos aspectos interesantes: en principio, fueron muchos los migrantes de origen eslavo y en especial de los Balcanes, y además, la gran mayoría perteneció a sectores subalternos, trabajadores de baja calificación o entrenados para las rudas tareas de la construcción del ramal del ferrocarril en la zona.

 

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