Tres días después del último viaje a Facundo, en Comodoro, me contacté con Tomás García. Era un anciano de 92 años que nació en España y que residió la mayor parte de su vida en inmediaciones de Facundo.
El día acordado para la entrevista me recibió Dolores Fernández, de 80 años de edad, quien también vivió toda su vida en el pueblo. Su padre era el español que fundó Facundo. Ninguno representaba su edad real. Para mi sorpresa, conocían a mis ancestros. El lote que había sido de José Graña ahora pertenecía a un sobrino de García. La estancia de la que pasó a formar parte se llama El Pedrero y me describió en detalle el asentamiento de mi bisabuelo, que estaba abandonado. Un detalle muy importante, era que el lote se recostaba sobre la margen opuesta de donde habíamos buscado con tanto esmero.
El haber recorrido tanto tiempo el valle en busca del lote, sin un testimonio que sirviera de brújula, imprime una cierta sensación de desamparo. Que apareciera alguien con información tan certera después de tanta distancia y tiempo insumido, provocaba una angustiosa mezcla de fastidio y alivio. Pero el andar con rumbo incierto sirvió para acceder a gente y lugares que de otro modo jamás hubiese conocido. A todo se le puede encontrar el lado positivo.
Recordaban con pesar la muerte de María, mi bisabuela, aunque no sabían que también habían fallecido dos de sus hijas. Dolores me comentó que los vecinos planearon intentar adoptar a mi abuela y a su hermano. Dolores fue compañera de mi abuela en el colegio de Facundo. Se interesó por saber qué era de la vida de ella y su hermano.
En cuanto a la familia Morgan, María, la madre de mi abuela, trabajó cuidando los hijos de los Fernández. Juan Morgan era de piel trigueña, flaco y alto. Su pelo era canoso y lo sujetaba con una vincha. Le decían “el Pancho viejo” y él mismo se llamaba Cachiman o Kachman (en mapuche, cachi: sal; y Mañ: cóndor. Es decir, “cóndor salado”). Juan Morgan descendía del linaje de los cóndores, uno de los más antiguos de Patagonia. El apellido Morgan debía ser adoptado o impuesto por las autoridades; algo muy común entre los indígenas.
Dolores se esmeró en la narración de las peripecias de la vida de su padre, a quien consideraba que aún no se lo había reconocido como es debido. En plena adolescencia José Fernández fue obligado por su padre a enrolarse en el ejército español. De un día para otro se encontró peleando contra los cubanos que buscaban independizarse de España. Fernández se desempeñó como enfermero y alcanzó el grado de teniente. Al promediar los treinta años de edad, cansado de convivir a diario con la muerte, desertó y Se embarcó con destino a Sudamérica. Se estableció en Trenque Lauquen, en la provincia de Buenos Aires. Allí conoció a la mujer que sería la compañera de toda la vida. En 1903 decidió trasladarse a la Patagonia en busca de tierras, donde la mayor parte del territorio permanecía despoblado. En 1904 desembarcó en la entonces aldea de Comodoro Rivadavia y algunas semanas después, explorando la región, arribó al valle de Colonia Ensanche Sarmiento, donde decidió establecerse. Transcurridos diez años, se convertiría en el fundador del pueblo Colonia Ensanche Sarmiento, rebautizado Facundo en 1948.
A Dolores la contrariaba la decisión adoptada por su padre de radicarse en la región. Por aquellos años el valle y los alrededores estaban completamente aislados. A la zona la caracterizaba como semi desértica, visualmente fea, de clima extremadamente rudo y Patagonia azolado por animales como pumas y vacas salvajes. Dolores estaba recopilando información para escribir un libro basado en la historia de su familia.
Acordamos un futuro encuentro con mi abuela.
Libro “El Valle de los ancestros”, de Alejandro Aguado