Ya se tuvo un adelanto de lo que se avecina con la vuelta de Trump. La llegada de Javier Milei a Río, tras su participación en el banquete de victoria en la residencia de Trump en Mar-a-Lago, en Palm Beach. Tras ser fotografiado con Trump y el hombre más rico del mundo, Elon Musk, bajo los candelabros del salón de baile de la suntuosa mansión en Florida, el presidente argentino dejó entrever que pretendía borrar del comunicado del G-20 la propuesta de crear impuestos sobre el patrimonio de los multimillonarios a escala mundial. Argentina se ha retirado también del Acuerdo de París.
Crece la preocupación en el Gobierno de Lula de que Milei pretenda firmar un acuerdo de libre comercio con el gobierno de Trump, saltándose las normas del Mercosur, el bloque comercial compuesto por Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay. Según informó el domingo el diario O Globo, “la delegación argentina quiso modificar las posiciones acordadas por todos los demás países”.
Aparte del impuesto a los superricos, la delegación argentina se negó a firmar una declaración sobre la guerra en Ucrania que no condenara a Rusia y rechazó todos los asuntos vinculados a la agenda 2030 de las Naciones Unidas, como la pobreza, la desigualdad y la crisis climática. Emmanuel Macron visitó Buenos Aires, antes de desplazarse a Río de Janeiro, para reunirse con Javier Milei, en busca de un acuerdo.
Pese a los obstáculos, el Gobierno de Lula aún cree que se pueden lograr avances. “Vamos a trabajar por el consenso, pero no es imposible que ellos [los argentinos] se desalineen del consenso”, dijo Tatiana Rosito, la secretaria de Asuntos Internacionales del Ministerio de Hacienda, en una entrevista concedida al diario O Globo. Rosito cree que un consenso en el G-20, aunque no incluya a Argentina, puede crear “un tablero diferente para el futuro”.