El presidente de Energía Argentina (Enarsa), Agustín Gerez, está a sus 35 años frente al desafío de su vida: es el responsable de que el Gasoducto Presidente Néstor Kirchner (GPNK) esté inaugurado a mediados de 2023 y pueda generar un ahorro de importaciones cercano a los 3000 millones de dólares, que evitaría una crisis cambiaria a meses de las elecciones.
Funcionario cercano a la vicepresidenta Cristina Kirchner, logró una buena relación con el ministro de Economía, Sergio Massa, que elogió recientemente su trabajo en un acto público.
– ¿En qué situación está hoy la construcción del gasoducto?
– Los contratistas están movilizando máquinas y armando los campamentos en las zonas de obras. En el PK 60 (a 60 kilómetros de Tratayén -Neuquén-, de donde empieza el gasoducto, siguiendo la traza), está instalada una planta de doble junta de Techint y SACDE para soldar industrialmente los caños de 36 pulgadas de 12 metros de largo, para llevarlos a 24 metros y obtener un ahorro de tiempo en la construcción, después del desfile de caños.
La semana que viene empiezan a fabricarse los tubos y sale el primero de la planta de SIAT Tenaris en la localidad de Valentín Alsina, Buenos Aires. Y a partir de allí empieza la logística del acopio de caños. Para fines de octubre está prevista la apertura de pista (limpieza del terreno para hacer la zanja y el desfile).
Una vez hecha la apertura de pista y el desfile de caños, ahí también se van a realizar por primera vez en Argentina soldaduras automáticas para disminuir los tiempos de producción y tener el gasoducto operativo para el 20 de junio de 2023.
– ¿Cuál es su principal preocupación o el desafío más grande para esta obra?
– De lo que pueda depender de nosotros, ninguna. Hay imponderables como el clima u otros imprevistos que puedan afectar a la economía.
– Habían algunas licitaciones que faltaban adjudicar, ¿cómo se va a resolver?
– Ya está todo resuelto. Para las mantas termocontraíbles dimos de baja una licitación y las incorporamos como parte de las obligaciones de los contratistas. Y para las válvulas hicimos una adjudicación directa a Cameron, una empresa de Schlumberger (al mismo precio que habían licitado, pero con los términos y condiciones de la ley argentina en lugar de tener jurisdicción en Texas, Estados Unidos); mientras que Worcester ganó una licitación.
– ¿Qué costo total tiene el gasoducto Néstor Kirchner de Vaca Muerta y sus obras complementarias?
– Los 5 renglones, junto a los caños y las tres plantas compresoras con sus turbocompresores tendrán un costo total de 2800 millones de dólares. Desde el 20 de junio de 2023 vamos a sumar 11 millones de metros cúbicos por día de gas natural (MMm3/d); a partir del 9 de julio, 5 MMm3/d más; y luego del 17 de agosto del próximo año, otros 5 MMm3/d más, para un total de 21 MMm3/d de nueva capacidad de transporte de gas. Estamos adelantando la construcción de plantas compresoras que estaban previstas para la segunda etapa.
– ¿Cómo es el financiamiento de estas obras?
– Tenemos casi u$s 600 millones del Aporte solidario y extraordinario para ayudar a morigerar los efectos de la pandemia (“aporte de las grandes fortunas” o “impuesto a la riqueza”) y otros cerca de u$s 500 millones de la venta de centrales termoeléctricas en 2019 (Brigadier López a Central Puerto y Ensenada de Barragán a YPF y Pampa Energía), que estaban invertidos en colocaciones financieras en el Fondo Pellegrini. El resto son Aportes del Tesoro Nacional.
– Si lo financia el Tesoro con sus fuentes financieras como recaudación de impuestos, deuda o emisión monetaria, ¿por qué no se hizo antes?
– No hay que preguntarse por qué no se hizo antes, sino alegrarse de que se tomó la decisión de avanzar en un proyecto de esta envergadura, que es transformador para la Argentina, su matriz energética, la macroeconomía y la microeconomía.
Si no estuviera el gasoducto, las importaciones de energía en 2023 treparían a u$s 12.300 millones; pero si proyectáramos que tenemos desde el 1 de enero el tramo Tratayén – Salliqueló obtendríamos un ahorro del 44% y el costo de importaciones pasaría a u$s 6900 millones; con la primera planta compresora, de Tratayén, el ahorro salta a 58% (u$s 5148 millones); y con la segunda planta, un ahorro del 69% o un costo de u$s 3800 millones en importaciones.
La energía es una política de Estado. Este proyecto es fruto de otra decisión política que nació hace 10 años, en 2012, con la recuperación de YPF, sumado a los Plan Gas para incentivar la oferta. Eso hizo que en 2019 tuviéramos el primer gran salto de producción en Vaca Muerta gracias a la Resolución 46/2017 y el desarrollo de Tecpetrol en Fortín de Piedra.
Después vino el Plan Gas de 2020, que generó que este invierno e incluso el año pasado se saturara la capacidad de transporte. La obra del gasoducto no hubiera sido posible hace 10 años, porque no había tanta producción de gas. La saturación de la capacidad de transporte de gas es fruto de una decisión del Estado de incentivar a la producción, porque le aporta mucho a la economía argentina, al desarrollo industrial y humano.
– A mediados de agosto sacaron una licitación para la segunda etapa. ¿Cuáles son los plazos?
– El jueves 13 de octubre se abren los sobres de ofertas para la ingeniería básica y a fin de mes vamos a adjudicar. Desde entonces, el adjudicatario tendrá 45 días para presentar la información básica de la traza del gasoducto y con eso podremos licitar la compra de tuberías. Después habrá otros 45 días para terminar un informe final.
Estamos trabajando para la segunda etapa en una línea de financiamiento con el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) de Brasil para comprar las chapas de los caños, ya que este proyecto es importante para la región y sobre todo para ellos. Brasil puede ser potencial cliente del gas de Vaca Muerta. El Ministerio de Economía también está explorando financiamiento de organismos multilaterales de crédito, entre ellos del Banco de Desarrollo de América Latina (ex Corporación Andina de Fomento, CAF).
Además, buscamos que bancos privados puedan aportar financiamiento y que las propias petroleras pongan dinero para hacerlo.
La segunda etapa consta de la extensión del Gasoducto Néstor Kirchner desde Salliqueló (Buenos Aires) hasta San Jerónimo (Santa Fe), por 486 kilómetros; la reversión del Gasoducto Norte; la conexión entre San Jerónimo y el Gasoducto del Noreste Argentino (GNEA); la conexión entre el GNEA y el Gasoducto Norte; y la ampliación del GNEA por un costo total de 1900 millones de dólares.
El escenario ideal sobre el que nos gustaría trabajar es que licitaríamos los caños a mediados de diciembre de 2022 y para marzo de 2023 publicar la licitación de la obra, para que la segunda etapa esté lista en el invierno de 2024 con un volumen de 39 MMm3/d de capacidad nueva de transporte de gas natural. Necesitamos cerrar el financiamiento antes de marzo del año que viene.
– ¿Cómo van a reemplazar el Gas Natural Licuado (GNL) que no llegará a la terminal de regasificación de Bahía Blanca, luego de que Finlandia contratara ese buque (Exemplar, de Excelerate Energy)?
– Hay una alta demanda de los barcos regasificadores a nivel global, por la guerra de Rusia con Ucrania y las sanciones de Europa que impulsó este negocio del gas licuado. La planificación que hizo la Subsecretaría de Planeamiento Energético de la Secretaría de Energía definió que en 2023 se pueda sustituir con combustibles líquidos (gasoil y fuel oil para las centrales termoeléctricas), como ya se hizo en 2019 después de la partida del buque de Bahía Blanca. (NDR: Habitualmente los líquidos eran más caros que el gas licuado, pero ahora están más baratos, por lo que habría un menor costo de importaciones y menor gasto fiscal, a cambio de una matriz más contaminante, por la escasez de gas a nivel mundial).
Otro dato a tener en cuenta es el nivel de los embalses de los ríos, que hoy están por encima de los promedios anuales. La represa hidroeléctrica de Piedra del Águila, en Neuquén, en 20 días podría estar a cota máxima de seguridad. Calculamos para el invierno que viene un ahorro equivalente de 4 MMm3/d por el uso del agua de las centrales hidráulicas.
Adicionalmente, la mayor cantidad de lluvias en Brasil recuperó los niveles de los ríos y tiene un impacto sobre la represa de Yacyretá.
El resto de la sustitución de importaciones será con la habilitación del gasoducto Néstor Kirchner de Vaca Muerta; es decir, con producción local.
– ¿Cuál es el costo de importación que estiman para 2023?
– Necesitamos comprar 29 buques que llegarán todos al puerto de Escobar (al regasificador Expedient) a 55 dólares por millón de BTU en promedio, lo que implica un costo total cercano a los 3350 millones de dólares.
– Por fuera del gasoducto y el gas licuado, ¿qué otras prioridades tienen?
– El mejoramiento de la infraestructura energética es prioritario en todos sus aspectos. Estamos llevando adelante el GNEA, que es una obra de reivindicación de todo el Noreste. A fin de mes vamos a inaugurar la llegada de gas a Formosa por primera vez en toda la historia, y así equiparamos a los ciudadanos de la región con otros habitantes de centros urbanos que gozaron de servicios públicos durante toda su vida. Este insumo tan crítico les va a permitir a los gobernadores provincias desarrollar políticas de incentivos productivos e industriales.
Las represas hidroeléctricas de Santa Cruz también son estratégicas, van a adicionar 1300 megavatios (MW) de potencia al Sistema Argentino de Interconexión (SADI).
Tenemos hecho el 37% de la represa Jorge Cepernic, que va a empezar a generar energía en el primer trimestre de 2024 con una turbina de 160 MW, y el 20% de la represa Néstor Kirchner, que va a despachar desde el primer semestre de 2027. Estamos cerrando la reactivación de los desembolsos de China.
Todas las obras que incorporen hidrocarburos y generación de energía eléctrica y permitan sustituir importaciones son estratégicas.