viernes, 11 de octubre de 2024
La misma comisión creada por ley Nº12.167/ 1935, aparte de ser responsable de los monumentos de Buenos Aires y Tucumán, acompaño esta iniciativa.
A cargo de la obra estuvo el reconocido escultor, Alfredo Bigatti, que también supo trabajar en el Monumento a la Bandera en Rosario. Su participación resultó de la convocatoria que abrieron los ingenieros Eduardo y Enrique Lanús con Federico Woodgate, tras ganar el concurso de proyectos.
Llamativamente, en el diseño, el rostro del ex-presidente fue lo único que quedó afuera del homenaje. Sólo su nombre perdura en la dedicatoria: “El pueblo argentino al general Julio A. Roca, al Ejército y Marina Expedicionarios, incorporaron a la Patagonia a la actividad de la Nación. 30 de Noviembre 1878 – 24 de mayo 1879”.
Fue inaugurado el 2 de febrero de 1947.
De hormigón armado y revestida con ladrillo a la vista, la estructura mayor por su parte funcionó como faro, cobijando una escalera interior de 138 peldaños y exhibiendo varias figuras simbólicas: el escudo nacional, una cariátide representando a la Patria, los inmigrantes y los, en esos momentos identificados como indios.
Su ubicación recuerda el acampe militar, pero también es estratégica, por la vista panorámica que posee.
Recordemos:
En el atardecer del 24 de mayo de 1879, Roca y sus subordinados que integraban una de las cuatro columnas, divisaron la inmensidad del paisaje. Habían partido desde Azul (provincia de Buenos Aires), el 18 de abril de ese año, y un mes después se encontraban en la costa con el contralmirante Martín Guerrico y sus hombres a bordo del vapor “El Triunfo”.
Hicieron noche allí, para celebrar al día siguiente el 69° aniversario de la Fiesta Patria.
La coincidencia de fechas fue planeada por Roca, la carga simbólica era para él un aporte valioso en su carrera por conseguir la presidencia de la Nación, cargo que ocupó un año después.
Sin esa campaña, hoy no tendríamos Patagonia Argentina.
Por Miguel Ángel Martínez
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