Lograr desarrollar la industria pesquera generando productos de valor agregado listos para ser consumidos con la consecuente generación de empleo, es uno de los grandes desafíos que tiene nuestro país. Las capturas de langostino fresco se exportan mayoritariamente en presentaciones de bloque de colas o en envases de dos kilos, mientras que en países como Perú, Marruecos o China se realiza reprocesamiento del crustáceo ocupando a miles de trabajadores. Una situación macroeconómica desfavorable, falta de incentivos y condiciones laborales en terceros países que rayan la competencia desleal, impiden dar el salto hacia la elaboración de productos más sofisticados. Pese a ello, algunas empresas hacen el esfuerzo y se esperanzan en lograr un contexto favorable para ocupar las góndolas del mundo con productos elaborados en Argentina.
Como señalamos, Perú es uno de los destinos de las colas de langostino y una de las empresas en las que se procesa es Altamar, ubicada en Paita, una ciudad del norte, casi lindando con Ecuador. A partir de la materia prima que reciben de Argentina realizan productos, “pelado y devenado; pelado y devenado con cola; easy peel; empanados y también tenemos servicio de empaque, haciendo productos de consumición final para otras marcas”, describe Fabrizio Beilla, directivo de la oficina de ventas que tiene la firma en Estados Unidos.
Durante seis días a la semana trabajan en Altamar 2500 empleados en dos turnos para abastecer la demanda en Estados Unidos y Europa. Toda la materia prima de langostino salvaje y natural se la provee nuestro caladero. Los motivos por los cuales es posible realizar productos elaborados en Perú y no en Argentina pueden explicarse por una mayor estabilidad económica e índices bajos de inflación que lo hacen competitivo en el mercado, pero también por unas condiciones laborales muy poco favorables para los trabajadores.
La empresa les provee trasporte, desayuno, almuerzo y cena, “es una gran familia, nosotros cuidamos de ellos y ellos de nosotros, va de la mano. Es la política de empresa que impuso su dueño Alberto Pescatore, la gente quiere trabajar en Altamar”, asegura Fabrizio Beilla.
Pero también aclara que “Perú no tiene sindicatos” y que parte de los trabajadores son empleados en relación de dependencia y otros tienen contratos temporales con empresas que brindan el servicio. Aunque prefiere no hablar del sueldo, es sabido que se encuentra en torno a los 300 dólares mensuales.
“El peruano es muy trabajador, excesivamente trabajador, trabajan entre diez y doce horas por día, es cultural, no tenemos problemas de conflictividad. Es una mano de obra súpercalificada, muy responsable y se hace más fácil trabajar con ellos, esa es una de las fortalezas que tiene Perú” y que los ha convertido en el destino de procesamiento del pescado de muchos países, dice Beilla.
Competir con estas condiciones resulta muy difícil para Argentina. Pero para que ello acontezca es necesario que distintos resortes de la política nacional respondan a un modelo de desarrollo. Por el momento las condiciones están siendo muy complicadas para quienes lo intentan.
Gustavo Casanova, gerente de Arbumasa, señala al respecto: “No se puede competir con Perú, es muy difícil, nosotros estamos trabajando el fresco en tierra desde hace cuatro años, venimos trabajando cada vez más fuerte y apostando a ese negocio paro no logramos llegar al escalón de mayor valor agregado, llegamos al bloque, al empaque de uno o dos kilos, pero no podemos dar ese paso adicional de un pelado devenado, easy peel, básicamente porque nos quedamos fuera de mercado porque no somos competitivos. No es solo el sueldo, son las cargas sociales, temas impositivos y hasta problemas macroeconómicos los que te dejan afuera”.
La firma Iberconsa viene procesando langostino desde hace varios años y ha sido la primera en procesar en Mar del Plata. Juan Pablo Basavilbaso, su gerente, asegura que “con Perú solo se puede competir con medidas de incentivo, hoy somos un país muy caro. Tenemos una brecha cambiaría por la que nos entran los dólares a 150 y los sueldos se actualizan por inflación, el dólar se va a mover en el año un 50% y la inflación un 90%, eso nos va haciendo cada vez más caros y menos competitivos con Perú, con Marruecos y con China. No somos los más baratos, pero además tenemos un tipo de cambio que no reacciona con la inflación y nos volvemos muy caros. Lo bueno es que estamos en el origen del producto, pero no alcanza”.
No alcanza estar cerca del recurso y no alcanza la reducción de aranceles para los productos elaborados, que tanto Basavilbaso como el ejecutivo de Pescanova Javier Díaz López reconocen como ayuda de la administración. “Para que el procesamiento en Argentina crezca debe tener unos costos competitivos, si no es muy difícil. Si alguien puede presumir de valor añadido en la marca es Pescanova, pero necesitamos una oferta de país competitiva y hoy los costos no dan, la inflación la sufren los trabajadores y le quita competitividad al país”, señala Díaz López.
“Para hacer productos y no solo con el langostino, también con otros como la merluza, la anchoa, hay varias condiciones que deben cambiar. Puntualmente sobre la mano de obra hay que hablar con el sindicato y decirles cuáles son las condiciones que necesitamos. No estamos diciendo que cobren lo que cobran los trabajadores en países de Centroamérica o asiáticos, pero evidentemente hay productos que valen más y otros que valen menos, por lo que hay que distribuirlos sobre esa razón de mercado. A lo mejor, todos tenemos que sacrificar una parte para poder arrancar”, señala Ventura La Fuente, presidente de Estrella Patagónica que tiene una importante planta de procesamiento en Puerto Madryn.
El empresario sostiene que ellos están muy interesados en hacer valor agregado y por eso celebra que las máximas autoridades de Chubut hayan sido partícipes de Conxemar porque les permitió “ver desde afuera del entorno de producción de Argentina y tener una mayor claridad. Hemos tenido largas conversaciones al respecto y están convencidos de que es el camino que tenemos que seguir. Por eso me esperanzo, porque tenemos el apoyo político, el resultado se verá en el futuro, pero no tendría por qué ser malo porque nosotros tenemos potencialidad para hacer ese tipo de productos”.
“Están muy convencidos de que tenemos que ir hacia ahí y ayudarnos en ese tema. Ellos pueden y quieren apoyarnos para que podamos hacer una inversión y este tipo productos, porque es la forma de ir dejando poco a poco las commodities, los bloques y arrastrar el trabajo hacia la provincia, o hasta la nación porque Mar del Plata también tiene potencialidad para hacer ese tipo de productos. Yo estoy muy esperanzado en que lo podamos acordar, obviamente lo tendremos que acordar las empresas, los sindicatos y el gobierno, esas tres patas son fundamentales. Debemos hacer un acuerdo que sea sostenible en el tiempo y que nos posibilite pensar que la inversión que vamos a hacer nos permita rendir. Estamos en ello”, concluye Ventura La Fuente.
Apoyo político, acuerdos gremiales sostenibles y un dólar más competitivo son los elementos que describen importantes empresarios como clave para mejorar nuestro posicionamiento en el mercado, dejar de ser meros proveedores de materia prima y mejorar la ocupación en actividades productivas, la tan mentada creación de empleo genuino que pregona la clase política argentina. Estas condiciones, sumadas a la cercanía de las capturas, harían de la industria pesquera nacional una marca competitiva en mundo y aquellos países con condiciones laborales desfavorables para sus trabajadores dejarían de ser la alternativa de rentabilidad para las empresas locales.
Fuente: Revista Puerto