Las cuentas son claras. España estará clasificada de forma matemática para octavos de final firmando un empate ante Japón. Incluso la derrota le podría valer si Costa Rica no gana a Alemania. Pero a Luis Enrique esos números no le valen porque en su cabeza solo cabe que su equipo termine primero de grupo. Y el único resultado que lo garantiza, sin tener que poner un ojo en el otro partido, es la victoria. No hay más horizonte para el seleccionador, cuyo principal mensaje ayer ante la prensa -con copia también para los jugadores- es que está prohibido especular en el encuentro que cerrará esta etapa inicial del Mundial de Qatar. No hay negociación posible en ese asunto.
Hacía frío en la sala de prensa cuando apareció por la puerta Luis Enrique en pantalón corto y camiseta. Tras unos días de tregua el aire acondicionado vuelve a funcionar a toda mecha en el Centro de Convenciones de Doha, pero el asturiano lo soportó con estoicismo. Japón no es Alemania, y se notó en la intensidad de la comparecencia, menos comprometida de lo habitual. La medida la dio un periodista japonés, que al acabar de hablar el asturiano y levantarse el personal permaneció plácidamente dormido en su butaca.
Casi olvidada ya la goleada a Costa Rica y digerido el empate ante Alemania (con mejores sensaciones en el grupo según han pasado los días), el duelo de Japón se presta a las conjeturas del entorno. Se da por hecha la clasificación, aunque no lo esté, y también que Luis Enrique hará numerosos cambios para resguardar a aquellos jugadores que acumulan más minutos, en especial a un Busquets que además acumula una amarilla. Nada más lejos del ánimo del entrenador. «No hay nada que proteger. Estamos en el grupo de la muerte y a pesar de que estamos en una posición ventajosa no vamos a especular. Queremos ganar y ser primeros», insistió. Ni siquiera el peligro de verse con Brasil en cuartos lo incita a jugar a las adivinanzas: «Es una reflexión que hemos hecho… Pero imaginad: vamos 0-0 en los dos partidos, y en el minuto 95 de ambos marcan Japón y Costa Rica. Estás fuera por quince segundos. No podemos hacer la cuenta de la lechera. El deporte de alto nivel no sabe de especulaciones y yo no lo entiendo así». Y fue más allá: «Ojalá nos veamos con Brasil en cuartos porque eso significa que los dos quedamos primero de grupo. Siempre será favorita, la clara favorita. Tienen su estilo de juego muy claro».
Ya por la tarde tampoco dejó pistas en el pequeño tramo del entrenamiento al que dan acceso a los medios. Saltaron al césped los 26 jugadores, incluidos los tocados Gavi y Rodri. Sobre su participación hay más dudas, porque una cosa es no querer especular y otra forzar la máquina sin necesidad. Tampoco quedó clara la participación de Ansu Fati, a quienes muchos reclaman incluso para la titularidad. «Han venido ocho delanteros y él fue el último en entrar. Estoy encantado con lo que hacen todos en los entrenamientos y con su actitud. Tengo ocho delanteros que vuelan y es una pena que haya algunos que no hayan debutado. Pero no se puede hacer otra cosa».
Honor y asombro
Así las cosas, el duelo parece tener un tinte más dramático del lado japonés, que podría firmar una gesta al alcance de muy pocas selecciones: derrotar a Alemania en su debut mundialista para caer después eliminada a las primeras de cambio. No le queda otra al combinado nipón que repetir ante España el patrón que ya utilizó entonces, con la dificultad que conlleva sorprender dos veces seguidas.
Hace dos días, después de la derrota ante Costa Rica, la princesa Hasiko, miembro de la familia real japonesa y también honorario de la Federación japonesa, lanzó una arenga de diez minutos a los jugadores sobre el césped del campo de entrenamiento y les expresó el apoyo de todos los japoneses. El fútbol y el equipo nacional empiezan a ser cuestión de estado en un país que se ha puesto como objetivo ganar un Mundial antes de 2050. «Para ello hay que seguir aprendiendo de las grandes selecciones, como la de España», dijo ayer Hajime Moriyasu, el entrenador japonés, hombre pausado y analítico a quien sin embargo le pierden el bullicio y la jarana de las gradas sudamericanas. Hoy hablará a sus hombres de honor y responsabilidad.
Quedó claro también que hay respeto en el conjunto nipón por todo lo que representa el grupo de Luis Enrique. Lo corroboró Shuichi Gonda, el guardameta titular: «Los españoles son muy inteligentes, siempre parecen estar en el sitio adecuado, bien posicionados aunque haya muchísima presión. Ante Costa Rica me recordó a un partido de videoconsola. Es algo que nos impresiona bastante».
Solo hay un precedente previo entre las selecciones absolutas de ambos países, un amistoso jugado en Córdoba en 2001 resuelto a favor de España (1-0). Pero resulta mucho más fiable el duelo que disputaron sus combinados olímpicos en las semifinales de los Juegos de Tokio. De nuevo ganó la selección con un gol de Marco Asensio en la prórroga. El mallorquín es uno de los siete internacionales españoles que acabaron llevándose la plata y están también en el Mundial. El resto son Unai Simón, Pau Torres, Eric García, Pedri, Soler y Dani Olmo. En el caso de Japón el número se eleva hasta doce, prácticamente la mitad del equipo. «Me gusta mucho su centro del campo. Me gustan Kamada, Take, Minamino… Va a ser un partido muy complicado, una gran prueba para nosotros», finalizó Luis Enrique sin hacer mucho ruido. No fuera a despertar a nadie…