Miguel Castro finalizará esta semana su gestión con un balance totalmente negativo en materia de seguridad, con una fuerza policial diezmada y sin recursos, y con índices delictivos en niveles extremadamente preocupantes en casi todas las regiones de la provincia.
En medio de este triste y preocupante panorama, Castro utilizó su paso por el gobierno para acomodar a familiares, amigos y militantes en la administración pública provincial. A lo largo de este año y medio al frente del Ministerio metió a trabajar en el Estado a varios centenares de personas.
Este martes, el Boletín Oficial reflejó un largo listado de personas contratadas de forma directa por el Ministro, con la particularidad que son contratos que realizados a principios de año y recién ahora se registraron formalmente. Posiblemente ante tantos listados de incorporaciones, a alguien se le traspapelaron estos contratos.
Castro es un claro ejemplo de cómo un funcionario utiliza al Estado para beneficio propio y el de los suyos. Durante este tiempo al frente del Ministerio, amplió los organigramas y presupuestos de las distintas áreas a su cargo para realizar el ingreso indiscriminado de allegados a las plantas permanente o transitoria.
Lamentablemente, el paso de Castro por este gobierno será recordado por los acomodos, puestos de trabajo inventados y parientes que pasaron a integrar el estado y no por su tarea en el combate contra la inseguridad, que ha sido un fracaso y será rápidamente olvidado. Castro, aunque se presenta como un distinto, es un claro y digno representante de la CASTA POLÍTICA.