Una empleada del Instituto Provincial de la Vivienda advirtió a sus jefes sobre una posible pérdida de gas ya que sentía fuertes y permanentes olores en algunas oficinas de la sede central de la institución, en Rawson. 15 días después, el problema seguía y nadie le daba respuestas, así que realizó una denuncia en la comisaría para que alguien se ocupase el molesto y peligroso inconveniente.
Alertados por la policía, personal de bomberos se hizo presente en las oficinas, desalojó el edificio y lo revisó por completo. Un rato después llegaron los técnicos de Camuzzi, cortaron el gas y se llevaron el medidor.
La gerente general del instituto, “la todopoderosa” Ivana Papaianni, se comprometió ante los trabajadores a solucionar el problema en menos de 48 horas y, aunque ya pasaron 6 días de la promesa, el edificio continúa sin gas y sin medidor.
Según denuncian algunos empleados, la trabajadora que advirtió las pérdidas de gas fue perseguida por funcionarios del IPV: “En vez de ocuparse en resolver el problema, se están ocupando de nuestra compañera, la dejaron recluida y la investigaron para ver si les estaba haciendo una campaña en contra. Se la tienen jurada porque denunció que no se podía trabajar con ese olor a gas, era muy peligroso para todos”.
Para colmo de males, lo trabajadores intentaron estos días calefaccionarse con artefactos eléctricos pero tantos equipos juntos hicieron saltar los tapones. “El sindicato pidió que nos dejen trabajar desde nuestras casas porque acá nos pasamos de frío, vamos a terminar todos enfermos”, aseguró un muchacho que prefirió no dar su nombre, “no sea cosa que me investiguen a mi también”, sentenció
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