¿Y dónde queda la Escuela Nº 40 ? Me hice esa pregunta cuando recién egresada de la Escuela Normal Mixta de Viedma en 1944, escuché dos meses después, por LU 4 Radio Comodoro Rivadavia mi nombramiento en esa Escuela del Chubut.
Me encontraba de vacaciones en Sarmiento y salí a la calle con idea de hablar por teléfono-¡Oh, desilusión! Todavía no había teléfonos allí (por lo menos cerca) Interrogué a algunos colegas que encontré a mi alcance y no tenían la menor idea. Mi familia me envió un telegrama desde Comodoro Rivadavia que decía –“Nombrada en Tecka debes presentarte el 27 de febrero”-
Con la satisfacción de haber logrado una respuesta tan rápida del Gobernador Militar Gral Ángel Solari a mi pedido –Quiero ir a cualquier parte- me dirigí rápidamente a mi puesto y después de dos días de viaje por la empresa Giobbi llegué a destino.
Allí me esperaba la Directora titular Sra. Adelina Easton de Harrington quien ya estaba a punto de jubilarse pero nos acompañó a las tres maestras recién nombradas, para orientarnos.
Se retiró en mayo de 1946 y quede a cargo de la dirección y de dos grados. La escuelita estaba ubicada a unos 500 m del pueblo que en dirección al Oeste bordea la Ruta 40. Constaba de 3 habitaciones: la Dirección y dos aulas pero nunca, desde 1922, se había terminado. El techo de zinc, sostenido por tirantes de ciprés, carecía de cielorraso de modo que el polvo del frecuente viento y la nieve caía sobre los pupitres.
Tenía pisos de madera y estaba blanqueada a la cal por dentro o sea que comparando con otras escuelas del interior del Territorio, era de las confortables.
Con estufas de hierro a leña se calefaccionaba y delante había un pozo de agua con su brocal y un mástil donde se izaba diariamente la bandera.
La población iba creciendo lentamente y aumentaba el número de alumnos en la Escuela de modo que la Comisión de Fomento vio la necesidad de ampliar la escuela. Surgió la idea de construir un edificio nuevo, más cercano al pueblo y a la Ruta. Fue así que se ubicó el lote y se pidió un proyecto.
Se comunicó a la Supervisión de Esquel y al Consejo Nacional de Educación y fue autorizada. Se solicitó un aporte al Gobierno del Chubut en Rawson y el poblador y comerciante de Tecka Don Juan Martín Gutierrez dínamo que transformaba la energía en acción y atento a las necesidades de la gente puso en movimiento a la Cooperadora Escolar, al personal docente, a las Compañías de Estancieros que rodeaban la zona y a todo el pueblo para que prestaran su apoyo a la obra.
El dibujante de una Empresa Vial, Joaquín González de Quevedo, nos hizo el plano, se contrató a un constructor de Esquel, a capataz y a obreros para iniciar la construcción. La Gobernación aportó una parte del costo, pero no la suficiente.
Don Juan Martín solicitó a todos los proveedores de su comercio que enviaran objetos y prendas para rifar y allí en el Club Social organizábamos kermeses que se prolongaban todos los fines de semana. Se rifaban tortas que las damas elaboraban, se organizaban carreras y juegos diversos. Los objetos más pequeños se escondían en recipientes grandes conteniendo viruta o afrecho para sorprender con el premio que llevaba un número correspondiente al adquirido. Los bailes producían bastante porque allí se reunía el personal de estancias,vecinos, autoridades y peones más los habitantes del poblado.
Las maestras no descansábamos y si ofrecíamos la rifa a algún caballero solícitos nos pedían que los acompañáramos en una pieza de baile, como recompensa. Sonaban las rancheras, valses y paso doble alternando con los románticos boleros tan de moda.
Así fue como en el término de meses vimos erguirse victoriosa la nueva escuela, de ladrillos, pintada de colores, muy bien construida y con cocina para el Comedor Escolar, cinco aulas y la Dirección. Cerca de la Escuela se construyó una cómoda casa para el Director. La inauguración fue una fiesta como nunca allí se vio. Fueron invitadas altas autoridades de Rawson y de Esquel, profesionales, colaboradores, colegas, vecinos y la presencia en su totalidad de los alumnos dieron un marco inolvidable a ese acontecimiento.
El banquete fue en el mismo local, dentro de su patio cubierto y recibimos los plácemes de todos los presentes.
Nosotras, las maestras éramos las más felices. A principios de enero de 1947 (funcionaba en el período setiembre-mayo) llegó allí un maestro joven de Lincoln, Pcia de Buenos Aires, Pedro Ulloa, quien se dedicó a dar clase y fuera del horario escolar reunía a los varones para hacer un hermoso jardín delante de la escuela y se plantaron árboles que aún perduran. Permaneció 20 años en este lugar y el día que fue trasladado el pueblo le obsequió una medalla de oro y él retribuyó con un asado popular.
En marzo de 1947 llega el nuevo Director a la nueva escuela, el Sr. Leopoldo Ferroni trasladado desde el paraje Carhué Niyeo y venía acompañado de un adolescente, miembro de una familia de pobladores de aquel lugar a quien el Director tuvo como alumno y apreció en él sus dotes de inteligencia y su afán de seguir estudiando y así lo apoyó para cimentar su futuro. A esa persona Octavio Crespo ( Bin) recurrimos ahora para lograr una semblanza de su mecenas.
Tuvimos la suerte de contar con un nuevo director, inquieto, que estaba informado de los anteriores y recientes métodos pedagógicos y fue un excelente guía para los recién iniciados como nosotros. A su llegada dejó constancia en cada Cuaderno de Actuación Profesional de su voluntad de ser nuestro amigo, deseoso de ayudar a vencer todas las dificultades que se pudiesen presentar. Sabía interpretar nuestra profunda vocación y fue la guía necesaria para conducirnos hacia el éxito en la educación de los niños.
Fue realmente un gran colaborador y si bien se reunía con nosotros en cenas o almuerzos, que a veces el mismo disponía en su casa, al día siguiente era la autoridad que con su sola presencia se imponía, celoso del orden y la disciplina.
Hacía nuestra distribución en los recreos para verificar que ningún sector estaba descuidado. Nos daba libertad para llevar adelante toda iniciativa que fuera útil para el ámbito escolar así fue como por primera vez presentamos a un grupo en Teatro de Títeres que luego daba funciones para todo el pueblo.
Logró la compra de un piano a través de la Cooperadora e invitó a la esposa del médico local Sra. Sara Fornacaro de Schiff, cuyo hermano fue director de coro en el Teatro Scala de Milán, y con sus manos prodigiosas la música llenaba el ámbito escolar y formó un hermoso coro de alumnos, después que nosotras, con enorme esfuerzo enseñábamos el Himno, las Marchas y canciones folclóricas a capella.
Con la dirección de Ferroni el nivel de la escuela siguió elevándose y funcionaba a la par de una escuela de ciudad a pesar de los elementos a su alcance.
Tuve oportunidad años después de mi ausencia, de acceder a una nota del Inspector Sr. R. Tarantini de fecha 25-01-1954 felicitando al Director Ferroni por su empeño, junto a sus maestros, Ulloa, Crespo y Davies en privarse de las vacaciones de verano para dedicarse a la refacción y pintura de la Escuela.
Me retiré de Tecka en 1950 con traslado a Esquel donde instalé mi hogar pero sostengo siempre que esa iniciación en una escuela de campaña fue la experiencia más rica y valiosa en mi vida profesional y reconocí en mi futuro a Ferroni como un excelente Director.
Gweneira Davies de González de Quevedo
Ex docente Escuela de Tecka