El orgullo de los tehuelches lo representaban sus memorables tropillas de raza criolla, los descendientes de los caballos que introdujeron los españoles en 1541. Eran especímenes fuertes, veloces y resistentes. Los tehuelches eran los mejores jinetes, aún superiores a los memorables gauchos de la pampa húmeda, y pocos los igualaban al momento de domar un potro salvaje. La fama de sus virtuosos caballos y la de los jinetes, trascendió las fronteras de la Patagonia.
Los caballos que dieron origen a la actual raza criolla de la Argentina, fueron adquiridos en el alto río Senguer a gente de la tribu de Sacamata en 1911, 1913 y 1919. El comprador fue el ganadero Emilio Solanet. La partida más importante, 48 animales, la adquirió en abril de 1919; los que seleccionó de tropillas de Venancio Sacamata, los hermanos Agustín, Lorenzo y Zoilo Liempichum y Catrán Cabrera. Luego la tropilla fue arreada a Colonia Sarmiento, a la chacra de Adán García y posteriormente a la estancia El Cardal; propiedad de Solanet en Ayacucho, provincia de Buenos Aires.
Gracias a la adquisición de esos caballos, que eran descendientes directos de los moruros que trajo Pedro de Mendoza a Buenos Aires en 1541, pudo evitarse que el caballo criollo desapareciera como raza, mestizado durante más de 300 años. Entre aquellos caballos se encontraban los legendarios Gato y Mancha con los que en 1925, el suizo Aimé Tschiffely, cumplió la proeza de unir Buenos Aires con Nueva York. Fue el mayor viaje hípico del mundo. Recorrió más de 15.000 kilómetros, en los que atravesó 20 países. Gato y Mancha se conservan embalsamados en un museo de Luján, provincia de Buenos Aires.
Los caballos de raza criolla de la actualidad, descienden de las tropillas de la tribu de Sacamata.
Emilio Solanet plasmó en el “Libro de Registro Particular de la Raza Criolla del Criadero El Cardal”, los antecedentes de las tropillas adquiridas a la gente de la tribu de Sacamata:
“Se conoce el origen de estas yeguas y su celebridad remonta hasta la época del indio tehuelche Antonio Liempichum, apodado Teutrif, hermano de Don Juan Sacamata y propietario de la marca el corazón y las dos eses, hacia el año 1890. La primera de estas marcas las usó en manadas y potros que dieron caballos, los más conocidos y renombrados por su guapeza y resistencia para las marchas, cualidades por las que todos los recuerdan y también hoy se los reconoce como sobresalientes y mejores de todas las caballadas del oeste y sur del Chubut y norte de Santa Cruz. Aún en la costa patagónica se conocen como tales sin duda por los numerosos ingenieros que por ahí pasaron de vuelta de sus viajes de inspección en los que tuvieron oportunidad de probarlos […] A la muerte de Teutrif las manadas marca el corazón pasaron a poder de su hijo Costancio Liempichum y las yeguadas dos eses al indio Caträn Cabrera (yerno de Juan Sacamata). A Constancio heredan sus hijos Agustín, Lorenzo y Zoilo (guachique») Liempichum, sus propietarios en abril de 1919. El cacique de estos indios, Don Juan Sacamata, cuyos toldos distan 2 leguas al norte de la casa de negocio Río Senguer» (de Don Máximo Schulz), dio parte de sus yeguas al hijo Venancio Sacamata, quien usó la marca «ese» o, de su propiedad… Juan Sacamata, su padre, su hermano Teutrif y sobrinos y otros de la tribu, sacaron a bola de las bagualadas de la Cordillera de los Andes, desde Tecka hasta el lago Fontana, primero sus caballadas y luego las yeguas padrillos que despeadas (cortar el vaso hasta mancarlos para que no se escapen), tuvieron primero a pastoreo hasta aquerenciarlos (acostumbrarlos a un sitio) en las mesetas del Senguer, del Apeleg y del Genoa, etc. Posteriormente, al avanzar la población cristiana fueron retirándose hasta ocupar finalmente los campos del norte del Senguer concedidos (reserva de Payagniyeo). De ellas amansaron y hoy lo hacen sus descendientes, muchas tropillas, por las que se pagan altos precios, especialmente las de marca corazón.
También su ligereza ha sido notable en algunos de estos animales, que han competido con éxito contra los otros criollos y aún mestizos de carrera que se produjeron en Colonia Sarmiento, con un puro de carrera llevado por el Dr. Laurentino Olascoaga (poblador de esa colonia), como lo hizo el tostado pampa marca Teutrif, célebre en los años 1914, 1915 y 1916, en sus carreras hasta 1.000 metros y que perteneció a Pascual Rusomando, uno de los más conocidos estancieros de Pastos Blancos y Sarmiento. Los testigos antes citados y todos los vecinos que tuve oportunidad de consultar aseguran además que nunca observa ron ni oyeron se dijese que a las manadas citadas se introdujeran padrillos mestizos ni extranjeros, aún de las manadas propias, sino que se cruzaron de los machos alzados y luego entre los hijos de las numerosas manadas que formaron las varias familias de indios de estas tribus tehuelches.” (Solanet, 1913-1919, ined.)
Cabe agregar que todas las tribus establecidas en el departamento Rio Senguer poseían caballos “criollos”. En la actualidad, en la región, aún se observan numerosos ejemplares de dicha raza; los que por sus características físicas difieren notablemente de las introducidos posteriormente.
La historia de los caballos criollos se ha transformado en una especie de mito, y en el presente los habitantes de las poblaciones de Gobernador Costa, José de San Martin, Facundo, Sarmiento y Pastos Blancos, coinciden en atribuirse el origen de dicha raza. Lo concreto es que hay algo de cierto, ya que el área de dispersión de dicha raza abarcaba todas esas regiones.
Libro “La colonización del oeste de la Patagonia central”, de Alejandro Aguado.