No será ni la primera ni la última vez que las romerías españolas hagan las galas y se lleven consigo los aplausos y el caluroso recuerdo de la comunidad de Trelew. La Asociación hizo de ellas una práctica anual, un centro de camaradería en el cual recrear el espíritu de la cultura española, y un recurso con el cual juntar fondos para llevar adelante las diversas actividades de la sede. Su organización era pues una tarea de altísima responsabilidad, que ponía en movimiento a nutridos contingentes de damas y caballeros, pues se vivía como un desafío al que cada año de la fiesta imitara o superase en relieve, colorido y desarrollo al anterior.
Como podemos ver por la siguiente reseña del diario “El Avisador Comercial” de enero de 1.911, las romerías convocaban a amplios sectores de la comunidad local: “como estaba anunciado se llevaron a cabo con el mayor éxito, los días 6, 7 y 8 los festejos organizados por la Sociedad Española de Socorros Mutuos de Trelew. El día 6 a las 9.00 A.M. la Comisión Directiva de la Sociedad Española fue en corporación en busca de la Comisión de la Sociedad Italiana a su local y de allí partieron a la Agencia Consular de España donde la Banda de Música de Rawson hizo oír por primera vez en el Chubut la Marcha Real Española.
De la Agencia Consular se dirigió la comitiva a la casa del señor Presidente de la Sociedad Española, señor Fernández de Cabrero, se tomó el champagne mientras la banda de música hacia oír varias piezas de su repertorio descollando entre ellas muchos aires españoles.
El día 8 tuvimos el gusto de ver en el campo de romerías al señor Gobernador, Dr. Maíz, haciendo honor a la invitación cursada por la Comisión Directiva, presenciando la fiesta y recorriendo todos los corrillos, dejando en cada uno alguna frase de esas cariñosas que tiene, adecuadas, para todos los actos”.
Para la realización de las romerías había estipulado de hecho una especie de protocolo ritual a seguir, que sufría cambios circunstanciales en el programa oficial según las contingencias propias del contexto del momento. Dadas las características climáticas de la zona y de que en los primeros años éstas se realizaban al aire libre, lo corriente es que se realizaran durante los meses estivales, aunque en ocasiones, el 12 de octubre, también fue una fecha elegida para su concreción. De esta manera, además las romerías oficiaban como el augurio feliz del nuevo comienzo del año.
Personajes de todas las clases se mezclaban en los festejos. Asistían los más encumbrados representantes del Estado y la elite local, el obrero humilde, el comerciante enriquecido y su empleado dependiente. Y no todos eran españoles…. No faltaban los galeses, los amigos italianos, los criollos y los “turcos”.
Esos días, además había que mostrar las mejores galas. Hombres y mujeres rivalizaban en elegancia, en el afán de lucirse a la luz de los ojos ajenos. De los arcones y cómodas resurgían las prendas de los trajes típicos. De esta manera, los mantones, las gorras, los refajos y pañuelos, los peinetones y abanicos, se mezclaban en una fiesta de colores al vuelo de las coloridas faldas y las destrezas de los hombres animados. Entre tanto, sonaban las muñeiras gallegas, los zorcicos vascos, las jotas valencianas, los sensuales flamencos andaluces…..
Bajo los árboles, en las tiendas y en las carpas, los puestos de comida y de bebida actuaban de puerto en donde ir a reponer las fuerzas. Allí estaban los bocadillos, los platos fuertes y gustosos venidos de aquella lejana España. No escaseaban tampoco las bebidas incitantes, y las botas y damajuanas no se hacían rogar.
Así transcurría esta fiesta de colores, de olores, de curvas y sonidos, que inundaban los sentidos hasta aquel domingo final de cierre por la noche. Lo sucedido sin embargo se prolongaba en los comentarios, en los chismes de las comadres y compadres, y las bromas de ocasión.
Texto de “Fraternidad, Romerías y Disputas. La Asociación Española de Socorros Mutuos de Trelew” (1.908-2.008)