En la prensa local aparecen varias quejas por la falta de guardianes del orden y por ocurrir varios robos en pocas semanas. Uno de los comentarios dice lo siguiente: “La población de Trelew aumenta, casi podría decirse, con asombrosa rapidez. La edificación lo mismo. Y el personal de policía al servicio de tantas vida e intereses, en vez de aumentar, mejorando como parte integrante de nuestra vida colectiva, disminuye empeorando”.
“El Subcomisario nos informa que solo tiene tres agentes y que con tan pocos hombres, no es posible mantener un servicio nocturno de policías permanente”.
“Trelew es el pueblo más grande e importante del territorio y los tiempos casi prehistóricos en que se cuidaba sin vigilantes, se acabaron ya hace tiempo. Tres vigilantes hoy para Trelew no es policía”. A las dos o tres semanas en la sección “Policiales”, figuran dos notas que son otros ataques a las autoridades policiales y comunales:
“Noches pasadas robaron en la casa de la señora viuda de Devoto, 16 gallinas y una bolsa de cuero valuadas en más de $70 m/n. Pero como no hay más vigilantes que faroles públicos, la policía no pudo hacer nada”
(El comentarista agrega: “Por consiguiente el pueblo seguirá por ahora con el alumbrado de la comisaría policial, y de la casa de Octavio Gandolfo (dos faroles), aunque para semejante candil más vale quedarse a oscuras”).
Como consecuencia de estos llamados de atención y de la intranquilidad existente entre la población el subcomisario Sr. Pedro Casas Flores solicitó licencia por un mes, siendo reemplazado por el comisario de Gaiman, Sr Verdial.
En otro reseña de asuntos municipales, aparecidos en el periódico “Y Drafod” del 1 de mayo de 1908, leemos lo siguiente:
“El Consejo Municipal está en comunicación telegráfica con una fuerte compañía comercial de artículos de alumbrado en Buenos Aires, gestionando el mejor medio y modo más económico de proveer la luz pública de este pueblo”.
Para todo esto, siguen los robos en el pueblo figurando en la misma hoja del citado periódico la noticia “que el domingo anterior se había cometido un robo de ponchos, colchas, toallas, etc en el nuevo edificio de la Compañía Mercantil del Chubut, por valor de más de $ 500 m/n”.
Debo aclarar que unas semanas antes, o sea a mediados de febrero, se robó en el corral del Sr. Lorenzo Gando, rompiendo el candado de la gruesa cadena que sostenía la tranquera, robándole la cadena, el candado y dos bozales. A los pocos días uno de sus hijos encontró en un viaje que hiciese a Rawson, a una persona conduciendo un carro, uno de cuyos caballos llevaba uno de dichos bozales, pero por falta de policía, no pudo secuestrarlo pues el encuentro se produjo a mitad de camino entre ambos pueblos. Nada se comenta si con posterioridad pudo ser recuperado.
Por su parte, el periódico El Chubut, cuyo director era el Sr Ellis Thurtell, hacía comentarios muy severos contra el subcomisario Casas Flores, a quien acusaba de cobrar “cinco sueldos”, pues además del cargo policial, es secretario municipal, inspector de higiene, cobrador de impuestos y encargado de la plaza pública, donde en provecho propio y de sus amigos, hace pastar animales cuando se le antoja. El Gobernador y el Jefe de Policía deberían exigir que este acaparador de puestos y sueldos públicos, cumpla con sus obligaciones en un solo puesto. Por cobrar distintos sueldos no sirve ni a Dios ni al diablo”. La réplica a estos cargos no se hizo esperar, ya que el señor Antonio Charmet, en el suplemente extraordinario de “Y Drafod” le contesta a Fray Mordaza (Su seudónimo con el que aparecía el citado artículo) que en presupuesto municipal solo figuraban dos empleados: un secretario y un peón, lo cual quiere decir que si el Sr. Pedro Casas Flores desempeñaba otros puestos ellos son ad honorem y por consiguiente, en beneficio del pueblo. Después de continuar defendiendo la rectitud y la honradez del Sr. Pedro Casas Flores, termina manifestando que es un empleado que honra a la repartición a la cual pertenece y aun al gobierno del doctor Lezana, por ser una persona de laboriosidad y honestidad intachable, reconocida públicamente.
Texto extraído del autor Matthew Henry Jones