lunes, 7 de octubre de 2024

Yo nací acá en Trelew, mi papá trabajaba en la herrería de Avignon, hasta que se independizó y se fue a la chacra con una herrería pero el oficio de mi papá en España era carpintero, por eso hacía muchos trabajos de carpintería también. En su época era el funebrero, muchos de los que fallecían en el valle… se pasaba la noche, tenía que ir a buscar la madera, se pasaba la noche haciendo el ataúd, cepillaba a mano toda la madera también hizo armarios para un club, la caja de los coches de caballo, muchas cajas con el asiento, la parte de hierro también la hacía.

Fui con mis padres a la chacra, mi padre tenía el taller de herrería en la chacra, vivíamos al lado del Puente Hendre, en esa casita que hay entre Socino y el Puente. Todavía existe la casa, cuando nos cambiamos al lado del puente, yo tendría 5 o 6 años. Yo iba a la Escuela 21, no sé qué número tiene ahora, es provincial. Tenía de maestra a Adelaida Muñoz, era de San Luis, puntana y estaba de pensión en casa, y empecé a ir a la escuela y terminé hasta cuarto, en esa época no había sexto, en esa escuela por lo menos. El quinto lo hice yendo y viniendo a Trelew, todos los días a la Escuela 5. Teníamos un sulqui, mis dos hermanos también venían, hicieron el quinto y el sexto acá en la Escuela 5. Ellos manejaban el sulqui, veníamos los tres. En ese tiempo había clases los sábados también. Era todo una aventura, veíamos salir el sol, por la mitad del camino en el invierno, entrábamos a las 8 y salíamos a las 7 allá de la chacra.

Cuando salíamos, a las 12.30. Nos íbamos a la chacra, a veces mamá nos encargaba pan, pasábamos por la panadería a buscar pan así que a la tarde… la verdad que se hacía corta, en invierno la tarde cortita, y después de hacer los deberes había poco tiempo para jugar, jugamos mucho cuando yo iba a la Escuela 21.

Antes de entrar formábamos fila para entrar a clases, cantábamos todos los días, la señora Gabino tenía de maestra, era una italiana. Gabino, que tiene una chacra ahí, al lado de lo de Punter, una quinta. Venía en un cochecito con caballo, o la traía el esposo o Don Simón, un italiano vecino, un hombre de confianza que tenían y la venía a buscar. Y ella, una mujer tan amorosa con los chiquitos particularmente. Para los más grandes había dos o tres maestras más. Teníamos también una maestra de labores, Lidia Belzunce. En la hora de labores, teníamos que llevar una tela, enseñaban  a hacer dobladillos, punto sombra, punto cruzado, punto atrás, punto cruz, en ese muestrario estaban todos. Ojales, costura francesa, costuras abiertas, todas las cosas de costura. Yo aprendí a coser por correspondencia en la Academia Teniente.

Viví en la chacra hasta que me casé. Éramos vecinos en la chacra con mi marido… nuestra relación con los galeses era hermosa, buenos vecinos, muy buena gente. En los 28 de julio nosotros infaltables como todos.

En ese tiempo las mujeres no trabajaban mucho afuera. Empezaron a trabajar cuando vino La Anónima, que puso así en la esquina, que en ese tiempo era Sociedad Anónima de Ramos Generales, ahí empezaron a tomar mujeres de empleadas para la tienda, la zapatería, la caja, la perfumería, allí estaban en el empaque el esposo de Polanco.

Libro “Chubut nos habla”.

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