miércoles, 11 de septiembre de 2024
Expedición de Moyano en bosques de la zona de Carrenleufú,. Foto: Biblioteca del Ministerio de Relaciones Exteriores

El Capitán de Fragata Carlos María Moyano y el Ingeniero Civil Pedro Escurra son los jefes de la siguiente expedición a la que el Estado Argentino designó para reconocimiento de la zona cordillerana de los Territorios Nacionales del Sur. La misión le fue encomendada por el Ministerio de Relaciones Exteriores lo que permite afirmar que el problema candente era el de poseer la mayor cantidad de datos que pudieran avalar la posición argentina frente al, cada vez más conflictivo, litigio con Chile. Para la zona que nos ocupa, la presencia de esta expedición se verificó en enero y febrero de 1.890. En el mes de octubre, Moyano elevó al Ministro la exposición escrita de los trabajos efectuados y los resultados obtenidos, junto a un plano, el Diario de Viaje, una colección de ‘vistas fotográficas’, un ‘panorama de las cordilleras’, y una completa colección botánica y zoológica.

El 28 de enero llegan al Río Carrenleufú, unos kilómetros hacia el oeste del actual pueblo de Corcovado. Cruzan el río y siguen en la misma dirección por la margen sur. Es interesante destacar de esta expedición el hallazgo de restos de un corral muy antiguo, de troncos de ciprés tendidos horizontalmente, construido, supone Moyano, por los indios que habían andando por allí 15 o 20 años antes y cuyo uso ‘debe haber sido encerrar los animales vacunos alzados que tomaban cuando se internaban hasta estos parajes en sus correrías de caza’.

Al igual que los expedicionarios anteriores, encuentran huellas de incendios. También notan cortes practicados con hachas en los árboles, pequeños fogones agrupados y tarros abiertos de carne conservada que, piensan, son rastros de la expedición de 1.887.

Cuando las condiciones del terreno les hace imposible continuar avanzado hacia el oeste, vuelven sobre sus pasos y remontan el Carrenleufú hacia el sur para explorarlo hasta su origen llegando, luego de 5 días de andar, al lago Vintter. Durante la marcha hacia allí, que iba siguiendo la costa del río, hallaron ‘numerosos vestigios de antiguos campamentos de indios que hacían de estos hermosos parajes su asiento predilecto, tanto por la buena calidad de los campos cuanto por la abundancia de la caza’.

Moyano recorriendo las costas de Carrenleufú

‘Desde que entramos a los bosques de ciprés, las dificultades se hicieron casi insuperables, pues estas selvas, que han sido incendiadas en épocas muy remotas, abundan en inmensos árboles muertos por el fuego, alguno de los cuales se conservan aún en pié, habiendo sido derribados otros por la violencia de los vientos, y estos troncos caídos, cuyo diámetro alcanzan muchas veces a un metro con su armazón muy desarrollada, forman tejidos que presentan barreras insalvables, siendo necesario abrirse camino con el hacha. A este trabajo rudo y constante, se unía el asalto de enjambres de mosquitos que con furia inconcebible hacían nuestra marcha lenta y penosa dominándonos la fiebre típica que producen sus picaduras cuando pasan de cierto límite fisiológico’. (Moyano, viajes de exploración a la Patagónica. 1.877-1.890)

Texto del libro “Corcovado. Historias y Recuerdos” (Coordinadoras: María Marta Novella, María Roxana Novella, Débora Finkelstein, Alejandra Ocampo, Fernando Iphar)

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