sábado, 27 de julio de 2024

Asencio Abeijón nació en Tandil, provincia de Buenos Aires, en 1901, dos años después se trasladó con su familia a Comodoro Rivadavia donde fue carrero, chofer, esquilador y petrolero en la YPF del general Enrique Mosconi, pero también una pluma brillante en la primera redacción de diario El Patagónico.

En “Apuntes de un Carrero Patagónico”, Abeijón recuerda algunos dichos criollos patagónicos:

ES COMO PERRO CHANCHERO, PARA LA “OREJA”

Esto se aplica a aquellos subalternos que demuestran demasiado apego hacia sus patrones, jefes o capataces, aún más allá de lo razonable de acuerdo a sus obligaciones, y a veces en desmedro de sus compañeros de trabajo. El origen de esta frase proviene del hábito que tienen los perros acostumbrados a sujetar cerdos ariscos, aun jabalíes. Para sujetarlos sin correr peligro, los toman de la oreja con los dientes ligeramente del costado y la parte delantera. De esta forma, el cerdo al sentirse atrapado, tironea hacia atrás tratando de soltarse y eso obliga a mantener la cabeza tiesa mientras se esfuerza por liberarse.

Así el perro que lo tironea de adelante, medio de un costado, no corre peligro de ser alcanzado por un “colmillazo” de abajo hacia arriba que suelo producirle heridas peligrosas.

CANSADO, “COMO PERRO EN TIEMPOS DE ESQUILA”

Cuando la zafra de esquila, en los campos quebrados de la Patagonia, resulta más trabajoso arrimar hasta el galpón de esquila en forma permanente, piños de ovejas lanudas, a fin de que la comparsa de esquiladores, que siempre trabaja a contrata y con urgencia de tiempo, no sufra demoras que luego atrasan el trabajo en otras estancias. En los cerros elevados, muy pendientes, pedregosos y con matorrales de espinas, los caballos se cansan en el subir y bajar, por lo cual todo ese trabajo deben hacerlo los ágiles perros ovejeros, en un continuo correr y ladrar, con las patas heridas por las espinas y las piedras, con fuertes calores sin tener dónde tomar agua y con muy escasa comida, “para que no anden pesados”.

Además, una vez llegados a los galpones, deben ayudar al embretamiento de los animales y mantener los rodeos.

De esta forma los perros llegan a la noche tan cansados que apenas se suspenden los trabajos se echan a dormir, olvidándose hasta de comer; y cuando llega el amanecer y se renueva el trabajo, están todos doloridos que les cuesta moverse hasta que el ejercicio les calienta el cuerpo.

ANDA PELUDO, “COMO PICHE DE PRIMAVERA”

El piche, ese simpático animalito y sabroso plato autóctono de la Patagonia, entre los últimos días de marzo y primeros de abril, según el clima reinante, cuando comienzan los primeros fríos, la piel de la barriga, le sobresale por los bordes de la caparazón a consecuencia de los 7 u 8 meses dedicados a comer para acumular gordura para el invierno. En este estado, a fines del otoño según sea la temperatura, se refugia en su cueva, donde se hace un ovillo y permanece aletargado unos cuantos meses, reapareciendo en septiembre con los primeros síntomas primaverales, totalmente flaco, lleno de pulgas y con la pelambre de la caparazón y la barriga muy larga, para iniciar su nuevo ciclo de alimentación que lo llevará a la gordura habitual.

DEJÓ EL CAMINO SUCIO COMO VACA ARREADA AL TROTE

Esto se dice de quien, luego de haber alardeado de valiente, al producirse un entrevero escapa velozmente y asustado. También se aplica a funcionarios de campaña, jueces o administradores de alguna sucesión, cuyos procedimientos en el desempeño de su misión han sido arbitrarios y poco limpios en su trayectoria. El dicho tiene su origen en que el animal vacuno cuando está lleno y se lo arrea apurado, adquiere una pronunciada diarrea que va señalando el camino que recorren.

AGUARDANDO QUE OTROS MATEN PARA LLENARSE LA PANZA COMO CARANCHO EN EL CAMINO

Con el advenimiento del automotor y sus grandes velocidades, los largos y desiertos caminos patagónicos suelen abundar en animales, como piches, liebres, zorrinos, ovejas y hasta caballos, muertos por haber sido atropellados en el camino, y que sirven de banquete a los caranchos. Por tal motivo, estas aves carroñeras, luego de haber volado horas en busca de caza sin resultados, terminan por posarse en los más altos matorrales o sobre los postes telegráficos y allí totalmente inmóviles esperan pacientes que algún auto atropelle a un animal, para ellos banquetearse a su costa sin haberlos cazado.

BOCA SUCIA COMO CARRERO ENCAJADO

La encajadura de una chata o carreta, hasta la masa de la rueda, en los caminos blandos y arenosos de antaño, era algo que llevaba varias horas de rudo y sucio trabajo debiendo en oportunidades bajar la carga y luego cargar nuevamente el vehículo.  Por eso al producirse una “encajadura”, los carreros se enfurecían, lanzando andanadas de malas palabras, lo cual dio origen a dicha frase.

BIGOTUDO COMO ALPARGATA DE VAGO

No habiendo barro o nieve, la alpargata es el calzado más usual en la Patagonia. Como en lugar de suela, llevaban yute en la base, este, a causa del piso generalmente áspero, pedregoso y con arbustos, se desgastaba en la punta, y las filásticas al sobresalir a ambos lados de la punta, forman una especie de bigotes, que las personas despreocupadas o haraganas no se ocupaban de cortar lo cual da origen a la definición.

ES UN TIPO METIDO COMO PERRO DE INDIO

Los aborígenes tenían por costumbre compartir sus toldos o ranchos con los numerosos perros que poseían, a los que permitían dormir y comer dentro de las habitaciones. Por esta norma, los perros cuando llegaban a casas de personas blancas no habituadas a una forma de vivir de estas, siguiendo su costumbre se introducían lo más tranquilos en todas las habitaciones ajenas a las que llegaban, por más confortables y limpias que estuvieran, y en cualquier descuido de la ama de casa, se echaban a descansar y rascarse sus pulgas sobre las camas, cuidadosamente tendidas con sábanas y sobrecamas impecables. En cambio los miembros de la colonia galesa habituados a normas de higiene por más útiles que les fueran sus perros, no les permitían entrar a las habitaciones. Esto dio lugar al dicho.          

Fragmentos del libro “Apuntes de un Carrero Patagónico”, de Asencio Abeijón

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