domingo, 16 de marzo de 2025

“Los caminos se hicieron con carros, alejados del monte y buscando las partes más bajas, entonces eso significaba que en las partes de mayores lluvias, el camino iba enhebrando lagunas que sería más fácil cuando no llovía. Y bueno, posteriormente, sobre esas huellas se hicieron los caminos que luego fueron rutas…era fundamental para establecerse el agua dulce y cercanía a los caminos…”

. De saco claro y gorra blanca don Ricardo Fischer, fundador Ea. Cabo Raso

Las historias que nos convocan sucedieron aquí, en Patagonia, en el lejano Este, más precisamente en Cabo Raso, poblado que si bien nace hacia finales del siglo XIX, tuvo su fecha oficial de fundación un 11 de Julio del año 1921, cuando el entonces Presidente de la Nación, Dr. Hipólito Yrigoyen por Decreto de ese año da nacimiento a este y tantos otros pueblos de los territorios nacionales. Todas ellas se dieron simultáneamente en el mes de Julio de ese año provocando que pasaran a la historia como mes de la fundación de pueblos.

Cabo Raso no escapa a las historias de pioneros patagónicos, a las de aquellos hombres y mujeres que llegados desde diversos puntos eligieron este pedazo de tierra patagónica para dar rienda suelta a sus ansias de procurarse una vida mejor que en la de sus lugares de nacimiento. Desarraigo, alegrías, sacrificios y adversidades marcaron el camino de estos abnegados pioneros que dieron origen a un pueblo y a una intensa actividad ganadera en este litoral atlántico, más allá del aislamiento geográfico de esos tiempos.

Pero como tantos otros poblados de nuestro país, sufrió también el inexorable destino del abandono, cuando aquellas actividades económicas que los vieron nacer desaparecieron, o dejo de pasar el tren o como en este caso tomaron otras rutas.  

Es así que al primer poblamiento de los pueblos indígenas, cuyas ocupaciones en áreas cercanas, datan de por lo menos seis mil años antes del presente, le sucedió el de los pioneros que basaron su modo de vida en la ganadería ovina y el comercio.

Es a partir de los últimos años del siglo XIX que distintas corrientes de inmigrantes ven un futuro promisorio en estos parajes del “lejano Este”. Alemanes, vascos, franceses, noruegos, dinamarqueses, suizos, españoles, italianos se aventuran en estos territorios de la Patagonia que estaba iniciando un proceso de ocupación de su espacio consecuencia de la campaña militar que pocos años antes había concluido el General Julio Argentino Roca provocando la desestructuración socio-cultural y económica del mundo indígena en tierras del sur, y con ello dando lugar a su repoblamiento.

Resultaron fundamentales para promover y acompañar tamaña empresa de poblar estos alejados confines del interior profundo de la Argentina, una serie de leyes que brindaran el marco jurídico adecuado a tal fin. En tal sentido se destacaron la Ley 817/1876 de Avellaneda de Inmigración y Colonización, la Ley del Hogar de 1884, la Ley de Premio de 1885 y fundamentalmente la Ley 4167/1903 también conocida como Ley de Arrendamiento.

El poblamiento en la zona de Camarones y Cabo Raso, se origina con en el reparto de tierras que hace Roca a los militares que actuaron en la “Campaña al Desierto” como pago por los servicios prestados en la parte costera del Territorio de Chubut. Surgen entonces algunos hábiles comerciantes, franceses, alemanes e ingleses que se dieron cuenta del potencial de esta zona y viajaban a Buenos Aires a comprar esas tierras a sus dueños militares que no tenían ningún interés en venir a producir. Se armaban pequeños establecimientos y se los vendían a sus paisanos. Rolando Heinken, conocedor de la zona, relata: “En la zona de Cabo Raso estaban Schelkly y Tschudi que fueron vendiendo a muchos pioneros. Incluso ofrecían como una especie de módulo, algunos de los cuales incluía un chalet de madera con una galería que había en varias estancias y que lamentablemente terminaron en incendios. Me consta que de esas casas tenían en las estancias La Maciega y La Margarita, en la Península de Camarones”.

Comienzan a llegar los inmigrantes y fundan los primeros establecimientos ganaderos. En 1890 Juan Maupas adquiere campos en la zona, iniciando una importante explotación ovina, a la que llaman Estancia La Maciega. Sucesivamente, continuarán llegando nuevos colonos. Julio Schelkly, oriundo de Alemania, viene desde las Islas Malvinas puebla lo que sería luego la Estancia San Jorge y otros campos que posteriormente adquiriría su compatriota Ricardo Fisher quien llega con su familia y da origen a la Estancia Cabo Raso, a solo 25 km de la costa donde también construye, hasta habitar el campo, una vivienda de chapa, convertida luego en galpón para resguardar la zafra lanera antes de ser embarcada para su comercialización. En esos años de la última década del siglo XIX también arriban la familia de Juan Lacoste y su esposa Ramona Lecuona, con ellos Ramón Garramuño, también lo hacen Carlos Müller, Juan Aguirre, los hermanos Eduardo, Alfredo y Enrique Miche, Silverio Moreno, quienes a partir de sus ocupaciones o el arrendamiento de campos fiscales se van transformando en pioneros de una actividad como la ovina que tantos frutos dio a la región y al país.

Estancia Los Cipreses del pionero Salvador Lacoste

Corría el mes de Enero del año 1899, cuando de viaje hacia el Estrecho de Magallanes el presidente Roca que debía reunirse con su par de la República de Chile, realiza una escala en la Colonia Galesa del Chubut. Allí se reúne con las fuerzas vivas y vecinos del valle inferior y luego de escuchar algunas inquietudes de los anfitriones realizó distintos anuncios de importancia para el desarrollo de la Patagonia, uno de ellos era el del tendido telegráfico. Decía Roca en su visita: “…Hoy que la paz interna va a ser asegurada, que se van a disipar las nubes que se ciernen sobre el horizonte de la Patria, tendréis telégrafo para comunicaros con el mundo civilizado; tendréis el Banco de la Nación Argentina que os facilitará el desenvolvimiento de vuestras actividades agrícolas, ganaderas y comerciales; tendréis escuelas para la educación de vuestros hijos y se aumentará con otros transportes el servicio de navegación de la costa Sur…”

La palabra empeñada en aquel entonces se cumplió, y tres acciones fueron fundamentales para el asentamiento de gentes en este paraje: por un lado el correo y telégrafo por su importancia para las comunicaciones e integración con parte del país, el puerto con la llegada de los buques de carga y pasajeros con nuevos vecinos y la escuela que pronto albergó a sus estudiantes. Sin dudas el Banco Nación en Trelew acompañó ese incipiente desarrollo.

El nuevo siglo trae consigo a otros pobladores que van llegando solos o con familias. Entre los pioneros de esta primera etapa de un Cabo Raso de profunda impronta rural que se articula con una floreciente aldea, se suman apellidos como: Trucco, Reggio, Ostúa, Heinken, Schulze, Mitau, Grether, Pögler, Beinarán, Echegaray, Olsen, Balladares, Amandi, Martino, Zahn, Benewitz, La Regina, Vales, entre otros, que luego de desembarcar en el puerto de Cabo Raso, o de llegar arreando ganado desde el Norte, se dirigen a tierras cercanas para poblarlas.

Un hito que marcará el inicio de una futura población lo representó la inauguración de la Oficina de Correo y Telégrafo, iniciativa del vecino Ricardo Fischer quien dona un lote para su construcción.

. Oficina de Correos y Telégrafos en Cabo Raso

Resulta emotivo el relato de Juan Trucco, nieto de Juan Antonio Trucco, primer Jefe de Correos de Cabo Raso, cuando nos describe el contexto en el que su abuelo llega a estas costas: “Mi abuelo era italiano, nacido en Fossano…Como hijo de una familia de once hermanos, a medida que iban creciendo, se iban formando, buscaban su futuro y así comenzó a trabajar en el puerto de Santa Fe. Ahí le comentaron de la posibilidad que había en Buenos Aires de integrar un grupo de gente que en un barco saldría hacia el sur. Lo organizaba el gobierno nacional que era el Gral. Roca el presidente de la Nación, la idea era armar el telégrafo desde Rawson, que ya era capital del territorio, hasta Comodoro. Así es que se embarcaron ahí, comentaba que eran cerca de 200 personas. Desembarcaron en Puerto Madryn y de ahí llevaban la carretas, los caballos y todo lo que son las casillas que actualmente se ven…Después de llegar mi abuelo en esa caravana se instaló en Cabo Raso en esa casilla que tenía, como te decía, oficina, un par de dependencias más y la letrina afuera. Ahí vivía él y mi abuela. Lo dejaron con un winchester, un par de caballos, el recado y la obligación de quedarse ahí a recibir telegramas. El 26 de Diciembre de 1900 se inaugura el correo, el primer telegrama fue del Gral. Roca y lo recibió mi abuelo y está escrito con puño y letra de él que entendía el código Morse, bueno lo recibe y a caballo se lo entrega a Fischer en la estancia y quedó ahí enmarcado”.  La primera dotación de empleados estará conformada por Juan A. Trucco como jefe y Claudio Pereyra Camargo como guarda hilos. En 1902 se suma como pobladora la señora Elia María Irigoyen, esposa de Trucco y un año después la primera hija del matrimonio Celia María, nacida en Cabo Raso.

El paulatino crecimiento poblacional, de vecinos que atraídos por distintas motivaciones y actividades se van asentando, hace necesaria una mayor presencia del Estado en estos parajes; y así, esta comunión del sector público con el privado va sentando las bases del pueblo de Cabo Raso.

Por Marcelo Daniel Giusiano

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