sábado, 20 de abril de 2024
Una imagen de archivo de un hipopótamo del parque temático Hacienda Nápoles.

El informe sobre los hipopótamos en Colombia, que desde hace meses biólogos y otros expertos reclamaban que se hiciera público, ha puesto al Gobierno contra la pared. El Ejecutivo de Gustavo Petro tiene en sus manos una investigación que plantea claramente como un problema la presencia de esta especie y dice cómo se debe enfrentar: la caza controlada aparece como una opción necesaria. El Ministerio de Ambiente ha sido excesivamente prudente a la hora de mostrar su postura sobre lo que se debería hacer con estos animales, pero ya ha asegurado que estudian el informe, a cargo de investigadores de la Universidad Nacional de Colombia y el Instituto Alexander Von Humboldt, y que será la base de un plan que están por presentar. “Con base en los resultados [del informe], estamos definiendo la política general y el presupuesto para este cuatrienio. Esperamos anunciar decisiones en el próximo mes”, dijo la ministra Susana Muhamad en sus redes sociales ante el reclamo de quienes le exigían publicar el estudio.

La “caza de control” aparece en la investigación que analiza el Gobierno como una de las propuestas para tratar, controlar y erradicar a una población de hipopótamos que cada vez se hace más grande ―hay 169 registrados― y que ya no es un tema exclusivo de la Hacienda Nápoles, a donde llegaron por orden de Pablo Escobar en los años ochenta. Su presencia hoy se extiende a lo largo de la cuenca del río Magdalena y es peligrosa para otros animales, como los manatíes y los chigüiros, además de ser un riesgo para los humanos. No hay que ir muy lejos en las noticias para verlo: horas antes de conocerse este informe, un hipopótamo se atravesó de noche en una vía de Puerto Triunfo, en Antioquia, y ocasionó un accidente. El animal murió y los ocupantes del vehículo sufrieron heridas. En noviembre ya había ocurrido algo parecido con un motociclista que circulaba de noche por esa zona y que también chocó contra uno de estos animales. Esa vez, el conductor sufrió una fractura en uno de sus brazos.

La presencia de los hipopótamos ha sido un delicado tema de conversación en el país desde 2009, cuando cazadores alemanes en compañía del Ejército colombiano y con el permiso del Gobierno mataron de un disparo a Pepe, como la prensa hizo famoso a uno de los cuatro hipopótamos de Escobar. La fotografía del grupo de hombres armados sobre el cadáver del animal generó un rechazo generalizado y un juez prohibió su caza. Petro, cuyo Gobierno cuenta con el apoyo de los animalistas, deberá tomar una decisión que podría alejarle de ese sector que le respaldó. Los animalistas se oponen a la caza y proponen, en su lugar, la esterilización.

De las cinco propuestas que plantea la investigación, tres de ellas, la caza de control, la translocación y el confinamiento, están dirigidas a generar impactos directos en la población de hipopótamos, mientras que las dos restantes: alertas tempranas e intervención social están dirigidas a prevenir y mitigar los impactos directos en la población humana y sus medios de subsistencia. Hay que hacerlo todo para que funcione, dicen los expertos. Sobre la caza de control, la investigación menciona la eutanasia del hipopótamo por medio de métodos físicos, con disparos o conmoción cerebral, o químicos, a través de la inyección de medicamentos. La muerte del animal ha sido el tema controversial del debate que por años han sostenido biólogos y animalistas. El informe plantea varios argumentos para ir más allá en esta discusión.

La investigación, que recoge anteriores estudios sobre la presencia de los hipopótamos en Colombia, dice que estos animales, por su carácter territorial, son un riesgo para los ecosistemas por donde circulan, para algunas especies silvestres y para todos los humanos que los tienen por vecinos. El riesgo no es solo físico, la economía de las zonas por donde se han extendido también se ve amenazada. Los habitantes ribereños del municipio de Puerto Triunfo, por ejemplo, han tenido que abandonar sus actividades de pesca y balastreo de materiales del río, de lo que depende su economía, por miedo a encontrarse un hipopótamo en el agua. “Esta condición ha puesto a la comunidad en competencia por el ecosistema acuático con el hipopótamo, aumentando el riesgo potencial de encuentros en el afluente y reduciendo sus oportunidades de acceso a los sitios de extracción y pesca. Se reporta incluso que las personas han tenido que viajar a sitios más apartados pero seguros, para ejercer la actividad de su medio de vida”, señala el informe.

Los hipopótamos, que entraron al país de forma ilegal en los años 80, se han adaptado y reproducido sin problemas en Colombia debido a la alta disponibilidad de alimento y de cuerpos de aguas permanentes durante todo el año, apunta el informe. Su principal población todavía está en Nápoles, la hacienda de Escobar convertida en un parque temático, pero algunos se han escapado y se han desplegado por el río Magdalena, con apariciones espontáneas en calles y avenidas de los pueblos cercanos. “La comunidad ha reportado la presencia de ejemplares en fincas, y hay evidencia de que las crías están siendo tomadas como mascotas provenientes probablemente del tráfico ilegal”, señala el informe. Un hipopótamo adulto puede alcanzar un tamaño de hasta cinco metros y un peso de tres toneladas, “razón por la que es muy probable que una cría en cautiverio, al aumentar de tamaño, sea liberada”, explican los investigadores.

La caza controlada no es la única solución, advierten también en el documento. Otra de las acciones es la “translocación”, el traslado de individuos libres en el territorio hacia “colecciones vivas”, como zoológicos, o hacia poblaciones silvestres en áreas de distribución nativa, como por ejemplo África. El informe plantea el confinamiento como otra de las medidas para generar un impacto directo sobre los hipopótamos. Esto implica la construcción de una infraestructura adecuada para evitar que se fuguen (como ha pasado en la hacienda Nápoles) y lograr el aislamiento físico de un lugar que sirva para contenerlos y mantenerlos hasta su muerte natural.

La publicación de la investigación, que expone con detalles lo que se debe hacer con los hipopótamos, se conoce en un momento en el que el país tramita el traslado de 70 de estos animales, algunos a la India y otros a México. El Gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria, ha liderado este proceso porque lo ve como una solución a un problema que afecta especialmente su región, pero los expertos le han señalado que sacar del país a unos cuantos no es suficiente. El acuerdo con el mexicano Ernesto Zazueta, presidente del santuario Ostok, permitiría el traslado de 10 hipopótamos a Sinaloa, y sería documentado por una productora argentina realizadora del programa Cargas Imposibles, pero el Gobierno colombiano todavía estudia si se cumplen los requisitos. “Presidente Gustavo Petro, ministra Susana Muhamad, por favor ayúdennos con los permisos para el traslado de estos majestuosos animales”, escribió el gobernador en Twitter, tras el último accidente que involucró a un hipopótamo.

La ministra de Ambiente, Susana Muhamad, le ha respondido al gobernador con sinceridad. Ha reconocido que avanzar en la idea de sacar los hipopótamos sin verificar si se cumplen los requisitos de la convención de Cites (sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) podría terminar causando un problema en otra parte.

Compartir.

Dejar un comentario