sábado, 27 de julio de 2024

Comenzó en 1956 a desarrollarse en esta zona con el arribo de Jules Rossi, campeón de Francia de caza submarina. Junto a él llegaron también Speroni, Basualdo, Zuberbhüller, Freers, Aldao, Del Carril, Helguera, Baiocco y Hugo Pesce, que conformaban la Asociación de Actividades Subacuáticas que habían creado en 1954 con sede en la Capital Federal. Varios de esos buceadores, encantados por el fondo y la transparencia de las aguas, regresaron al año siguiente a bordo del buque de la armada “Murature”.

Enseguida se sumaron los “entusiastas” locales “Cachi” Meani, “Moro” Patané, “Catín” Pérez, “Cacho” Comes, “El Negro” y “Kita” Giménez; posteriormente Mariano “Malevo” y su hermano Juan Manuel Medina, y seguidamente Bruno Nicoletti, Arturo Conrado Krestchel, Enrique Toskoff y yo.

Entre los nuevos buceadores nos prestábamos los libros: “El Mundo Silencioso” de Jacques Cousteau (que resultaba ser como una enciclopedia o un manual de enseñanza), “Los Hombres Peces”, “Aventura de Tres Cazadores Submarinos” y algunos más de los pocos que existían relacionados al buceo y cualquier escrito sobre este tema. Todo era novedoso para nosotros. Prontamente nos suscribimos a revistas europeas como “Mundo Sumerso” de Italia y “Mundo Subacuático” de España. Cada vez que algún familiar o conocido viajaba a Brasil o Europa, le encargábamos material de lectura, fotografía y equipamiento.

 El paso siguiente, después de dominar medianamente el uso del conjunto, máscara, snorkel y aletas, fue incursionar en la caza submarina que se bucea en apnea. Era emocionante ver los peces entre las restingas y seleccionar el que deseábamos para comer.

Los coloridos de las algas, cómo se movían los cangrejos, los pulpos encuevados, poder tocar las estrellas y demostrar la valentía de encontrarnos cara a cara con los lobos. Continuamente veíamos cosas nuevas en el mundo donde el humano es nada más que un intruso.

Los primeros dos años buceábamos en cuero, a pesar del agua fría de esta zona, ya que no existían trajes isotérmicos. En los días nublados, antes de entrar al mar, preparábamos matas con ramas secas para cuando saliéramos del agua prenderle fuego y calentarnos.

El farmacéutico Don Juan Patané nos había recomendado lanolina en todo el cuerpo y algunos lo hacían. Lo difícil era después sacarla.

Con dificultades, pero con ganas, fuimos alcanzando un aceptable nivel en la nueva actividad, lo que nos posibilitaba buscar lugares más exigentes. En 1957 se organizó en Pardelas el primer Campeonato Argentino de Caza Submarina, actuando como comisarios Antonio Torrejón y Deogracias Fernández. El vencedor fue Jules Rossi.

Continuamente las competencias, vuelvo a aclarar, en apnea, se iban desarrollando a más profundidades y el buceo se hacía muy competitivo requiriendo un buen entrenamiento. Juan Miesen, con la colaboración de Sabino Daniele, fabricaron en el país los primeros fusiles con bandas de goma.

Pronto llegaron, importados por Bruno Nicoletti, los trajes de neoprén que nos protegían del frío, los fusiles a resorte de “Cressi”, los novedosos españoles con aire comprimido marca “Nemrod” y los “Champion” franceses a banda de goma y los brasileros “Orea” y “Cobra”. Y allí comprobamos que con la moderna indumentaria comenzábamos una nueva era. Aumentábamos la permanencia en el agua, la hacíamos frente al invierno, disfrutábamos más y a su vez nos preparábamos mejor. Las profundidades para la caza sobrepasaban los 15 metros y a veces llegaban a los 25. Hubo un certamen argentino donde cazamos las seis horas que duró el mismo, a 29 metros de la zona correntosa de “Punta Logaritmo”.

Un periodista invitado de Capital Federal para difundir el buceo dijo que “era una locura”. Nos quemó.

La participación en torneos en el exterior sirvió en principio para recoger experiencia y posteriormente para medirnos competitivamente con resultados positivos.

En 1962 se crea la Federación Argentina de Actividades Subacuáticas y el 23 de mayo de 1967 tiene su origen la “Hermandad del Escrófalo”, de la que fui su primer residente.

El auge del buceo sirvió para que hubiera en la ciudad tres entidades dedicadas a lo mismo: Club Náutico Atlántico Sur, Club Buceo Puerto Madryn y la Hermandad del Escrófalo.

Súbitamente Puerto Madryn se constituyó en la “Capital Argentina de las Actividades Subacuáticas”, siendo sede de la Federación Argentina de dichas actividades. Durante la temporada estival se organizaban torneos en el que participaban buceadores de todas las partes del país, erigiéndose la segunda semana del mes de febrero de cada año “Semana Subacuática Argentina”.

Se agregaron nuevas disciplinas como Natación con Aletas y Orientación Submarina, tal cual lo exigía la Confederación Mundial de Actividades Subacuáticas a la que nos habíamos afiliado. En esos días de competencia se olía a neoprén por todos lados de la ciudad, los desfiles por las calles céntricas de las delegaciones participantes para la inauguración de las competencias eran un suceso donde concurría toda la población para aplaudir el paseo de los mismos. En Madryn estaban radicados muchos de los mejores buceadores del país. El desarrollo exitoso del buceo argentino en el nivel mundial sirvió para que la organización de torneos sudamericanos y latinoamericanos en los Golfos Nuevos y San José.

Esta actividad valió para insertar a Puerto Madryn en el turismo internacional y tiempo después para crear operadores comerciales de bautismos submarinos.

Siempre recordamos como pionero de la actividad subacuática a Jules Rossi quien falleció practicando esta actividad en Puerto Madryn en el verano de 1957.

Jules Rossi
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