Milei tiene, a diferencia de casi todos los otros presidentes latinoamericanos, una política de firme apoyo a Israel en el conflicto de Gaza y un marcado alineamiento con Estados Unidos en lo estratégico.
Javier Milei altera el predominio de los líderes populistas en la región. Brasil, con doscientos catorce millones de habitantes, es el mayor electorado de América Latina y el cuarto del mundo después de India, Estados Unidos e Indonesia. Es al mismo tiempo el único actor global de la región con aspiraciones de integrar los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas cuando este se reforme. El populismo llega al poder en 2002, cuando Lula gana por primera vez, tras haber sido derrotado en varias elecciones precedentes. Su gobierno comenzó entonces un giro regional en esta dirección ideológica.
Durante más de dos décadas ha sido su referente más importante en la región. Tras ocho años de gobierno, su partido retuvo el poder a través de Dilma Rousseff, que lo hizo durante los seis años posteriores, siendo destituida mediante un juicio político, el que dio paso a un breve interregno de una precaria coalición de centroderecha, articulada por su sucesor, su vicepresidente Michel Temer. Luego vinieron los cuatro años de gobierno de Jair Bolsonaro, expresión de un populismo conservador que impuso una fuerte polarización en la política brasileña. Lula retornó al poder en 2023, tras ganarle en segunda vuelta por menos de dos puntos.
El actual presidente brasileño enfrenta como próximo hito electoral las elecciones locales de medio mandato, que tendrán lugar en octubre. No le será fácil salir de ellas con un efecto ganador. Pero serán las presidenciales brasileñas de 2025 las que marcarán el rumbo político de América Latina.
México, con ciento veintiséis millones de habitantes, es el segundo electorado de América Latina y el 2 de junio tendrá lugar la elección presidencial, tras los seis años de mandato de Andrés López Obrador. La candidata oficialista, Claudia Sheinbaum, duplica en intención de voto a la principal candidata opositora, Xóchitl Gálvez, apoyada por el partido de centroderecha PAN, el PDL de centroizquierda y el populismo tradicional del PRI. El escenario electoral confirma la vigencia del indiscutible liderazgo de Andrés López Obrador. Durante su gobierno ha expresado un populismo pragmático que genera una situación singular. Ha tenido una política de reformas estatistas, pero hoy los dos mexicanos más ricos tienen tanto dinero como la mitad más pobre de la población del país.
Ha profundizado la relación económica con los Estados Unidos y en 2023 México pasó a ser el primer exportador mundial hacia este país, superando a China. Ha sabido manejar con astucia el problema de la migración ilegal a los Estados Unidos. Su relación personal tanto con Biden como con Trump, es buena. Histórica y constitucionalmente, el presidente que termina el mandato de seis años no puede ser reelecto y esto se ha cumplido sin alteraciones durante casi un siglo.
Pero tenía lo que se llamaba “el dedazo”: la elección de su sucesor. Aunque usualmente los ex presidentes mexicanos no han tenido un rol activo en la política, hoy no está claro si López Obrador intentará mantener influencia o no, de acuerdo a lo que ha sucedido en el pasado. Él ha formado un partido nuevo, el Morena, y tendrá una victoria electoral aplastante, en referencia a lo sucedido en las últimas tres décadas. Se trata de un liderazgo singular, que puede producir cambios en cuanto al rol del futuro ex presidente.
El tercer electorado de América Latina es el de Colombia, con cincuenta y un millón de habitantes. Es gobernado por Gustavo Petro, un populista que se identifica con lo que se denomina “nueva izquierda”. Lleva un año y medio en el poder y enfrenta en 2024 una elección legislativa difícil. La situación económica es su punto más vulnerable y ella es la causa principal de la caída de su imagen. También han influido en ello las denuncias de corrupción sobre su hijo y políticas de seguridad un tanto erráticas, con resultados limitados en el proceso de pacificación.
Mantiene una posición más crítica hacia Estados Unidos que Lula y López Obrador y un cuestionamiento más fuerte que ellos a la posición de Estados Unidos de respaldo a Israel en el conflicto de Gaza. La derecha colombiana, que gobernó más de medio siglo hasta la llegada de Petro, se está recomponiendo, pero con dificultades. En una elección de medio mandato ello es de menor relevancia, porque los éxitos o fracasos se miden por cantidad de legisladores o por la importancia de ciudades que se ganan. Parece gestarse una oposición de derecha que es más pragmática que ideológica. Respecto al presidente chileno, Gabriel Boric,- quien Ha asumido una posición moderada y conciliatoria frente al deceso del ex Presidente Piñera,- Petro muestra una posición más populista, sobre todo en política internacional.
Cabe señalar que el presidente chileno tiene una posición más marcada en contra del grupo Hamas que contra la actitud autoritaria de Maduro respecto al proceso electoral venezolano. A su vez, el nuevo presidente argentino, Javier Milei, ha calificado a Petro de “comunista asesino”. El mandatario colombiano ha reaccionado retirando su embajador en Buenos Aires.
El cuarto electorado más grande de América Latina es Argentina, con cuarenta y cinco millones de habitantes. Su nuevo presidente, Javier Milei, tiene una posición totalmente diferente a los tres anteriores, presentándose como expresión de la “nueva derecha”. Tiene una política de firme apoyo a Israel en el conflicto de Gaza y un marcado alineamiento con Estados Unidos en lo estratégico. Al cumplir los dos meses en el poder, es una situación que no pasa desapercibida en el ámbito global.
Por Rosendo Fraga, Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.