viernes, 29 de marzo de 2024
El Holodomor fue una cuchilla que sacudió Ucrania a cargo de Iósif Stalin

No fueron buenos los años treinta para mostrarse en contra de la cúpula política de la URSS. Al período de entreguerras, el auge del nazismo y el gran conflicto europeo en el viejo continente, el gran Oso ruso tuvo que sumar una colosal represión estalinista que ha pasado a la historia como la Gran Purga. O Gran Terror, como denominó el historiador británico Robert Conquest a esta lucha contra los fantasmas opositores por parte del sanguinario dictador rojo Iósif Stalin. Las cifras hablan por sí solas: más de un millón y medio de personas detenidas y deportadas a otros tantos Gulags por el NKVD, el Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos. Y de ellas, 750.000 terminaron ejecutadas.

Poco hay que demostrar de la Gran Purga orquestada por el camarada supremo. Y, aún así, continúan apareciendo cicatrices que corroboran la obsesión de Stalin por limpiar la URSS de opositores. La última prueba ha sido descubierta por un grupo internacional de genetistas de la Universidad de Medicina de Pomerania. Los expertos han confirmado, a golpe de análisis de ADN, la identidad de tres georgianos hallados cerca de un monasterio en Batumi, al suroeste de la región. Todos ellos, víctimas del Gran Terror de los años treinta. La enésima evidencia de la locura del Politburó, pero un hito a nivel científico e histórico.

El estudio, realizado por un amplio elenco de científicos de varias universidades, arrancó con el hallazgo de los restos de 27 víctimas de la Gran Purga en el mencionado monasterio. Los expertos consiguieron obtener el ADN de los fallecidos a partir de su material óseo y se propusieron el reto de reconstruir sus perfiles genéticos. Difícil tarea, pero no imposible. El fin último era averiguar su identidad para devolver la paz a sus descendientes. «Se seleccionó a un grupo de personas que podían haber sido enterradas allí usando como base datos históricos e investigaciones antropológicas georgianas y estadounidenses», ha explicado el jefe del Departamento de Medicina Forense de la Universidad de Medicina de Pomerania, Andrzej Ossowski.

«Los restos descubiertos estaban bien conservados y las muestras nos permitieron obtener perfiles genéticos de muy buena calidad», ha afirmado para ‘Science in Poland’ Ossowski. A este primer paso le siguió el proceso de recolección de material genético comparativo proveniente de las supuestas familias de las víctimas. En sus palabras, tuvieron línea directa con un sinfín de candidatos. Y tan solo había una forma de despejar la incógnita: a base de pruebas y más pruebas. El trabajo dio sus frutos y, al final, desvelaron la identidad de las víctimas y hallaron a sus familiares. Un trabajo bien hecho que señala, por enésima vez, hasta qué punto llegó la locura del camarada Stalin.

Gran Purga
Como un iceberg, la punta de la represión estalinista solo supuso un pequeño aperitivo del total de muertes. A partir de 1930 se desencadenó la llamada Gran Purga o Gran terror de Stalin . Cientos de miles de miembros del Partido Comunista Soviético, socialistas, anarquistas y opositores fueron perseguidos, juzgados y, finalmente, desterrados, encarcelados o ejecutados en los campos de concentración gulags.

Todo ello sirvió a Stalin para consolidar su poder y limpiar la disidencia trotskista y leninista de todos los órganos soviéticos. De los seis miembros del Politburó original (el máximo órgano de gobierno), únicamente Stalin sobrevivió a su ascenso, mientras cuatro fueron ejecutados y Trotsky, desterrado, sería asesinado en México en 1940. A su vez, de los 1.966 delegados del XVII Congreso del Partido Comunista celebrado en 1934, 1.108 fueron arrestados y encarcelados para ser ejecutados en la mayoría de casos.

Esta política de gulags también afectó al Ejército Rojo. Tres de los cinco mariscales; 13 de los 15 comandantes de ejércitos; 8 de los 9 almirantes; 50 de los 57 generales de los cuerpos de ejército; 154 de los 186 generales de división; todos los comisarios del ejército y 25 de los 28 comisarios de los cuerpos de ejército, de la Unión Soviética fueron juzgados y condenados por razones políticas. El resultado fue la disminución del poder operativo de las Fuerzas Armadas a cambio de un aumento de la fidelidad ideológica de cara a la inminente Segunda Guerra Mundial. Comandantes fanáticos, pero inexpertos.

En paralelo a la Gran Purga, Stalin inició sus planes para transformar Rusia de un país agrícola a uno industrializado, capaz de soportar las exigencias tecnológicas de la Segunda Guerra Mundial y luego la Guerra Fría. Los planes quinquenales para la economía nacional de la URSS ayudaron a un rápido desarrollo de la industria, especialmente la pesada, a costa de un grave sacrificio de vidas. El desajuste forzoso de la producción agrícola causó, en su primera fase, una gran hambruna en todo el territorio soviético entre 1932 y 1933.

Según la ‘Encyclopædia Britannica’, se estima que entre seis y ocho millones de personas murieron debido a la hambruna, siendo la mayoría de los fallecidos de origen ucraniano. No en vano, el historiador británico Robert Conquest advierte, en su libro ‘La cosecha del dolor: La colectivización soviética y la hambruna de terror’, que, si se extiende la muestra de 1930 a 1937, los campesinos muertos se elevan hasta los once millones.

Genocidio ucraniano
Un millón de kazajos falleció en esta hambruna debido a que fueron sedentarizados a la fuerza y privados de sus ganados; en tanto, la cercana Ucrania sufrió lo peor de la escasez de alimentos. Al imponer la colectivización de la agricultura en este territorio, Stalin inició una auténtica guerra contra los ‘kulaks’, los campesinos propietarios, de modo que la hambruna devastó a la población rural y se extendió a las ciudades. La policía secreta se dedicó a realizar inspecciones aleatorias y a apropiarse de la comida escondida por los campesinos. Centenares de miles de ucranianos fueron deportados en programas de colonización a Siberia , mientras se vivían situaciones de canibalismo entre los que insistieron en quedarse en la tierra de sus padres.

«Cada noche traen unos 250 cadáveres entre los que un número muy elevado no tiene hígado. Les ha sido quitado a través de un corte muy ancho. La policía acaba de atrapar a algunos ‘amputadores’ que confiesan que con esa carne confeccionaban un sucedáneo de pirozki (empanadillas) que vendían inmediatamente en el mercado», dejó registrado un cónsul extranjero sobre las imágenes de terror que se sucedieron en Járkov. Cuando el ‘Holodomor’ alcanzó su momento álgido, se calcula que morían unas 25.000 personas cada día en Ucrania.

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