Por primera vez desde que hay registros, una manada de orcas ha llegado a las costas del norte de Chile. Y allí, los biólogos marinos han aprovechado esa oportunidad única para estudiar una población hasta ahora desconocida de esta esquiva especie, que todavía sigue escondiendo muchos misterios para la ciencia. La orca es el superdepredador de los mares, por encima incluso del tiburón blanco en la cadena alimentaria, pero poco se sabe de las costumbres y técnicas de caza de muchas de sus poblaciones, que suelen vivir alejadas de las costas.
En 2018, un grupo de pescadores de anchovetas de la bahía chilena de Mejillones divisó por primera vez de cerca a una manada de orcas. Cientos de lobos marinos entraban y salían de las redes, atraídos por el pez típico del lugar. Fue entonces cuando vieron llegar a estos grandes depredadores del océano —liderados por una hembra, que más tarde los científicos bautizaron como Dakota—, que aprovechaban esos momentos de la pesca de la anchoveta para acercarse a las embarcaciones y arrinconar a los lobos marinos hasta la muerte. Las fotos y videos de los avistamientos, subidas a Facebook, sirvieron con posterioridad a la investigadora Ana María García Cegarra y su equipo para comenzar a indagar.
García Cegarra, bióloga marina de la Universidad de Antofagasta, siente que “es un sueño hecho realidad estudiar a estos cetáceos en libertad. No es fácil ver a las orcas tan cerca de la orilla”, asegura, pues pueden llegar a nadar miles de kilómetros en alta mar en busca de alimento. García Cegarra ha liderado un estudio, que publica este jueves la revista Frontiers in Marine Science, y en el que se combinan encuestas propias y testimonios de la población local.
Las orcas son animales cosmopolitas, presentes en todos los océanos del mundo, pero no existen datos suficientes para saber cuál es el estado de conservación, de acuerdo a la Lista Roja de Especies Amenazadas de la IUCN. En este caso, los investigadores rastrearon las preferencias de caza de la manada (2020-2023) entre las regiones chilenas de Antofagasta y Coquimbo en aguas influenciadas bajo la corriente de Humboldt que viaja desde la Patagonia hasta el Ecuador. “Entender su rol en el mar es indispensable para generar estrategias de conservación para esta especie poco conocida”, explica García Cegarra.
En el artículo que acaban de publicar, esta experta en cetáceos y sus colegas documentan también con drones la primera imagen de cacería exitosa de orcas a delfines oscuros. “Hemos visto machos con crías haciendo esa persecución, como una especie de juego”, explica García Cegarra. Esta nueva evidencia acerca de los hábitos alimenticios puede ayudar, según los autores, a entender cómo están vinculadas las poblaciones en el hemisferio sur.
“Las orcas del hemisferio sur se han estudiado principalmente en aguas antárticas, pero más al norte hay mucha desinformación”, plantea García Cegarra. En total se han encontrado cinco ecotipos en esta parte del mundo, como las orcas de tipo A (cuya dieta son mamíferos marinos) y tipo B1, que se inclinan por los peces. Aunque faltan análisis para determinar a cuál de ellos pertenece la manada, esta bióloga marina cree que son A. “Necesitamos una biopsia para analizar sus datos genéticos”, dice, lo que no será una tarea sencilla porque son animales muy inteligentes y ágiles.
Riesgos de contaminación y colisión
Bruno Díaz, director científico de la organización Bottlenose Dolphin Research Institute, coincide en este punto con García Cegarra, pues las orcas son difíciles de estudiar, aunque destaca que el artículo representa “un punto de inicio. Es una piedra base para futuros estudios. Sería interesante ver con qué regularidad visitan esa zona y cómo consiguen sus presas favoritas en ese caso”, indica el experto, que no participó en la investigación. En las observaciones, además, los investigadores advirtieron que las orcas comparten las presas con las crías, lo que indica que se están reproduciendo, pero no tienen certeza de la tasa de supervivencia, un aspecto que preocupa a la científica por los altos índices de contaminación, sobre todo en Mejillones.
“Creemos que el tráfico marítimo y el riesgo de colisión, son amenazas para las orcas, al igual que la contaminación. La bahía es un terminal portuario de transporte de mercancías e insumos para la minería y nos preocupa la supervivencia de las crías, porque las madres pueden acumular metales y otros contaminantes que se adhieren a la grasa y a la leche materna”, advierte García Cegarra. Mejillones es una de las cinco zonas de sacrificio que hay en Chile. Desde hace décadas, el medio ambiente ha sido afectado de forma sostenida por la actividad industrial y la presencia de al menos ocho centrales energéticas de carbón que deberían cerrar antes de 2030, según el plan de descarbonización impulsado por el gobierno chileno.
En esa línea, el director de expediciones de la oenegé Oceana, Ricardo Aguilar, menciona que en general en los lugares costeros donde viven las orcas ya hay “una interacción bastante alta con el ser humano. Por ejemplo, en el caso de España con la población de orcas que hay en el Estrecho de Gibraltar, suelen interactuar con los barcos que pasan por la zona. Lo que se tendría que hacer es adoptar medidas para que puedan estar preservadas y que no haya ese tipo de impactos por parte del ser humano”, sostiene Aguilar, que no fue parte del estudio.
Fuente: El País