Si hay una figura en el pasado de Corcovado en la que la historia y la leyenda se entremezclan es la de Pioquinto Vargas. Muchas de las personas de la comunidad lo mencionan dando datos que rozan más el mito que lo históricamente verificable.
En los documentos de la época es posible rastrear su presencia y apuntar algunas certezas sobre el hombre, pionero en el poblamiento de Corcovado Sur: en 1895 con 37 años, soltero, oriundo de Mendoza y hacendado, se encontraba en el distrito Tecka cuando se realizó el Censo Nacional. Su hermano menor Antonio, domador, también se hallaba en la zona, en el distrito 16 de Octubre.
A fines de ese mismo año ambos obtienen del gobernador Tello, de recorrida por el territorio, permiso para establecerse con cría de ganado al sur del río Corcovado.
Se transcribe a continuación fragmentos de entrevistas a Julián Mundo, Pedro Vargas, Marisol Meza, Diego Torres, Valentín Molina, Maximino Patiño, Manuel Atilio Torres, José Raúl Huentequeo, Elena Stinkamp y José Arratia.
“Él era mendocino. Desde el Vintter para acá era todo de Pioquinto. Llegó a tener 5.000 vacas. Él era muy buen hombre, un poco desconfiado nomás. En su campo no tenía casa, dormía en un campamento hecho con lonas. Cuando dormía, armaba alrededor de él como cinco bultos para disimular por si alguien lo atacaba. Nunca dejaba su Winchester. Era un hombre que no tomaba mate, solo té.”
“Él para marcar, en el campo de Facundo Corro, en la costa del río, tenía un palo de lapacho y ahí tenía el rodeo donde marcaba y él para marcar se paraba afuera del campamento, porque él siempre estuvo en campamento. Él nunca tuvo casa, dicen que les pegaba unos gritos a las vacas caminaba de allá y para acá y todas las vacas lo seguían. Era el espíritu que él tenía, dicen que le contó a otra gente que tenía allegada: ‘Mirá yo hago lo que quiero con mis animales, que cuando yo voy mis animales van y lo único que te cuento es que cuando yo desaparezca, se va a desaparecer todo mi capital’. Dicho y hecho.
A él no le gustaba tener muchas amistades, según a quien, tenía de amistades, si no, no.
Era muy recto según las informaciones. El que fue peón de él, es el padre de Juvenal Jaramillo. Fue peón del señor Pioquinto Vargas, él me contaba, viste, que era un hombre decidido, ‘amigo, acá no he visto ningún hombre como él, ese era hombre, él se fue y se fue todo’.
Él tenía tres o cuatro mil animales, todo Caridad (se refiere a la estancia Caridad), todo eso era de él.”
“Pioquinto Vargas tenía más de 5.000 vacas, ocupaba campos de Corcovado, Río Pico y Caridad, los arreaba solo, se vestía de negro y montaba un caballo oscuro. La hacienda la cuidaba solo. Las 5.000 vacas que tenia las trajo de Neuquén.”
“Pioquinto Vargas era un hombre que no tenía casa, vivía en campamentos tomando como propios los animales que ahí se encontraban. Se mostraba como bandolero, era poco sociable y solitario por eso la gente le temía”.
“Trajo algunos animales de Mendoza, eran varios hermanos, pero bueno el más conocido, el más mentado era en aquel entonces el finado Pioquinto Vargas, llegó a tener 12.000 vacas”.
“Se ubicaba en Corcovado Sur un circulo y otro camino a Tecka donde se juntaba la hacienda de Pioquinto Vargas”.
“Mi abuelito dice que el finado Pioquinto tenía una tropilla, y el único que andaba en los caballos era él, nadie más podía agarrar un caballo y si lo subía era un bagual, el único que andaba era él. Lo mismo ocurría con las vacas, el único que juntaba las vacas era él, si iba otro a ayudarle se desaparecían en los bosques, así que calculaban que él tenía un pacto con el diablo…. cuando falleció lo encontraron muerto en el campamento, dicen que estaba acostado.”
“Don Pioquinto Vargas enterraba su plata, cuando murió nadie supo dónde estaba enterrada.”
“El Chingolo [encargado del correo] le trajo una caja fuerte en pilchero de Trevelin y la dejó enterrada en Corcovado Sur y nunca nadie la encontró”.
“Chingolo fue el que le trajo la caja fuerte a Pioquinto desde Trevelin, esa está enterrada en Corcovado Sur, nunca la encontró nadie…Dicen que dejó una seña, dejó una retama atada arriba de donde está la caja……la han buscado mucho….”
“Se corría el rumor que tuvo un pacto con el diablo porque llegó a tener muchos animales y cuando él murió desaparecieron.”
“Cuenta la leyenda que en el campo que es hoy la veranada de Griffiths, se encuentra una cueva Salamanca donde supuestamente Pioquinto Vargas hacia pacto con el diablo, y para encontrar la cueva hay una lenga torcida que indica la entrada.”
“En realidad historia no tengo, tengo algunas referencias que me han dado algunos vecinos a saber. Este señor, un hacendado de buena posición económica, místico, algunos aseveran que tenía relaciones con el diablo, con el demonio. A raíz de eso sería que tenía la fortuna que tenía. Algún dato de este hombre: se dedicaba a la cría de ganado vacuno. Cuentan que el establo que tenía estaba debajo de su casa, que su casa estaba en la planta alta y no tenía puerta en la planta baja, sino que se accedía a ella por una escalera que por la noche era retirada, en evidente desconfianza hacia el medio y a sus vecinos; no sé quiénes eran sus vecinos en esa época, ni por donde estaría viviendo.
Bueno otra referencia de este personaje, al parecer por haber pactado con el diablo, nunca conoció la muerte, o sea podría ser inmortal, y podría estar viviendo entre nosotros con otro nombre, en algún cargo político tal vez.”
¿Tendrá que ver esto con lo que Píoquinto en 1895 le dijo al sacerdote Vacchina, que de lo que más carecían en la zona era del Santo de la buena muerte? Lo cierto es que para la gente de Corcovado y sus alrededores este poblador no se ha ido del todo, aún queda la intriga de a dónde fue su ganado cuando él desapareció físicamente, la ilusión de encontrar su caja fuerte debajo de una retama atada o el miedo a una cueva donde una lenga torcida indica el lugar en que don Vargas pactó con el diablo…
Fragmentos del libro “Corcovado, historias y recuerdos”