Los Poyas o “Tenesch”, eran los verdaderos aborígenes de nuestra región, fueron mal llamados puelches por los mapuches que en araucano significa “gente del este” y también se los denominó “manzaneros” por la profusión silvestre de tales frutales con la que producían una bebida alcohólica llamada “chicha”.
El Capitán Juan Fernández es considerado el descubridor de la agrupación étnica de los Poyas, en su viaje a la región del Paralelo 42 en el año 1.621. Este conquistador español relató haber encontrado “un indio de tierra adentro que tenía las narices horadadas como los del Perú”.
Milcíades Alejo Vignati enseña que los Poyas “son nación diferente y de idioma diferente. La diversidad con el araucano es evidente”.
El Padre Juan Ignacio Molina afirmaba cariñosamente, en 1.778, que los Poyas “hablan un lenguaje totalmente distinto del de los moradores de Chile”.
Miguel de Olivares explica que el Poya era un lindo tipo de hombre, alto y corpulento –uno de los más altos de la tierra- su tez no era tan morena de suerte que “podrían pasar por españoles”. Eran de temperamento pacífico y dócil, nómades y cazadores que completaban su economía con la recolección de raíces y frutas silvestres, no conociendo el caballo, la cestería, ni la cerámica, fabricaban sus utensilios con hueso y cuero. Los tehuelches rivalizaban con ellos en corpulencia y apostura, si bien su talla era algo menor y su piel algo más oscura, en tanto su lengua, a diferencia de la poya, era gutural, cerrada y dura.
El Perito Moreno en su libro “Viaje al País de la Manzana” señala que: “Los poyas son pocos, pero bastan para hacerse una idea de la buena conformación de los individuos. El idioma es especial, se acerca al tehuelche pero es mucho más dulce. Los hombres son de mejor apariencia que los araucanos y más altos, y las mujeres tienen buenas facciones cuando jóvenes. Al hablar lo hacen pausadamente y de una manera muy dulce”.
Este aspecto, sobre la diferencia étnica entre los aborígenes chilenos y los aborígenes argentinos, en ambas vertientes de los Andes Patagónicos ha sido desarrollado ampliamente por el Padre Guillermo Furron en su obra “Entre Tehuelches en la Patagonia”.
Los araucanos o mapuches sometieron a los poyas, resultando elocuente el discurso del Cacique Catinaquel al Padre Rosales, manifestando el Jefe Poya en una parte del mismo que “los indios de la otra banda, como hicieron las paces con los españoles y no hallaban modo como cebar su codicia se volvieron contra nosotros y como fieras más poderosas, se sustentaron de nuestras carnes y se alimentaron de nuestra sangre, haciendo presa en nuestros ganados y cuando los hubieron consumido todos, viéndonos humildes y mansos corderos, dieron en cazar nuestros hijos y mujeres para vendérselos por esclavos a los españoles”.
Una vez dominados los Poyas, comenzó la expansión araucana o mapuche hacia el territorio argentino y los enfrentamientos con la cultura tehuelche. El Cacique mapuche araucano Chocorí –de origen chileno- hacia el año 1.805 al frente de una poderosa caballería, invadió el territorio de Chubut, sosteniendo una gran batalla con los tehuelches a los que venció causando enorme mortandad a estos últimos en un paraje distante unos 300 kilómetros al sur de Lago Puelo, que desde entonces fue conocido como “Serranía de los Muertos”, en Languiñeo, que deriva del mapuche “Lan” (muerte) “Gui” (desesperación, horror, espanto) y “Ñeo” (sitio donde ocurrió) (*). En esta batalla, los mapuches demostraron su dominio del caballo, causando cientos de muertos a los tehuelches.
(*) Chubut: Breve historia de una provincia Argentina, Virgilio Zampini
Textos del libro “Lago Puelo. Un Rincón de la Patria” – Julio Traverso y Gamboa