viernes, 4 de octubre de 2024

Un petrolero rescató a los tripulantes de la embarcación siniestrada después de que los cetáceos golpearan el casco y provocaran una vía de agua.

Es el primer barco hundido por orcas este año. Según Salvamento Marítimo, a las 9.00 de este domingo, los dos tripulantes del velero Alborán Cognac solicitaron evacuación debido a que habían sufrido un encuentro con estos cetáceos a 14 millas del cabo Espartel, en la entrada sur del estrecho de Gibraltar, en aguas marroquíes, y su embarcación había quedado maltrecha. Los navegantes explicaron que habían sentido golpes en el casco y que tenían daños en el timón y, lo que era más grave, una vía de agua, que les podía enviar a pique el velero de 15 metros de eslora. Ante la urgencia de la situación, se movilizó un helicóptero y se solicitó al petrolero MT Lascaux, “que navega cerca, que acuda a la posición del velero para prestar asistencia”, informan fuentes del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible.

Al mismo tiempo, se avisó a Marruecos, se indicó a los tripulantes que se pusieran los chalecos salvavidas y que encendieran el AIS (Automatic Identification System), además de tener “las radiobalizas preparadas” por si fuera necesaria su localización. Una hora después de dar el aviso, a las 10.00 de la mañana, los dos navegantes se encontraban sanos y salvos a bordo del petrolero, que los trasladó a Gibraltar. No se pudo hacer nada por el velero, que quedó a la deriva y, finalmente, se hundió.

Expertos que estudian el comportamiento de estos cetáceos en estas aguas aseguran que detrás de este nuevo incidente están las orcas ibéricas conocidas como gladis, 15 ejemplares de la población de unas 37 que viven entre el norte de la península Ibérica y el estrecho de Gibraltar. El primer suceso documentado de este tipo se produjo en mayo de 2020 y, con el de este fin de semana, ya se han registrado siete naufragios de embarcaciones: cinco veleros y dos lanchas de pesca marroquíes, estas últimas se encontraban en muy mal estado.

Los encontronazos ocurren sobre todo en la costa atlántica de la península Ibérica, pero también en zonas adyacentes de Francia y Marruecos. Es la ruta migratoria de estos cetáceos, que siguen al atún, su principal fuente de alimentación. Los últimos datos del Grupo de Trabajo Orca Atlántica (GTOA), organización que contribuye a su conservación y gestión, apuntan a que se han producido, al menos, 673 interacciones (cuando las orcas se acercan al barco con contacto o sin él), desde que las gladis comenzaron con este inusual comportamiento.

Los expertos sostienen que no se trata de ataques intencionados, sino de un comportamiento aprendido que puede tener relación con su curiosidad, su afición al juego o con alguna forma de precaución que las lleva a querer parar la embarcación. “No van como un ariete a atacar al barco y a hundirlo, y lo podrían hacer si esa fuera su intención”, señala Alfredo López, biólogo marino y portavoz de GTOA. Tampoco se conoce si estas embestidas responden a algún detonante que desencadenara una conducta tan atípica de la especie.

Aunque no existe una pauta, y su forma de actuar varía, se suelen acercar al barco sigilosamente, en muchas ocasiones sin que los tripulantes se percaten, para situarse debajo del bote. Entonces comienzan a tocarlo y a golpear el timón con la cabeza, de forma que lo pueden llegar a romper al hacer palanca. “Incluso se puede producir una vía de agua, y los veleros no suelen llevar bombas adecuadas para evacuar la cantidad de agua que entra, por lo que el barco se puede ir a pique”, explica López.

Los preferidos de estas 15 orcas, que se dividen al menos en cuatro grupos, son los veleros, tanto monocascos (72%) como catamaranes (14%), de un tamaño medio de 12 metros, aunque también se observan interacciones con lanchas a motor (6%), semirrígidas (5%) y pesqueros (3%), según indica GTOA.

¿Qué hacer si las orcas se acercan a la embarcación?, se preguntan los navegantes. El Ministerio de Transportes ofrece recomendaciones en su página web para la navegación por la zona delimitada en un mapa que adjuntan en el golfo de Cádiz y el Estrecho de Gibraltar. Son medidas a seguir durante todo el año, pero sobre todo entre los meses de abril y agosto, momento en el que más interacciones se producen, y siempre que sea posible y no generen un peligro mayor. En primer lugar, señalan, hay que evitar navegar por la zona delimitada en un mapa que y, en caso de hacerlo, acercarse lo más posible a la costa, dentro de los límites de seguridad.

Si es inevitable el encuentro, lo más adecuado es no detener la embarcación (ya sea a motor o a vela) y dirigirse a la costa, a aguas menos profundas. Al mismo tiempo, se debe impedir que las personas a bordo se acerquen a las bandas, porque los movimientos bruscos provocados por las orcas pueden ocasionar lesiones o la caída al mar. Tampoco se deben utilizar medidas disuasorias que puedan causar muerte, daño, molestias o inquietud a las ballenas, por ejemplo, disparando bengalas contra ellas, como ya ha ocurrido en alguna ocasión. Y, por último, notificar el avistamiento o la interacción con cetáceos al Centro de Coordinación de Salvamento más próximo a través de los canales de VHF (canal 16 o canal de trabajo).

Fuente: El País

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