Un dos de julio de 1936 se reunieron en el salón de la municipalidad una fría mañana de domingo, los concejales Domingo Restucia, Pablo Rosselli y Antonio Chávez, quienes junto al Presidente del Cuerpo, Ernesto Laporte, decidieron autorizar la adquisición de plantas y semillas para la futura plaza de la ciudad que llevaría el nombre del Ministro del Interior durante la colonización galesa, Dr. Guillermo Rawson.
En el mes de setiembre de ese año, el Gobernador del Territorio, Manuel M. Baños había conseguido “un mil quinientos pesos moneda nacional” que fueron acordados a la comuna en carácter de subvención a fin de que sean utilizados para el pago de jornales de la gente que se empleara para la construcción de la plaza.
Manos a la obra
La comunidad de la capital comenzó a exaltarse con la idea de la construcción de la nueva plaza. Las reuniones comenzaron a ser moneda corriente y un elemento de diálogo y discusión en todas las casas del pueblo; de esa circunstancia salió una Comisión Pro-Monumento al Dr. Guillermo Rawson que sería la encargada de la organización de los festejos que se llevaron a cabo el 12 de octubre de 1936, día de su inauguración. Dicha comisión estuvo conformada por Rafael Baldrich, Angel Stenti, Domingo Laurini, Manuel Baños, Venancio Cambeiro, Ernesto Laporte, Pascual Porrino, Sebastián Barilari, Francisco Salas, el cura Antonio Garnica, Alfredo De Pino y Nicolás Santoro.
Actividades para el festejo
El programa de actividades para aquél 12 de octubre de 1936 se inició con la llegada a la estación de ferrocarril de la oficialidad y tropa de desembarco del “Explorador Don Juan de Garay”.
La inauguración del monumento se llevó a cabo a la media tarde. Hubo en la ocasión, una excursión en tren que salía de Dolavon, pasando por Gaiman y Trelew hasta su llegada a Rawson a las 17.00 incluyendo un reparto de golosinas para todos los escolares presentes.
Esta fiesta cívica que la gente de la ciudad capital organizara para la inauguración de su plaza, fue cerrada con un baile en la casa de gobierno que el gobernador Baños ofreciera a toda la comunidad. De este modo, todos los vecinos celebraron como en “Fiesta”, la celebrada canción de Joan Manuel Serrat, es decir sin ningún tipo de distinción que pudiera empañar el largo anhelo de la nueva plaza.
Luego, una vez que todo hubo concluido, cada uno retornó a lo suyo, satisfechos y agobiados por el festejo, como en el final de los versos del cantante catalán.
Por Sergio Pravaz para La Voz de Chubut