Hace dos semanas, la Municipalidad de Rawson comunicó con bombos y platillos que recibió una distinción a nacional por “gestiones ambientales”. La promocionada gacetilla de prensa destacó que el intendente, Damián Biss, fue distinguido “por el programa Red de Innovación Local; una de ellas fue ‘Ciudades Circulares’ en donde la ciudad Capital fue elegida entre 20 localidades de todo el país”.
Ante semejante galardón, cualquier persona pensaría que Rawson es una ciudad limpia, prolija y ordenada, donde el estado está presente, con políticas públicas claras, campañas de concientización y realizando controles exhaustivos para que los ciudadanos hagan del cuidado de ambiente un culto.
Sin embargo, nada de esto ocurre, más bien todo lo contrario: Rawson es una ciudad con mini basurales diseminados en casi todos los barrios y el Municipio brilla por su ausencia. Nadie controla.
La Secretaría de Medio Ambiente cuenta con apenas un puñado de inspectores, quienes deben recorrer a pie (no cuentan con vehículos oficiales) toda la ciudad para evitar que los vecinos arrojen basura en sitios no permitidos. Muchas veces, la escases de presupuesto corta las horas extra por lo que los inspectores hacen controles solo en horarios de oficina, esto es de lunes a viernes de 08.00 a 14.00 hs.
La pésima gestión ambiental de Rawson está a la vista de todos: vaciamiento de la cantera municipal y proliferación de otras clandestinas, autos abandonados, escombros de construcción, electrodomésticos viejos, restos de poda y todo tipo de basura hogareña puede encontrarse en cualquier baldío o esquina de la ciudad.
Mientras tanto, Biss y el secretario Miguel Larrauri hacen videoconferencias con Buenos Aires y se inventan premios por su labor en el cuidado ambiental.