miércoles, 11 de septiembre de 2024
Juan Gálvez en plena carrera del Gran Premio

Durante la década del 40 y del 50, las carreras de automóviles de categoría Turismo Carretera se desarrollaban utilizando como circuitos las rutas nacionales. Los corredores de la época gozaban de una popularidad espectacular. Uno de estos tramos comprendía el trayecto entre Río Gallegos, la capital de Santa Cruz, y la localidad chubutense de Río Mayo. Rubén residía en la estancia de su tío George cuando supo de la carrera. Como la Ruta Nacional Nro. 40 quedaba a 30 kilómetros del Casco de la Estancia, decidió ir a ver el paso de los automóviles. Hasta allí fue con Guillermo Halliday en el camioncito Dodge de su tío George. Al llegar al cruce con la ruta nacional se apostaron estratégicamente en lo alto de una loma, desde la cual alcanzaban a ver a más de 50 kilómetros de distancia. Entonces fue cuando, a lo lejos, a la altura de El Pluma, divisaron recortada contra el horizonte una estela de polvo que se elevaba nerviosa anunciando la presencia de los autos. Pero como aún estaban lejos y tardarían un buen rato en llegar, decidieron ir hasta Río Mayo para beber algo. Se internaron en la ruta a toda velocidad para llegar antes que los competidores. El sol comenzaba a declinar. Los 30 primeros kilómetros los recorrieron tranquilos, hasta que vieron que la línea recta que divide abruptamente el cielo de la tierra comenzaba a desdibujarse interrumpida por una blancuzca columna de polvo. Los autos se estaban acercando y todavía les faltaba recorrer 15 kilómetros. Don Halliday, inquieto y a los gritos, le daba indicaciones que Rubén no entendía porque el ruido enloquecido del motor le tapaba la voz. A la velocidad que iban no podían intentar bajar a la banquina porque era seguro que volcarían, así que asumieron que eran parte de la competencia y continuaron dispuestos a no perder su posición de punteros. Poco a poco, el verdadero competidor ganaba terreno. Finalmente, acabó la recta interminable de la meseta y por un pequeño cañadón que bajaba en zigzag ingresaron a Río Mayo a toda velocidad. Los pobladores, estaban dispuestos a lo largo de la calle principal esperando el arribo de los automovilistas, los recibieron con un cerrado coro de aplausos y exclamaciones de júbilo. Un conocido de ellos que estaba siguiendo los pormenores de la carrera por radio, escuchó cuando el locutor anunció eufórico:

-“¡Coche a la vista, coche a la vista!”

A lo que, luego de unos segundos de silencio, acotó:

-“No, no, equivocado, se trata de un camión de la zona”

Pocos minutos después arribaba Juan Manuel Fangio ocupando el verdadero primer lugar.

Rubén y Halliday esa noche cenaron en el restaurante de un hotel junto a varios de los competidores.

A la noche, ya de regreso a la estancia, George le preguntó:

-“¿Y, como fue la carrera?

-“Bien: primero nosotros, segundo Fangio, tercero Gálvez.”

Texto del libro “El Viejo Oeste de la Patagonia” Alejandro Aguado

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