lunes, 7 de octubre de 2024
Federico Escalada con una anciana tehuelche que conservó sus costumbres e idioma hasta mitad del siglo XX

La memoria del doctor Federico Escalada quedó íntimamente asociada a la Reservación Tehuelche de El Chalía. Entre los habitantes de la reserva, los últimos habitantes puros tehuelches del Chubut, encontró a  Agustina Quilchamal de Manquel, la hija del cacique Quilchamal. Agustina Quilchamal fue su memoriosa y exquisita informante, la que le resultó clave para dar a luz su memorable libro “El complejo Tehuelche”. El doctor Federico Escalada nació en Juárez, provincia de Buenos Aires, el 11 de septiembre de 1909. Cursó sus estudios primarios y secundarios en González Chávez y Tres Arroyos. Luego estudió medicina en la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires, doctorándose en 1936. Ejerció su profesión en la Capital Federal y posteriormente en la provincia de Buenos Aires, hasta que en 1941 eligió radicarse en la Patagonia para ejercer como médico en el pueblo de Alto Río Senguer, cuando apenas era una aldea perdida en la inmensidad de una meseta. Quienes lo conocieron recuerdan con afecto que a los pobres (peones de campo y Tehuelches) les cobraba en especies o directamente los atendía gratis. En 1944 con la implementación de la gobernación militar de Comodoro Rivadavia (1944-1955) ingresó en la Gendarmería Nacional con el grado de Comandante Principal Médico, equivalente a Teniente Coronel del Ejército.  En 1947 se trasladó a Comodoro Rivadavia, donde fue designado Director de Sanidad de la gobernación militar. Es de destacar que mientras fue ministro de Salud donó la totalidad de su sueldo para ayudar a los Tehuelches, comprándoles tierras y construyéndoles viviendas.

La música fue otra de las pasiones que caracterizaron a Escalada. Fue tal su talento como concertista que su fama trascendió las fronteras nacionales. Por ello en 1956, un catedrático de apellido Menguin vino de España para que diera clases de guitarra en la Universidad de Salamanca.

Como integrante de Gendarmería fue destacado en el escuadrón Río Mayo, en cuyas inmediaciones se situaban tres importantes reservas indígenas: la de Tramaleo, Pastos Blancos y El Chalía. Durante su permanecía al frente de escuadrón, visitó con frecuencia todos los rincones del territorio del suroeste del Chubut, cumpliendo tu labor  social de médico. Como tal, su aporte fue invalorable y desinteresado ya que, más allá del sueldo que percibía como gendarme, atendió a los indígenas sin recibir retribución económica alguna y en ocasiones aportó de su propio dinero para ayudarlos a conseguir tierras o cubrir sus necesidades.

Agustina Quilchamal y Ceferino Millaqueo en 1946. Doña Agustina, hija de Manuel Quilchamal, fue la principal informante de Federico Escalada

En base a lo que aprendió en sus frecuentes incursiones de estudio y lo que le fue trasmitido por los viejos indígenas, dictó numerosas conferencias, publicó artículos en los principales medios gráficos de la región y elaboró el valioso libro “El complejo Tehuelche”. En el libro analizó y desentrañó los aspectos históricos, antropológicos, etnográficos y lingüísticos del pueblo Tehuelche. Ese trabajo, que trascendió su desaparición física, fue fruto de años intensos y apasionados de investigación.

Para concretarlos convivió con  los Tehuelches, recorrió sus antiguos territorios, estudió a sus muertos e indagó en las fuentes directas entrevistando a los más viejos, depositarios de la  memoria y los conocimientos ancestrales.

Como resultado, diagramó un extenso y complejo árbol genealógico en el reconstruyó parentescos y ramas familiares, debeló su historia proyectándose hasta tiempos inmemoriales, donde la verdad se confunde con la leyenda. También rescató y detalló su forma de vida, sus tradiciones, costumbres y mitos. Además logró confeccionar una especie de diccionario Tehuelche-Castellano. Basado en su profundo conocimiento de la problemática Tehuelche surgida del choque cultural con la sociedad blanca, planteó posibles soluciones para aplicar para la supervivencia y mantenimiento de la identidad de ese pueblo y previno sobre su posible destino: EN UN FUTURO NO MUY LEJANO SE VERÍAN DIEZMADOS.

En 1957 Escalada regresó a Buenos Aires y se instaló en Olivos, donde adquirió su primera vivienda propia. Falleció el 18 de agostó de 1949 a los 49 años de edad, en el Instituto de Gendarmería cumpliendo con su deber.

Hoy en día, su paso por las regiones de Lago Blanco y la reservación de El Chalia es recordado con afecto. Varios de los Tehuelches con los que convivió no sabía de su fallecimiento y, a pesar de los años transcurridos, la postergada noticia de su muerte fue tomada con pesar. También como homenaje a su labor, el Museo del pueblo de Río Mayo lleva su nombre. En la sierras del centro-norte de Santa Cruz, un cañadón en el que el descubrió y analizó pinturas rupestres del pueblo aborigen pretehuelches  lleva su nombre.

Fragmento del libro “El viejo oeste de la Patagonia”, de Alejandro Aguado

 

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