Después del 2 de abril, con el correr de los días y las semanas, en la intimidad las opiniones se hicieron más realistas y sinceras. Por caso, el dirigente desarrollista Rogelio Frigerio consideró que la invasión iba a ser tomada como un acto de “piratería” que la comunidad internacional no podía consentir. “Un plan siniestro. ¿Qué piensan, que los Estados Unidos van a apoyarlos?”, le dijo a u reducido grupo de amigos que fueron a buscarlo al Aeroparque Metropolitano.
Precisamente en la madrugada del 2 de abril, el director de personal del palacio San Martín, Dr. Eduardo Lorenzo de Simone (de militancia desarrollista), le preguntó respetuosamente a Costa Méndez:
-¿Usted está seguro de que esto va a salir bien?
– ¿Y por qué va a salir mal?
Esa fue la única respuesta del canciller.
En los alrededores del despacho de Costa Méndez que estaba en el primer piso del Palacio San Martín, justo en la esquina de Arenales y Esmeralda, “se notaba una gran improvisación”, dijo una de las secretarias que se quedó hasta altas horas de la madrugada. La mujer, como le tenía confianza al canciller, se atrevió a preguntar:
-¿Qué van a hacer los ingleses?
-El Canciller, con mucha seguridad, le contestó: Los ingleses nunca van a mandar a la flota.
A pocos días del 2 de abril, invitado por el radical Roberto Rodríguez Vagaría, el embajador Lucio García del Solar visitó la ciudad entrerriana de Paraná. Del Solar había sido el titular de la misión Argentina ante las Naciones Unidas en 1965, cuando la diplomacia Argentina, logró que la Asamblea General aprobara la resolución 2065 que instaba al Reino Unido y a la Argentina a negociar la cuestión de la soberanía de las Islas Malvinas. Muchos querían escuchar sus pensamientos, y a condición de hablar en forma privada, se reunió con políticos, empresarios y algunos periodistas.
A la hora de hablar, García del Solar no ahorro críticas a la posición que manifestaba el Canciller Costa Méndez. “La Argentina no tiene otra alternativa que el marco, el ámbito que le ofrece las Naciones Unidas”. Dicho esto, ante el silencio general, afirmó que la invasión de Malvinas “es una alternativa peligrosa donde las alianzas posibles que surgirán van a ser inconvenientes, inconducentes y perjudiciales”. Al tratar la repercusión en América latina sostuvo que: “El apoyo latinoamericano será retórico, salvo el de Perú”.
Unos días después, algunos de los hombres que acompañaban a Raúl Alfonsín se reunieron en “El Globo”, el restaurante predilecto del líder radical, estuvieron presentes Roque Carranza, Aldo Neri, Bernardo Grinspun, Marcelo Stribrin, Jorge “Yuyo” Roulet, Dante Mario Caputo y Jorge Sábato. En esa ocasión, la voz cantante y más crítica fue la de Caputo, que se atrevió a calificar de “estafa” a la operación de recuperación militar de las Malvinas. Sostenía que todo respondía a un plan de Galtieri “para quedarse en el poder”.
Fragmento del libro “1982”, de Juan B. Yofre