El primer molino manual era originario de Gales lo trajo el señor ROBERT ROBERTS, más tarde MORGAN se lo prestó a WHARTON y luego a mí, por las referencias era imposible de trabajarlo, el segundo propietario opinó que era un mal negocio que prefería comer trigo hervido y no dar vuelta la manija del molinito. Cuando llegué con mi familia en el año 1891 intenté hacerlo funcionar con mis propias fuerzas, pero el trigo no se molía. En la parte de la base tenía una zaranda por la cual se cernía el producto elaborado y caía al recipiente la harina y algo de afrechillo y en el tejido de la zaranda quedaban los residuos.
Al fin comprendí que tendría que vivir sin harina, era un trabajo tan pesado que ningún cristiano podía resistirlo no compensaba el sacrificio, el pequeño molino me había vencido, vivimos mucho tiempo sin pan.
Pasó el tiempo y no podía convencerme que el molino era una herramienta inútil y un buen día decidí acudir a la fuerza motriz. En la parte norte del Río Percy bajaba un arroyo de la actual Laguna de BRYCHAN EVANS de la Legua Nº 20 y su dueño era RHYS THOMAS. La fuerza motriz era mi solución sólo necesitaba una rueda de agua o noria, pero el problema era que jamás había visto una. Pero tenía un libro con láminas de una rueda de agua, con voluntad y un poco de ingenio comencé la construcción de una con un hacha, serrucho, martillo y clavos, una vez terminada la instalé y funcionó a la perfección.
El lugar en el que estaba instalado y la distancia hasta mi casa era una gran dificultad, muchas fueron las noches que tuve que quedarme a dormir en el molino, por las crecientes del río en época de invierno. Por estos motivos resolví trasladar la noria y el molinito cerca de mi casa, pero el obstáculo era la falta de un arroyo, la única forma era hacer una zanja desde el río Percy. Abrí la zanja a la altura de la actual casa donde vive GWEIRYDD IAL JONES, pasaba por el campo de BRYCHAN EVANS y siempre aprovechando los bajos naturales en traba a mi chacra y cruzaba por la Tumba del Malacara, instalé el molino a 100 metros de mi casa, la boca-toma de esta zanja variaba en cada creciente del río, el serpenteo caprichoso típico de río de superficie y sin profundidad cambiaba y cambiaba su curso permanentemente.
Para nuestra alegría el molino comenzó a funcionar y sobraba fuerza. Molía 5 bolsas de trigo por día, podía abastecer de harina a la Colonia y si bien no era harina de primera calidad, pero sí era pan, pan negro que teníamos en nuestras mesas.
Fragmento libro “El Molinero” de Clery Evans