Luego de cinco meses de infructuosas tramitaciones ante las autoridades nacionales, y no estando dispuesto a aceptar la remoción de la colonia del valle del Chubut después de los innumerables sacrificios y privaciones que habían padecido para colonizar esa aislada región, el líder galés decidió recurrir al Encargado de Negocios de SMB. Jones le manifestó a Mr. Mac Donell que, encontrándose imposibilitado de enviar las provisiones que sus compatriotas tanto necesitaban, no tenía otra alternativa que recurrir a la generosa ayuda que el representante de Su Majestad pudiese enviarles. Preocupado por la apremiante situación, el Encargado de Negocios intercedió ante el ministro de Relaciones Exteriores, Carlos Tejedor. Este le reiteró la posición del Gobierno sobre el tema, remarcando que, desde su instalación en el año 1865, la Colonia se había transformado en una fuente de gran gasto para el Gobierno, que ésta no había prosperado ni había ningún indicio de que pudiese hacerlo en el futuro, por lo que no se le podía pedir al Gobierno que otorgase nuevos subsidios para la colonización de aquella desolada región, cuando aún permanecían deshabitados extensos distritos de la República cercanos a diferentes centros comerciales. El ministro agregaba que luego del informe del Capitán Dennistown, el que probaba las precarias condiciones y perspectivas de la Colonia, existía en la opinión pública y en la del Gobierno el convencimiento de que, luego de los infructuosos intentos realizados para colonizar el Chubut, se justificaba plenamente su traslado a otro sitio.
Mac Donell, procurando evitar que el apoyo del Gobierno de Su Majestad a un grupo de sus súbditos instalados en la Patagonia pudiese ser visto como una amenaza para la soberanía argentina sobre dicha región, arguyó que si el Gobierno le otorgase una nueva oportunidad a los colonos, ésta podría ser la última y definitiva ocasión en que ellos requiriesen ayuda para su mantenimiento en el actual lugar. Argumentó que si se les adelantaba los fondos para la adquisición de una nave, se los estaría equipando de un medio de comunicación con Carmen de Patagones y Bahía Blanca, lo que les permitiría obtener los recursos económicos necesarios para rembolsarle al Gobierno el costo del barco. Sabía que, según Lewis Jones, la Colonia tenía acumulado una cantidad de productos tales como queso, manteca salada, cueros de guanaco y plumas de avestruz, cuya venta les dejaría un producido suficiente para reembolsar el adelanto y además proveerse de los productos que necesitaban. De manera hábil, Mac Donell hizo notar al ministro Tejedor el hecho de que la posesión de una gran parte del país, al sur del río Negro, aparecía como un territorio en disputa, sobre el cual Chile tenía pretensiones, y que un reclamo de este país podría conducir a complicaciones entre ambas naciones, por lo que el mantenimiento de un pequeño establecimiento en el Chupat, sería muy ventajoso para la posición argentina y la ayudaría a disipar las dudas sobre su soberanía sobre aquella región. Dicho fin, sería fácilmente conseguible si el Gobierno argentino estuviese dispuesto a otorgar a Mr. Jones lo que éste solicitaba para la Colonia: algo tan fútil como la compra de un velero de ochenta o noventa toneladas.
A principios de octubre, mientras el Gobierno consideraba si extendía o no su ayuda para que la Colonia se mantuviese en su actual locación, comenzó a correr en Buenos Aires un rumor sobre un incidente ocurrido en el Estrecho de Magallanes. Según el trascendido, las autoridades trasandinas habrían desconocido un permiso otorgado por el Gobierno argentino a un empresario dedicado a la recolección de guano, alegando que dichas tierras eran chilenas. Los diarios porteños recogieron la noticia, entre ellos el Buenos Aires Standard, el que en su edición del 7 de octubre, luego de pasar revista sobre la instalación desde 1843 del establecimiento de Punta Arenas en el Estrecho de Magallanes y otros intentos realizados por el Gobierno de Chile, subrayaba que el único emprendimiento exitoso por establecer colonos en la Patagonia por parte del Gobierno argentino había sido la concesión efectuada en 1865 por el ex ministro Rawson a los colonos galeses. No sabemos si Mac Donell manejaba esta información con anterioridad al planteo que le efectuara a Tejedor, pero lo cierto es que el incidente le vino como anillo al dedo. En una entrevista posterior, el Ministro argentino le manifestó al Encargado de Negocios británico que, no obstante sus reparos de que la Colonia pudiese alcanzar el éxito, él estaba dispuesto a otorgarle una nueva oportunidad para probar si era posible que prosperase en su actual locación, para lo cual se le otorgaría el nuevo subsidio solicitado por su agente. El 11 de octubre de 1871, cuatro días después de que el Standard publicara la noticia sobre el conflicto en el sur, el Gobierno argentino aprobó una disposición por la que se acordaban 3.000 pesos fuertes, con los que Jones compró la goleta María Ana.
Fragmento del libro “Chupat-Camwy, Patagonia”, de Marcelo Gavirati