
Corrían los años ’60. El golpeteo de los caños en la descarga en Almacenes de YPF, muchas madrugadas impedía el sueño de aquellos que vivían en Barrio Escuela o en Barrio Cemento, o en el desaparecido Barrio Alberdi, al lado de la Villa Obrera.
(La “Villa Obrera”… ¡quién podría creer hoy, que existían dos majestuosos pabellones donde más de 400 obreros -solteros o solos- repetían cotidianamente el cíclico acompañamiento de los turnos. “Esta semana estoy de 4”, o “de 12″… o “de 20″…!).
Era el golpe de caño con caño, que llegaban por medio de ferrocarril desde el muelle de YPF. Allí, dos o tres buques tanques por semana traían centenares, quizás miles de caños, vaciaban “el lastre” y cargaban desde la Destilería el crudo por semana a Ensenada o San Lorenzo.
(“La Destilería”… ¿qué petulancia, no…? si hasta le daba nombre a un barrio que casi reventó con una pérdida y fue alguna de las primeras crónicas luctuosas que con amplitud de cobertura tocó cubrir a estas páginas de Crónica”).
YPF lo era todo
Eran esas épocas donde YPF lo era todo. Con YPF sí que comía, se educaba, se curaba. Centenares de pibes de primaria, o secundaria eran puntualmente trasladados a los colegios del centro y toda la zona… en micros de YPF.
Centenares de amas de casa eran trasladadas hasta “La Prove” -ida y vuelta-… en micros de YPF.
Por si fuera poco si había que ir a misa de once a la Santa Lucía, por todos los barrios pasaba… el micro de YPF.
Por si todo ello no alcanzaba, puntualmente pasaba por los barrios un carro a caballo… con el pan de la panadería de YPF!.
No todo quedaba ahí: al rato, pasaba otra carga a dos caballos, con un servicio de… la verdulería de YPF!.
Si el sueldo se gastaba mal (porque alcanzar entonces alcanzaba), se podía sacar “crédito ordinario” o “crédito extraordinario”… en la Proveeduría de YPF (establecimiento, que, claro, vendía muchísimo más barato de por si que cualquier establecimiento porque el flete tenía valores nulos porque llegaba en los barcos de YPF…!).
(¡Cuántos almacenes de los barrios de este lado del Chenque se hicieron grandes y poderosos… comprando “de contrabando” en la Prove y remarcando a piacere y todavía con ventaja para su clientela…!).
Si los domingos la cosa venía aburrida… ¡al cine de YPF!…
¿quién no se acuerda del “malo” de Don Pedro Larraya, al que hacíamos rabiar hasta que nos
sacaba de una oreja??!!
Vacaciones…? Todo el mundo a tomar el barco de YPF (¡qué aventuras de órdago corriendo por los paquebotes durante tres días, mitad tanque y mitad de pasajeros, con sala de juegos, con pileta de natación climatizada (improvisada), pero una demostración más del poderío de servicio…).
La mínima dolencia, hasta la operación más compleja…?: al hospital de YPF.
Pagar los remedios…? Nunca, en YPF (Y por supuesto, tampoco los honorarios médicos, la internación, la hotelería, la alimentación…).
Cuando fue pasando el tiempo: para todo el mundo pasajes aéreos al norte… para el trabajador y toda la familia, una vez al año… por cuenta de YPF! Una pileta de natación climatizada (1965), en un club con instalaciones deportivas y sociales de excepción, todo casi gratuito… pregúntele a YPF! Vivienda? su provisión, más las cuentas de luz, gas, agua y si el empleado era de servicios especiales, teléfono… a cargo de YPF
Se rompió el cuerito de una canilla?… avisar simplemente a “Casa de Habitación”, que venía a cambiarlo… una cuadrilla de YPF!
Cada 365 días la pintura de la casa se ponía un poco fea… así que: a llamar a “Vivienda”, que otorgaba los turnos en verano para que llegara otra activa cuadrilla… de pintores de YPF!
Fragmento del libro “Crónicas del centenario”