viernes, 3 de octubre de 2025
Comunidad selk’nam. Fuente: Archivo General de la Nación

La tragedia que vivieron los pueblos indígenas de Tierra del Fuego constituye una de las páginas más oscuras de la historia argentina.

Desde el siglo XVI, el extremo sur del continente fue objeto de la ambición y la codicia del hombre blanco. Los primeros en recorrer la isla de Tierra del Fuego fueron los adelantados y exploradores al servicio de las monarquías europeas.

A fines del siglo XVIII y principios del XIX, con el auge del negocio de la explotación lobera, aventureros norteamericanos, ingleses y de otras latitudes llegaron a las costas fueguinas para cazar lobos marinos, cuyas pieles eran muy valoradas para la confección de capas, sombreros, valijas y otros artículos de exportación. Se dieron entonces los primeros encuentros con los nativos, que fueron víctimas de asesinatos, vejaciones, violaciones y otras crueldades.

Sin embargo, la verdadera tragedia para las comunidades selknam, yagán, hausn y kawésqar, que habitaban la isla desde hacía varios siglos, comenzó poco después, a partir de la década de 1880, cuando fueron masacrados primero por los extranjeros que habían arribado a esas tierras atraídos por la fiebre del oro, y luego por mercenarios al servicio de los estancieros que, con aval estatal, se apropiaron de los territorios más productivos.

Roberto Dabbene, un naturalista italiano que recorrió a fines del siglo XIX la Patagonia austral y conoció de cerca la realidad de las comunidades originarias, escribió: “Esos indígenas tienen un fondo bueno, y se hubieran civilizado fácilmente si de manera más humana hubiesen sido tratados por los primeros colonos, en vez de haber sido presa de aventureros ávidos y crueles”.

Se llegó a establecer un precio de cinco libras esterlinas por cada indígena asesinado, sin importar si era hombre, mujer o niño. Miles de nativos de Tierra del Fuego perdieron sus vidas a manos de estos “cazadores de indios” al servicio de los dueños de las tierras.

Cuando en 1884 el Estado argentino estableció su primera base militar en Ushuaia, la situación de los indígenas no solo no mejoró sino que empeoró dramáticamente. A partir de ese momento, los asesinatos también fueron cometidos por los propios militares y funcionarios enviados del gobierno nacional.

El militar, naturalista e investigador Ramón Lista fue el hombre elegido por el gobierno del presidente Miguel Juárez Celman para realizar la primera aventura exploratoria hacia el interior de la isla. Miembro de la Sociedad Científica Argentina, era un joven que ya había demostrado su lealtad al gobierno en varios viajes de reconocimiento realizados en la Patagonia.

El 25 de noviembre de 1886, en la bahía de San Sebastián, al frente de una nutrida partida de soldados, asesinó cobardemente a veintiocho miembros de la comunidad selk’nam luego de perseguirlos hasta el interior del bosque fueguino. Los pormenores de la matanza fueron registrados con minuciosidad en el diario de viaje del propio Lista, lo que convierte a los hechos de San Sebastián en una de las primeras masacres documentadas de nuestra historia.

 

Fragmento del libro “Mitos, leyendas y verdades de la Argentina indígena”, de Adrés Bonatti

 

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