viernes, 3 de octubre de 2025

Montoneros denunció que “los traidores” del Movimiento querían aislar a Perón de su pueblo. Entonces los señaló y se decidió a eliminar ese “cerco”. Se imprimieron afiches con las fotos de José López Rega (ministro de Bienestar Social), Lorenzo Miguel (jefe metalúrgico y secretario de las 62 Organizaciones Peronistas), Jorge Osinde (secretario de Deportes del Ministerio de Bienestar Social), Alberto Brito Lima (dirigente peronista), Norma Kennedy (dirigente peronista) y José Rucci (jefe de la CGT).

Y debajo de cada foto, la leyenda: “Estos son los responsables de la matanza de Ezeiza”. El afiche estaba impreso sobre un fondo negro.

Rucci había visto por primera vez a Perón en Madrid en el año 1971. Se presentó como titular de la CGT. Desde entonces se disciplinó bajo la conducción del Líder y aceptó todas sus directivas para el retorno.

Los gremios clasistas caracterizaban a Rucci como el símbolo de una dirigencia corrupta que manipulaba a las bases obreras e impedía la democracia participativa en las fábricas. La misma opinión tenía Montoneros, que había creado la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) para involucrarse en la lucha gremial con cuadros propios.

Rucci siempre había intentado neutralizar el avance de los gremios clasistas, combativos y de la izquierda peronista, pero tenía carisma y sentido de la oportunidad

Un grupo comenzó a seguir a Rucci en julio de 1973. Sólo lo vieron tres veces; las tres veces, de espalda. La cuarta vez lo vieron a través de la mira de distintos fusiles. Y lo mataron.

A Rucci lo siguieron miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y de Montoneros. En ese tiempo, las FAR estaban cerrando los detalles finales para integrarse a Montoneros. Y entre los miembros de las dos organizaciones guerrilleras existía una implícita competencia por ganar espacios, que se instrumentaba con afiliaciones, formación de cuadros políticos y realización de operaciones militares.

Pero ya actuaban en conjunto. El grupo operativo que tenía la misión de matar a Rucci poco sabía de cómo se movía su objetivo, pero disponía del tiempo y la logística necesarios para consumar la operación.

En una revista Gente de junio de 1972, se enteraron de que tenía una casa en Ramos Mejía, en el oeste del conurbano bonaerense. El reportaje se titulaba “Diálogo con un condenado a muerte”. Rucci decía que no se consideraba un valiente ni había sacado “diploma de cobarde”. Sólo tenía el temor de no ver la cara de sus asesinos. Si alguien iba a matarlo, suponía, “son fuerzas extranjerizantes, ajenas a los intereses del pueblo”.

El periodista concluía que “la condena a muerte” no tenía hora, fecha ni lugar. Podría suceder en diez minutos, diez horas, diez días o diez meses. “O inclusive nunca. Ese ‘nunca’, aunque parezca mentira, no sirve para menguar ni el agobio ni el suspenso”.

El grupo había dividido las tareas de inteligencia en turnos de ocho horas. Luego de ese tiempo, volvía el conductor y se llevaba el vehículo. Por la noche, otro miembro se ubicaba con un largavista en una oficina que le abrían en la Facultad de Ingeniería y, tras las tareas de observación, se marchaba por la mañana.

En ese tiempo, una información que llegó al ámbito de inteligencia indicaba que Rucci dormía en un departamento de Marcelo Torcuato de Alvear al 500, frente al hotel Plaza. Durante varios días estacionaron frente al edificio señalado una Citroneta con las ventanas de la caja cubiertas de planchas de cartón. No hubo novedades.

Durante un mes, los cuatro hombres que realizaban la inteligencia sobre Rucci no aportaron ningún resultado significativo. No conocían su agenda de actividades ni el auto en que se movía. Ni siquiera lo habían visto. Solo habían recopilado en varios cuadernos los números de chapas de patentes de autos que estacionaban en la cuadra de la CGT.

Los ganaba el desánimo.

Entonces, sus jefes les permitieron unos días de distracción en el balneario de Miramar. Hicieron prácticas de tiro en playas alejadas.

 

Fragmento del libro “los 70, una historia violenta”, de Marcelo Larraquy

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