jueves, 9 de octubre de 2025

La Armada promovió la infiltración de exiliados y montoneros en el exterior. Alfredo Astiz, luego de provocar la desaparición del grupo que se reunía en la iglesia Santa Cruz, viajó a París a principios de 1978, ahora como “Alberto Escudero”, para infiltrarse en manifestaciones contra la dictadura militar.

La estructura que albergaba a los marinos, bajo la apariencia de un servicio cultural, era el Centro Piloto (CP), con sede en la avenida George Mandel, dependiente del cuerpo diplomático argentino, pero con acciones secretas y autónomas. Desde el CP, Astiz y otros oficiales del GT 3.3.2 -entre ellos, Jorge Perrén-, con identidades falsas, intentaban colectar información sobre emigrados que promovían la “campaña antiargentina”, según la perspectiva de la dictadura.

En sus tareas de infiltración, Astiz participó de reuniones en el Comité Argentino de Información y Solidaridad (CAIS) cuando se organizaba un boicot al Campeonato Mundial de Fútbol de 1978, entre otras actividades, aunque luego debió escapar a Alemania tras ser reconocido por una argentina que alertó sobre su intervención en la iglesia Santa Cruz.

El CP tenía la misión de contrarrestar la propagación de críticas a la dictadura en Europa y también buscaba establecer contactos con organizaciones y políticos europeos que en el futuro pudiesen ser útiles para el plan de Massera, quien aspiraba a liderar un partido político que trascendiera el poder de la Junta Militar y se presentara como una salida institucional al Proceso de Reorganización Nacional.

Su estrategia de diferenciación también estaba representada en la crítica a la política económica, personificada en Martínez de Hoz.

El CP podría ayudarlo a construir una “imagen internacional” de posible “sucesor de Videla”.

De manera paralela a las acciones de infiltración del CP y a la estrategia de difusión de la figura de Massera, también trascendió en esta época un probable encuentro entre el jefe de la Armada y Firmenich. Incluso se mencionó que fue a instancias de Licio Gelli, en la Villa Wanda, de Arezzo, Italia, y también en París, adonde el comandante de la Armada viajó en abril de 1978.

Es cierto que Massera, bajo el secuestro y la tortura, buscó crear un núcleo de apoyo entre montoneros “recuperables” que mantenía prisioneros en la ESMA, de modo que no es improbable que haya tenido interés en alcanzar algún tipo de acuerdo con la conducción montonera para ampliar su “base civil”. Hay distintas versiones, pero no existe documentación que lo pruebe. Además, si se pactó un “alto el fuego” en la supuesta reunión Massera-Firmenich en vistas al Mundial ’78, esa tregua no se cumplió.

 

Fragmento del libro “Los 70, una historia violenta”, de Marcelo Larraquy.

 

 

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