sábado, 11 de octubre de 2025
Los 11 detenidos que fueron asesinados en lo que se conoció como la masacre de Las Palomitas

La metodología de hacer desaparecer o matar a una persona que estaba a disposición del Poder Ejecutivo Nacional se realizaba también mediante los “intentos de fuga”. Eran operaciones que fraguaban las Fuerzas Armadas.

El de la masacre de Las Palomitas, en Salta, fue uno de estos casos. El 6 de junio de 1976 el coronel Carlos Mulhall, jefe de la Guarnición Salta y del Área 322, envió a Braulio Pérez, director del penal de Villa Las Rosas, una orden de “traslado administrativo” de presos. Eran once, cinco mujeres y seis hombres. El operativo lo realizaron los militares, que ordenaron apagar las luces de los pasillos; solo algunos guardiacárceles permanecieron con linternas. Los militares se llamaban entre sí con seudónimos. El traslado no fue registrado en los libros de la unidad penal.

Los detenidos estaban a disposición del PEN.

Estaban presos desde 1975. Les dijeron que dejaran sus ropas y pertenencias en la cárcel. Celia Raquel Leonard de Ávila, maestra, le entregó su bebé de cuatro meses a su hermana, que estaba detenida pero no figuraba en la lista administrativa. La patrulla militar del capitán Hugo Espeche Garzón retiró a los presos y los condujo hasta la salida de la ciudad de Salta, donde fueron entregados a otro grupo militar para concretar el supuesto traslado.

Los presos, según Mulhall, serían trasladados a Córdoba, sede de la Zona 3, que tenía jurisdicción sobre la provincia de Salta.

Para matar a los once detenidos se inventó la aparición de un comando guerrillero en la noche del 6 de julio sobre la ruta 34, a la altura del paraje Las Palomitas, entre General Güemes y Metán. Pero no hubo heridos ni muertos entre los militares y los guerrilleros. Al día siguiente aparecieron un Torino y una camioneta -que habían sido sustraídos a dos conductores en la tarde del “ataque”- con cápsulas de bala y manchas de sangre y restos de masa encefálica de los presos, como resultado del “enfrentamiento con las fuerzas subversivas”.

En realidad, entre las diez y diez y media de la noche los prisioneros fueron bajados de los medios de transporte y fusilados; dos de los cadáveres fueron dinamitados dentro de uno de los vehículos.

 

Fragmento del libro “Los 70, una historia violenta”, de Marcelo Larraquy.

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