Después de despachar a Orkeke y su gente a Buenos Aires, Vintter había intentado ponerse en comunicación con los caciques Sayhueque e Inacayal, que según sus informes se hallaban sobre el Senguerr. Antes de partir de Puerto Deseado, había enviado a Roa para que explorase la región comprendida entre los ríos Deseado, Senguerr y Chubut, y la costa del Atlántico. Pero, mientras Vintter y Roa se encontraban en el territorio del Chubut, los indígenes “exhibiendo mayores capacidades lógicas que los cristianos”, en lugar de atacar la Colonia Galesa prefirieron volver hacia el río Negro y dar un golpe de mano sobre una estancia de Aguada de los Loros, sitio cercano a Viedma, el asiento de la Gobernación de la Patagonia. El periódico Buenos Ayres Standard elogió la maniobra efectuada por los jefes indígenas engañando a las tropas nacionales, a la vez que criticaba la inacción del Gobernador de la Patagonia que, si bien había coincidido en la importancia de ubicar tropas de caballería en la línea que unía la Primera Angostura del río Negro con el puerto natural de San Antonio, para prevenir una eventual invasión a la parte más poblada del valle, no había hecho nada al respecto, desoyendo durante varios meses los peligros de una posible incursión indígena.
Luego de veintiséis días de recorrida Roa no pudo encontrar a ninguna de las tribus, pero sí constatar, por medio de algunos indígenas capturados, que las tribus derrotadas en Apeleg se habían asentado en torno al valle superior del río Deseado. Suponemos que se refiere a los tehuelches, ya que luego señala que Chagallo se hallaba a unas veinticinco leguas al nordeste de allí, que Foyel tenía sus toldos a dos días de marcha al este de la de Chagallo, en tanto que la tribu de Inacayal -el principal derrotado en Apeleg- se hallaba en las cercanías del Colhué Huapi y la de Sayhueque se ubicaba hacia las nacientes del Chubut.
Después de finalizar su fallida recorrida, Roa se dirigió al valle del Chubut. Pero antes de arribar a éste, se encontró el 16 de agosto con las tolderías del cacique Sacamata, plantadas el lugar por ello conocido como “Corral Charmata”, a unos cien kilómetros al oeste de Rawson. Dumrauf, citando un informe de Roa a Vintter, narra el episodio de la siguiente forma: “Intimado el cacique, se presentó con toda su gente desplegando la bandera nacional. ‘Toda manifestación de hostilidad cesó desde este momento por nuestra parte. Llegando el cacique a mi presencia […] me manifestó haber hablado ya con VS [Vintter] y que le había permitido continuar viviendo en donde se hallaba’. Chacamatra y su gente, aproximadamente cien personas, quedaron en sus toldos sin ser molestados y sin molestar”. Ya para el mes de octubre, Vintter envió a Roa hacia el norte. El propósito declarado de esta nueva expedición era el de explorar los campos ubicados entre el Chubut y Valcheta, “regiones hasta hoy desconocidas y solo recorridas por el salvaje”, y determinar una senda que uniese las poblaciones de Río Negro con la Colonia del Chubut que fuese practicable durante todo el año para la conducción de ganados entre ambos puntos. Además de estos asuntos, Vintter le había encomendado a Roa que condujese a Valcheta a las tribus de los caciques pampas Sacamata -borrando con el codo su anterior autorización para que permaneciera en Corral Charmata- y Pichalao. La caravana incluyó el arreo de la hacienda de estos caciques en un número que rondaba las 2.500 cabezas, además de las pertenecientes al Ejército. Todo el ganado llegaría en perfecto estado al arroyo Valcheta, luego de transitar un camino jalonado de arroyos que se perdían en las depresiones que atravesaron y otros que desembocaban en el Golfo de “San Antonio” [San Matías]. Más allá de la jactancia de Roa, seguramente la presencia de los indígenas “conducidos” resultó fundamental para dar con la mejor senda a recorrer con la hacienda transportada. Las fuerzas de Roa llegaron a fines de octubre a Valcheta, donde establecieron su cuartel operativo y dejaron confinadas las tribus de Sacamata y Pichalao. El lugar se transformaría, desde entonces, en campo de concentración de estos caciques pampas y su gente. Años después John Daniel Evans recordaría que “en esa época [1883] el gobierno argentino había dado orden de tomar todos los indios presos para llevarlos a Río Negro, pues en Valcheta había un reformatorio indígena”, al que luego conoció durante su paso por dicho lugar en 1888: “En esta reducción creo, que se encontraban la mayoría de los indios de la Patagonia, el núcleo más importante estaba en las cercanías de Valcheta; estaban cercados por alambre tejido de gran altura”.
Asegurada la región, con el cuartel de operaciones establecido en Valcheta, Roa volvió a partir el 21 de noviembre de 1883 para efectuar una nueva campaña al sudoeste del territorio del Chubut, reducto de los últimos caciques manzaneros, pampas y tehuelches, que aún permanecían en libertad. Las tropas estaban compuestas por 100 soldados al mando directo de Roa y 38 aborígenes conducidos por el Sargento Mayor Linares y Peñiñory. Los expedicionarios siguieron los rastros de las fuerzas indígenas en la región cordillerana del sur del Chubut sin poder alcanzarlas. Al parecer Sayhueque, Inacayal, Foyel, Chagallo, Cumilao, Huenchunecul, Huicaleo y algunos otros caciques habían celebrado por entonces un gran parlamento que congregó a unos cuatrocientos hombres, en el que decidieron no entregarse a las fuerzas del Gobierno nacional sino pelear hasta morir. El 30 de diciembre de 1883, mientras seguía el curso Senguerr en procura de dar alcance a Inacayal, las fuerzas de Roa fueron sorpresivamente atacadas por un numeroso grupo de indígenas a los que lograron rechazar tras un reñido combate, decidiendo luego retirarse a la Colonia Chubut para reponer la caballada.
Fragmento del libro “Chupat-Camwy Patagonia”, de Mardelo Gavirati